(El Mercurio) Los inversionistas detrás de Valhalla le tienen fe al proyecto. Pese a que la firma participó en las últimas licitaciones de suministro con el precio más competitivo entre las energías de base, no logró adjudicarse un contrato. Pero eso, más que frenar a Juan Andrés Camus y Francisco Torrealba, socios y fundadores de la empresa, generó una urgencia por avanzar.
Lo anterior, porque la subasta demostró que las Energías Renovables No Convencionales (ERNC), principalmente la eólica y solar, llegaron para quedarse, y la baja de costos de estas fuentes provocará un cambio radical en el mercado eléctrico chileno. Pero sobre todo, profundizará la necesidad de combatir su intermitencia, donde el almacenamiento de energía -justamente lo que proponen ellos con sus proyectos que combinan centrales hidráulicas de bombeo con solares- promete tomar una importante relevancia, tal como se ha visto en otros países, como Alemania.
Con todos estos antecedentes, los inversionistas encargaron a los socios desarrollar más proyectos, distintos a Espejos de Tarapacá, central de bombeo de 300 MW, y Cielos de Tarapacá, planta solar de 600 MW, ambas con su Resolución de Calificación Ambiental (RCA) aprobada y que esperan iniciar sus obras durante el primer semestre de 2017. Los socios adelantan que el segundo proyecto será más grande que el actual y que esperan iniciar obras en 2020 para que empiece a operar en 2024, mientras el tercero aún es muy preliminar para adelantar información. Recalcan que las ventajas de sus iniciativas son amplias, dado que la combinación de estas fuentes les permite retirar energía del sistema cuando hay superávit e inyectar al sistema cuando hay déficit, como por ejemplo en las noches. Esto añade seguridad al sistema con cero riesgo, afirman.
No ceder cultura
Valhalla hoy trabaja con el banco de inversión norteamericano Marathon Capital para la búsqueda de un socio estratégico. «La respuesta que hemos tenido tanto del mercado nacional como internacional ha sido más positiva de lo que esperábamos», señala Camus, y explica que esto podría deberse a que «a mayor cantidad de renovables se necesitan sistemas de almacenamiento más eficientes». Revela que incluso han hablado con empresas incumbentes.
Durante los primeros meses del próximo año esperan concretar esta alianza, aunque son claros al decir que no están interesados en vender el proyecto y que si bien es una opción ceder el control, esto «no implica bajo ningún punto de vista ceder cultura». Recalcan que su principal requerimiento es buscar un socio con una visión similar a ellos, «en el sentido de un trabajo tremendamente bien hecho en lo técnico, y al mismo tiempo muy amigable con las comunidades y el medio ambiente».
Iniciar las obras con o sin contrato deberán conversarlo con los nuevos socios, pero aseguran que no necesariamente lo requieren. «Dada la intermitencia de las renovables, los sistemas de almacenamiento se justifican por sí mismos», dice Torrealba. Explica además que la diferencia con las centrales hidroeléctricas corrientes es que las de bombeo pueden retirar y volver a inyectar energía, pero las de embalse no pueden comprar energía disponible en el sistema. De ahí la ventaja frente a la otra.
Carlos Mathiesen, gerente de proyectos, dice que también hay ventajas en los costos, y además las hidráulicas de bombeo tienen la gracia de aportar a la transmisión, dado que pueden reducir la congestión del sistema.
Si bien no lograron ganar contrato en las últimas licitaciones, creen que en la próxima subasta podrán presentarse con un precio aún más competitivo. «El promedio de la energía solar fue en torno a 25% más bajo que nuestras estimaciones», dice Torrealba, y adelanta que esto significa que esa fuente es más competitiva incluso de lo que ellos creían. Por último, aseguran que el mercado eléctrico ya cambió, y no hay vuelta atrás.
Proyecto con mineras
En Valhalla están convencidos de que difícilmente podrán verse promedios superiores a US$ 50 o US$ 60 por MWh en las próximas licitaciones, luego que en la última se alcanzara una media de US$ 47,5. «La matriz cambió, no es que van a desaparecer las otras, pero ya probablemente no se van a desarrollar», dice Carlos Mathiesen.
Para Camus y Torrealba, el mayor aporte de la última licitación es que bajó y transparentó los precios. Además, generó expectación en el mundo minero, dado que muchos de ellos requieren renovar sus contratos y buscarían a aquellos que ofrezcan mejores alternativas. Los proyectos de Valhalla se ubican en el farellón costero del norte, y Camus advierte que «dada nuestra localización hace mucho sentido (contratarse con mineras). Les agrega seguridad y les ayuda a bajar su huella de carbono de manera importante, en un contexto además en que los contratos de largo plazo implican tomar riesgos importantes», dice, y reconoce que están en conversaciones con mineras. «Como proyecto de energía de base somos el más avanzado de Chile por lejos», comenta.
Torrealba asevera que «las renovables se han movido más rápido de lo que todos esperaban, incluso nosotros». Prevé que la meta del Gobierno de que al 2050 un 70% de la matriz sea renovable, podría cumplirse en 2030 o en 2035. «Se aceleró dramáticamente, y Chile es ejemplo a nivel mundial de la rapidez del cambio. Con esto el almacenamiento se vuelve crítico», expresa. Como ejemplo, dice que Alemania tiene una demanda máxima de energía de 85 mil MW y siete mil MW de almacenamiento (equivalente al 8%), y que en ese país consideran urgente subir su capacidad instalada de centrales a bombeo. En Chile, en tanto, la demanda máxima es de 9.500 MW, y existen solo 36 MW de almacenamiento (0,4%), por lo que sí o sí se requerirá elevarlo.