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Autocríticas, aciertos y evaluaciones de primer año de la Agenda de Energía

May 20, 2015

El ministro asume como error haber juntado el proyecto de ampliación de giro de Enap con el de extensión de las franquicias tributarias para paneles solares. Además, analizan el cambio de escenario en la industria.

(Pulso) Junto con el secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía (CNE), Andrés Romero, la subsecretaria Jimena Jara y los jefes de área de la CNE, el ministro de Energía, Máximo Pacheco, repasó junto con PULSO el primer año desde el lanzamiento de la Agenda de Energía.

¿Autocrítica?

Sin demora, la autoridad asume que haber unido los proyectos de ampliación de giro de ENAP con la extensión de la franquicia tributaria para los colectores solares no fue una buena decisión, pues hay una urgencia de que la segunda iniciativa esté vigente cuanto antes, mientras que en el caso de la petrolera estatal, que busca ingresar al negocio de generación eléctrica mediante asociación con privados, es mucho más compleja y requiere tiempo.

Otro tema en el que el ministro observa que los resultados no son los esperados es en lo relativo al discurso ciudadano y a la toma de conciencia de la relevancia de este tema para el desarrollo nacional.

“Nos ha costado tener un discurso más ciudadano. Todavía este ministerio es muy desconocido para la gente. Si uno ve los estudios de opinión hablan de que nos cuesta comunicarnos con la ciudadanía. La gente piensa que eficiencia energética es una bebida. Nosotros tenemos que buscar ser un ministerio técnico, porque es importante que tengamos la solidez, pero es muy difícil hacer política si no tienes buena comunicación. El desconocimiento de la gente sobre la energía es salvaje”, señala de manera directa.

Consultado sobre si esto tiene relación con la oposición ciudadana a los proyectos de inversión en energía, plantea que ello también tiene relación con el rol que ha tenido el Estado en esta industria, al igual que las empresas.

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Por contrapartida, añade otro punto: la relevancia que está tomando para las personas el alza de las tarifas debido, entre otros factores, a la dificultad para instalar mayor capacidad de generación. “¿Cuánta educación hace el Estado por este tipo de temas? Muy poca. Si uno ve cómo impacta la falta de proyectos a la cuenta de la luz y la desindustrialización del país… A mi oficina vienen regularmente empresarios a comentarme cómo sufren con el costo de la energía. Hace algunos días vino un industrial grande que me dice que su contrato de suministro vence a fin de año, que hoy paga US$60 por MWh y que ahora le están cobrando US$100 por MWh. A ese precio, dijo, no funciona. La gente quiere que no haya torres, que no estén las centrales, que las cuentas no suban, y eso no se puede hacer”, subraya.

A su turno, Andrés Romero sostiene que se trata de una tendencia mundial, pues en muchos países hoy se ha complicado el desarrollo de proyectos. En Alemania, cuenta, levantar una línea de transmisión tarda diez años. “Nosotros, si cumplimos los plazos con la línea Cardones-Polpaico se va a demorar unos seis años y estamos bien complicados, pues debería haberse construido antes. Esa tendencia mundial requiere que seamos más productivos en políticas públicas y anticiparnos a esos elementos (…). No podemos aceptar que pasen diez años. Retrasarnos es muy costoso para las familias, para las industrias”, expone.

Ello, cree Romero, requiere un cambio en el discurso y poner de manifiesto una realidad: a la industria eléctrica no le impacta que no se desarrollen los proyectos, pero sí a la gente.

“El esfuerzo que tenemos que hacer es cambiar el discurso. Cambiar la visión de que el hecho de que hayan costos marginales altos o que haya congestión en las líneas no es tanto un problema para el sector eléctrico porque eso no significa que le irá mal, pues todo se paga. El problema de no tener líneas o centrales de generación no es un problema para las empresas privadas sino que para los consumidores. Ahí hay un tema en el que tenemos que revertir el discurso”, puntualiza. En ese contexto, explica que “le ha hecho muy mal al país decir que la electricidad es para las mineras. Primero como si las mineras fueran entes extraterrestres que no tuvieran trabajadores que no generaran riqueza y que Chile no fuera un país minero”.

Pacheco cierra con una reflexión: para avanzar ha sido clave cambiar el foco desde la demora en el tratamiento de los temas a la decisión.

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