En la segunda jornada del Mes de La Energía organizada por la Comisión de Energía del Colegio de Ingenieros de Chile, uno de los temas abordados fue la implementación de impuestos verdes para ciertos vehículos, cuya alza en la demanda ha empinado también la recaudación del tributo, que alcanza a $68.000 millones al año.
El director del Centro de Acción Climática de la Universidad Católica de Valparaíso y exministro de Medio Ambiente, Marcelo Mena, explicó que «una de las cosas que la gente que venía conociendo del mundo de las emisiones de la contaminación atmosférica, era que había un problema con el aumento de alza de emisiones de transporte, pero también por las altas emisiones de contaminantes locales por parte de vehículos respecto a su valor teórico».
«Cuando pusimos un impuesto verde a los vehículos nuevos dijeron que estábamos bajando los incentivos para las renovaciones de vehículos en general, pero lo que ocurre es que el plan de descontaminación pone un incentivo para que salgan los vehículos más sucios y los nuevos sean cada vez más limpios. Después de cuatro años de eso, se da cuenta que las medidas que antes tomamos por emergencia ambiental hoy son estructurales en Santiago. Además, algo que destaca del enfoque regulatorio de impuestos verdes de Chile es que se integra en la contaminación local y global», explicó el exministro de Medio Ambiente del gobierno anterior.
Vehículos
Los vehículos afectos al impuesto han reducido sus emisiones a la mitad en promedio. Si en 2015 emitían lo que es un vehículo Euro V, en 2020 es el equivalente a Euro VI. Es decir, según Mena, el tributo «actúa como una norma de emisión de facto, que no está vigente todavía, pero que se aplica para pagar menos impuesto verde».
En cambio, sostuvo que los vehículos exentos que son más contaminantes, no han cambiado casi nada de sus emisiones, «y esos son los grandes errores de cómo se aplica el impuesto verde en términos generales que tenemos que corregir».
De la misma forma, planteó que los vehículos exentos del impuesto verde hoy día «son camionetas grandes de muy mal rendimiento y los exentos en gasolina tienen mucho peor rendimiento que los afectos. O sea, hay incentivos malos para excepciones con respecto a los vehículos comerciales. Lo más dramático de esto es que, de las emisiones totales, en forma exenta están el 71% de las emisiones nuevas de un año en particular si se asume que cada vehículo recorre la misma cantidad de kilómetros al año» .
«Algunas recomendaciones que hemos hecho con respecto a eso es que, si dejamos de eximir los vehículos comerciales, se triplicaría la recaudación del impuesto verde y el efecto positivo en reducir emisiones sería mucho más marcado», agregó Mena.
Impuesto a la generación
El académico explicó que, en el tema del tributo a las fuentes fijas, entre las cuales están las instalaciones generadoras termoeléctricas, «podemos ver que hay un impuesto complejo en su aplicación y hay que mirar en su entendimiento completo de cuál es su efecto en los sectores aplicados».
«Hoy tenemos una explosión en temas renovables muy importante, donde hay que nivelar la cancha entre gas natural, diésel e hidrógeno verde con un correcto tipo de impuesto. Recordemos que la minería no paga impuesto específico en el diésel que consume y por tanto podríamos mejorar y aumentar la recaudación y así financiar la transición de hidrógeno verde», añadió.
Mena también destacó que la industria agropecuaria redujo sus emisiones de material particulado en torno a 95%. «Entonces, quienes digan que el impuesto verde no descontamina están mirando solamente algunos aspectos de su efecto ya que en la práctica ha tenido grandes impactos en la reducción de contaminación local».