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Los tres principales detonantes de accidentes eléctricos en hogares

Nov 30, 2016

Según datos de Bomberos de Chile, de las más de 127 mil emergencias informadas en 2015, casi 2.200 fueron llamados eléctricos, entre los que figuran cortocircuitos, electrocuciones y principios de incendio.

Según datos de Bomberos de Chile, alrededor de un 15% de las emergencias de fuego –unas 15 mil cada año- tienen origen en fallas eléctricas.

Conscientes del riesgo en materia eléctrica domiciliaria, Procobre, impulsó el programa Casa Segura, hoy presente en varios países de Latinoamérica. En Chile cuenta con el apoyo de Bomberos de Chile, el Ministerio de Energía, Coaniquem, Agencia Chilena de Eficiencia Energética y la Superintendencia de Electricidad y Combustibles, entre otros. La iniciativa pretenden aportar material educativo, diagnósticos y tips de cuidado y ahorro eléctrico en el hogar.

Detonadores más frecuentes

Abuso de la clásica “zapatilla”: El uso indiscriminado de extensores, o “zapatillas” con aparatos de alto uso de energía, es el mayor causante. “Si bien estos otorgan más entradas, no aumentan la capacidad del sistema eléctrico”, señala el prevencioncita de riesgos, Daniel Martínez, algo con lo que concuerda Sergio Albornoz, jefe del departamento de desarrollo técnico de la Academia Nacional de Bomberos de Chile, quien añade que “la gente usa las zapatillas para conectar múltiples elementos, muchos de ellos de alto consumo, en circunstancias que los aparatos de este tipo solo se deben conectar directo a la pared y uno por vez”.

Es importante saber que las instalaciones actuales usualmente admiten entre 10 y 15 amperes, siendo aptos para varios consumos bajos, como luces, televisores y computadores, y un solo consumo alto, como hervidores de agua o aspiradoras. “El  hervidor, que tiene 10 amperes, si bien funciona solo un par de minutos, hace pasar tal cantidad de corriente que fácilmente podría fundir una extensión china, provocando un cortocircuito o una descarga eléctrica. Y si se conectan varios consumos altos, puede dañarse incluso una extensión con sello SEC”, afirma Albornoz.

Las ampliaciones y la autoconstrucción: El segundo gran detonante son las modificaciones posteriores de las viviendas, por necesidades habitacionales o incluso, para su uso en negocios anexos a la vivienda; así como la autoconstrucción, usual en campamentos y tomas, donde la instalación es completamente desde cero y sin regulación.

“Por temas económicos, no se suele buscar a un instalador eléctrico autorizado por la SEC. Por ende, la construcción probablemente no tendrá las condiciones mínimas requeridas en conductores, uniones o grosor de los cables”, señala el experto de Bomberos. Además, la gente comienza a ramificar el cableado sin pensarlo,  pues “encuentran un enchufe, le sacan dos cables y de ahí sacan dos más, y así sucesivamente, sin conciencia de cuánta corriente pasará ni el calor que se está generando”, añade Albornoz.

“En sectores donde hay tomas, tenemos a razón de un incendio por semana relacionado con problemas eléctricos”, asegura Albornoz.

El hacinamiento: Al igual que buena parte de la autoconstrucción, el fenómeno del hacinamiento tiene una arista social muy fuerte. Es común que en barrios antiguos, conventillos o cités con instalaciones eléctricas obsoletas sean arrendados a numerosas personas, quienes por economizar comparten espacios reducidos, viviendo incluso varias familias en una misma habitación.

“Cada familia, o incluso cada persona, usa su propio hervidor o estufa, generando una sobrecarga y un colapso del sistema, lo que suele terminar en incendio. Lo complejo es que, si el siniestro se genera en la zona del acceso único, muchos pueden quedar atrapados”, asegura Albornoz.

A tener en cuenta

Revise el estado de los aparatos eléctricos, interruptores y enchufes: Un enchufe que chisporrotea va dañando el aislamiento, pudiendo dejar el cobre a la vista y propenso a generar contacto entre conductores u otras estructuras, con resultado de cortocircuitos y/o electrocuciones. Ponga especial atención si cuesta conectar o desconectar los aparatos: puede tratarse de la expansión del material por exceso de calor, indicando una anomalía. “Los aparatos tienen una vida útil definida, a los diez o a lo más veinte años hay que cambiarlos”, señala Albornoz.

Los aparatos deben tener el sello SEC: “Es la única garantía de que ha sido revisado y aprobado por las autoridades, señala Daniel Martínez. Algo importante en estos días cercanos a la navidad, época de frecuentes principios de incendio en fachadas por luces decorativas sin certificación.

Cambiar el automático original no aumenta la capacidad del sistema: Con el fin de evitar las constantes caídas del automático, muchas veces es reemplazado por uno de mayor capacidad. “Ésta es la alarma que avisa una sobrecarga. Si se cambia sin ampliar la capacidad de la instalación, se silencia la única advertencia de un potencial accidente”, señala Martínez.

Revise su instalación: Las instalaciones regulares actuales tienen una duración prácticamente indefinida si se usa adecuadamente. Pero en construcciones anteriores a la década del 70, se debe  hacer una revisión y probable cambio de cableado, ya que antes se usaban aislaciones de tela y otros materiales que no responden al uso energético y requisitos de seguridad de la actualidad.

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