Haciendo un símil con aquellas personas tildadas como indeseables, al carbón se le considera hoy un combustible “non grato” por la alta carga contaminante que genera su combustión. De ahí que exista una política de Estado, con una hoja de ruta definida, para eliminar su participación en la matriz eléctrica nacional antes de 2040.
De hecho, el plan de descarbonización (cuya actualización, en proceso, contempla 45 medidas) ya registra avances. Por ejemplo, el 16 de abril pasado fue el último día de operación de la central carbonífera Norgener de AES Andes, ubicada en Tocopilla.
Sus dos unidades, que suman 276 MW, fueron desconectadas del Sistema Eléctrico Nacional casi dos años antes de lo inicialmente comprometido (31 de diciembre de 2025). Con su retiro anticipado se evitará el consumo de cerca de 1,2 millones de toneladas de carbón y la emisión de hasta 5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2).
Pocas semanas después, Engie le solicitó a la Comisión Nacional de Energía (CNE) el cese de operaciones de las centrales termoeléctricas Andina y Hornitos, localizadas en el Complejo Térmico de Mejillones, para el 31 de diciembre de 2025, con lo que dejará de generar electricidad con carbón.
También en pro de seguir reduciendo las emisiones que generan las plantas térmicas, el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) elaboró un anteproyecto de revisión del Decreto Supremo N°13 (D.S. 13 – 2011) para establecer límites más estrictos para material particulado (MP), dióxido de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno (NOx).
Reducción significativa
A juicio de Rodrigo Barraza, académico e investigador del Centro de Transición Energética de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez (Centra-UAI) y del Solar Energy Research Center (SERC Chile), la aplicación del D.S. 13 −que introdujo requisitos de monitoreo continuo y diferenció entre unidades existentes y nuevas− obligó a las centrales más antiguas, y por ende más contaminantes, a instalar tecnologías de control de emisiones para cumplir con la norma. “Sistemas de abatimiento como filtros de mangas o precipitadores electrostáticos para MP, lavadores de gases (scrubbers) para SO2 y sistemas de reducción SCR y NSCR para NOx permitieron lograr efi ciencias de abatimiento superiores al 99% para MP, 95% para SO2 y 50% para NOx. Lo anterior, resultó en una reducción signifi cativa de emisiones, mejorando la calidad del aire en cerca de un 20% en zonas como Quintero, según datos de estaciones de monitoreo locales”, afirma.
Con una evaluación también positiva, Jorge Araya, gerente de Proyectos y Ventas de Better −empresa experta en consultoría y asesoría ambiental− expone que el D.S. 13, que además regula las descargas de mercurio (Hg), “ha sido fundamental para establecer límites en las emisiones de las termoeléctricas independientemente del tipo de combustible, mejorando la calidad del aire en zonas geográficas donde se ubican. Fue uno de los primeros pasos importantes en el proceso de descarbonización que se impulsa en Chile. Fue seguido de otras políticas públicas como el plan de cierre de plantas de generación a carbón anunciado en el 2021”.
Junto con destacar las distintas tecnologías utilizadas en el control de emisiones, plantea que “con la digitalización de procesos se ha logrado optimizar la efi ciencia de las plantas, minimizando el consumo de combustible. Y el monitoreo en línea, que es público, permite detectar incumplimientos de los niveles de emisión, posibilitando un autocontrol por parte de las generadoras para no sobrepasar los límites establecidos en el D.S. 13”.
Artículo publicado en Revista Electricidad N° 296 (noviembre 2024). Para continuar leyéndolo, presionar aquí.