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Exxon, BP, Shell, Coca Cola… varios gigantes tiemblan por conflicto en Crimea

Mar 17, 2014

El gobierno ruso está tramitando una ley que le permitiría confiscar activos de empresas extranjeras, provenientes de países que le apliquen sanciones económicas por las tensiones en Ucrania. Incluso, las grandes automotoras podrían sufrir las represalias a través de cuotas de importación o aranceles.

(La Tercera) El año pasado, Rusia captó US$ 94 mil millones en inversión extranjera directa (IED), convirtiéndola en el tercer mayor receptor global en este ítem, después de China y EE.UU. Incluso, la agencia de noticias local RIA Novosti hacía en noviembre último un paralelo -desde la perspectiva de los inversionistas extranjeros- entre Rusia y la quimérica ciudad de El Dorado.

Pocos meses después, el dorado varió a negro. De hecho, mientras no se celebre una especie de nueva Conferencia de Yalta, que ponga fin a la tensión en Ucrania, algunas de las empresas más grandes del mundo como Coca-Cola, McDonald’s y Exxon, van a estar temblando.

Yalta es un conocido balneario del Mar Negro en la disputada península de Crimea. De población mayoritariamente rusa, es ahí donde hace 69 años EE.UU., Gran Bretaña y Rusia discutieron la reorganización de Europa tras la segunda guerra mundial. Hoy, una amplia gama de intereses económicos espera que un nuevo acuerdo disipe las amenazas que los acechan.

El riesgo es que las potencias occidentales que intervienen en el conflicto apliquen sanciones económicas contra Rusia, como el congelamiento de activos financieros o prohibiciones al comercio con ese país. Eso podría desatar una serie de reacciones por parte de Moscú. Entre ellas, figuran una suspensión del suministro de gas a Europa o represalias como cuotas de importación o sobrearanceles, pese a que el país pertenece a la Organización Mundial de Comercio.

El Presidente ruso, Vladimir Putin, afirmó esta semana que no necesita hacer uso de la fuerza “en este momento” en Crimea, actitud que mantiene en alerta a EE.UU. y la Unión Europea (UE), y siempre abierta la posibilidad de que éstos apliquen sanciones.
Por ello, el gobierno de Putin está tramitando un proyecto de ley en el Parlamento que le autorizaría a confiscar activos de empresas extranjeras provenientes de países que apliquen sanciones.

“Desafortunadamente, para Rusia, una legislación tal anula los esfuerzos de tanto tiempo del país por convencer a las empresas occidentales de que es capaz de brindar un ambiente seguro para la inversión extranjera”, comenta Bill Witherell, economista jefe de Cumberland Advisors, una conocida consultoría económica y financiera en Estados Unidos.

En el corto plazo, sin embargo, el daño lo van a sufrir empresas del calado de Citibank y Exxon-Mobil, añade, y todas aquellas que tengan inversiones en Rusia. Los países más vehementes con Rusia en las últimas semanas han sido EE.UU. y Alemania y, precisamente, de esos dos países proviene la mayor IED en Rusia: 23% y 22% del total, respectivamente; Francia, en tercer lugar con un 11%.

Los más afectados

El sector que más recibe IED en Rusia es el manufacturero, que representa el 47% del total, de acuerdo con un estudio de EY (ex Ernst & Young). Pese a que Moscú recibe el 31% de la IED, otras tres áreas son relevantes: San Petersburgo (9%), Nizhny Novgorod (7%) y Kaluga (6%).

Este último es un cluster de la inversión automotriz en el país, justamente nacido de la decisión de la alemana Volkswagen de invertir ahí hace cinco años. El automotriz es un mercado que mueve anualmente US$ 77.000 millones en Rusia (es el más grande de Europa), que crece al 10% anual y que por tanto es la industria que más IED recibe en el sector manufacturero.

Además de Volkswagen, la americana Ford figura entre los grandes expuestos a Rusia y también las francesas Renault, que tiene participación en AvtoVAZ, el mayor fabricante de autos en Rusia, y PSA Peugeot Citroën. Esta última posee el 70% de un consorcio que invirtió US$ 750 millones en Rusia en 2012.

En el sector industrial, los grupos químicos son también importantes y en él son protagonistas grandes grupos globales, como la americana Dow Chemicals y las alemanas BASF y Thyssenkrupp.

Mientras en industria también está presente la empresa de infraestructura norteamericana Halliburton, la también estadounidense General Electric y la alemana Siemens exportan a Rusia y podrían verse afectadas por una represalia de corte comercial.

El mercado ruso es, sin duda, atractivo. Con un PIB de US$ 2,2 billones, es la octava economía más grande del planeta. Sus 143 millones de habitantes representan un mercado de consumo de US$ 1,3 billones, el que debiera crecer a la friolera de US$ 3 billones en 2025, de acuerdo a Sberbank-CIB.

Por eso, el gigante anglo holandés de productos de consumo Unilever tiene 20 años en el mercado y una inversión de US$ 2.800 millones. La americana Coca-Cola lo supera con US$ 3.000 millones, mientras que McDonald’s (EE.UU.) y Heineken (Holanda) tienen presencia importante en el país.

El sector financiero también podría verse afectado con el estallido de, al menos, una guerra de sanciones y represalias.
Entre las firmas más vulnerables figuran el mismo Barclays y los bancos americanos JP Morgan y Citibank, todos los cuales tienen intereses en el mercado de apertura de empresas en Bolsa.

Riesgo energético

El sector donde el daño sería más evidente, a ojos de los analistas, es el energético dada la importancia de Rusia como productora y exportadora de petróleo y gas.

La única empresa petrolera estadounidense en la mira es la tejana Exxon Mobile, que realiza exploraciones conjuntas con el gigante local Rosneft en el ártico ruso.

Si la Unión Europea (UE) o Gran Bretaña sola aplicaran sanciones contra Rusia, la inglesa British Petroleum estaría en problemas también, por cuanto es poseedora del 20% de Rosneft. Esta última empresa tiene ingresos por sobre los US$ 100.000 millones y es propiedad del Estado ruso en un 70%.

Otra británica (y holandesa) podría ver que sus actividades peligren. Royal Dutch Shell extrae gas natural y tiene un proyecto con otro gigante ruso, Gazprom, para explotar shale gasusando multi fractura.

Si la UE fuese a sancionar a Rusia, otras tres empresas peligrarían. Aquí figuran la petrolera italiana ENI, que realiza exploraciones; Fortum de Finlandia, que distribuye combustibles y electricidad en Rusia; y la francesa Total que tiene una participación en un proyecto de gas natural licuado.

No sólo las empresas son vulnerables a las represalias que Rusia pueda tomar si se le aplican sanciones, también corren un serio riesgo el normal flujo de materias primas hacia occidente.

Gran parte del petróleo y sus derivados que consume Europa es ruso, y transita por Ucrania. Si Moscú decide bloquear el paso de gas natural y petróleo hacia el lado occidental del continente probablemente se viviría una crisis. Rusia suministró el 31% de las importaciones de gas natural europeas del año pasado, 27% de las compras de crudo y 24% de las de carbón.

Al mismo tiempo, la UE representa el 88% de las exportaciones rusas de petróleo, 70% de sus envíos de gas natural y 50% de los de carbón.

En este contexto, cabe recordar que Rusia cortó el suministro de gas a Europa a través de Ucrania en dos oportunidades en la década pasada, en enero de 2006 y enero de 2009. “En ambos casos hubo un efecto notable en los mercados europeos”, advierte un informe de Barclays a sus clientes.

“Es claro que como uno de los tres principales productores de petróleo en el mundo, el crudo de Rusia es clave para el suministro global. Así, cualquier fenómeno disruptivo va a afectar a la economía global a través de mayores precios en el sector energía”, explica Christian Keller, de Barclays.

“Una escalada hacia sanciones económicas significativas supondría costos muy grandes para ambos lados”, advierte Witherell.
Aunque algunos observadores creen que Europa se vería intimidada por tales costos, la postura podría estar cambiando.

El miércoles, la canciller alemana Angela Merkel criticó fuertemente a Rusia por su ocupación en Crimea, y señaló que su país debe estar preparado para aceptar las consecuencias negativas que signifique imponer sanciones.

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