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CASE, una propuesta para el Consorcio de la Electromovilidad

CASE, una propuesta para el Consorcio de la Electromovilidad

El Centro para la Electromovilidad en Chile es un proyecto impulsado por CORFO, el Ministerio de Energía y el Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones, que busca acelerar el proceso de adopción de esta tecnología en Chile y fomentar la neutralidad de carbono para el 2050.

La iniciativa busca seleccionar la mejor propuesta para la conformación de un consorcio orientado a la aceleración de los procesos de adopción de electromovilidad, tendrá un plazo de cinco años, y será cofinanciada por la corporación hasta en un 80%, con un tope de hasta 7 millones de dólares.

CORFO recibió dos postulaciones consorciadas, una liderada por la Universidad de Chile denominada Consorcio Centro de Aceleración Sostenible para la Electromovilidad CASE y otra, por la Universidad Técnica Federico Santa María.

El resultado de la adjudicación se conocerá en julio de este año. Según el sitio web de CORFO, “se espera que los desarrolladores se enfoquen en problemas, requerimientos y soluciones particulares para la implementación de la electromovilidad, y de esa manera, también contribuir al incremento de la demanda nacional de desarrollos tecnológicos que utilizan cobre y litio”.

CASE: Consorcio Centro de Aceleración Sostenible para la Electromovilidad 

 Junto a 61 instituciones públicas y privadas, donde destacan la Universidad de Chile, la Universidad de Santiago de Chile, la Universidad Austral, la UTEM, la Agencia de Sostenibilidad Energética, el Centro Mario Molina y la consultora internacional Ernst & Young., se postuló al concurso “Centro para el Desarrollo de la Electromovilidad en Chile” convocado por CORFO, con el consorcio Centro de Aceleración Sostenible de Electromovilidad (CASE).

El consorcio busca desarrollar y acelerar la inserción de la electromovilidad a través de un portafolio de proyectos de desarrollo e innovación (I+D+i), políticas públicas, capacitación, que buscan, con objeto de posicionar a Chile como motor de desarrollo tecnológico e industrial para Latinoamérica.

Trabajo colaborativo

El consorcio CASE está conformado por diversos e importantes actores de la electromovilidad en Chile, donde no solo destacan casa de estudios, sino también, instituciones público-privadas como la Agencia de Sostenibilidad Energética y el Centro Mario Molina. Como se ve en la imagen principal, considera la participación de aproximadamente 60 actores en los distintos ámbitos de la electromovilidad.

La postulación fue desarrollada de forma conjunta, y el trabajo fue canalizado a través de la Universidad de Chile.

El proceso de trabajo para la elaboración de la propuesta de Centro de Aceleración Sostenible de Electromovilidad – CASE, ha requerido de la coordinación, colaboración y compromiso de destacadas entidades a nivel nacional no solo de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), sino que además de entidades de estudios e implementación de políticas públicas (BBPP)”, indica Williams Calderón, académico de la Universidad de Chile y Director del proyecto, quien además detalla los principales desafíos de proyecciones que contempla esta propuesta, enfocada en desarrollos de soluciones tecnológicas y de bienes públicos, su prototipaje y pilotaje en entorno industrial/real, el desarrollo de nuevos modelos de negocios y la transferencia tecnológica.

“CASE tiene como propósito la creación y/o maduración de proveedores y usuarios de servicios, desde PYMES hasta grandes empresas, que permitan desarrollar el mercado B2B y B2P, logrando ser un actor relevante en potenciar el desarrollo del “tejido industrial” de la Electromovilidad en Chile y Latinoamérica”, detalla.

Ignacio Santelices, director ejecutivo AgenciaSE, añade: «Desde nuestro rol de implementadores de políticas públicas, coordinando y articulando esfuerzos públicos y privados, nos interesó liderar este proceso junto a la Universidad de Chile para darle una nueva mirada a la construcción de la propuesta. Consideramos que la razón de ser de un centro de este tipo no puede agotarse sólo en aspectos tecnológicos sino que debe tener un fuerte enfoque en los usuarios y sus necesidades para poder dar respuesta a quienes hoy demandan soluciones funcionales y locales de movilidad sostenible».

Para el Dr. Matías Díaz, investigador del Programa Centro «Electrical Energy Technologies Research Center E2TECH», de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Santiago de Chile, el valor de la propuesta está en el trabajo vinculante e integral que han hecho todos los integrantes del consorcio para ofrecer una propuesta de alto estándar. El Programa Centro E2TECH, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Santiago de Chile, se enfoca en el desarrollo de tecnologías en las áreas de electromovilidad, smart grids, electrónica de potencia y energías renovables, además de actualmente impartir el primer Diplomado en Electromovilidad con despliegue nacional del país.

“Desarrollamos un portafolio muy potente desde lo tecnológico, pero además, incluimos un modelo de gobernanza que permita masificar el impacto y las dimensiones de acción del centro. En ese sentido, la participación de la Agencia SE y del Centro Mario Molina es clave, pues ellos tienen un despliegue nacional y regional que nos permitirá pilotear tecnologías en entornos reales a lo largo de Chile y la región. La participación de la Universidad de Santiago de Chile potenciará el desarrollo tecnológico nacional y se materializa con un portafolio de proyectos I+D para desarrollar infraestructura de carga, desarrollando cargadores eléctricos de bajo costo, fácil mantenimiento y que habiliten tecnología de carga ultra-rápida”, detalla el académico Matías Díaz.

A su vez, Gabriel Guggisberg, coordinador de Electromovilidad de la AgenciaSE, señala que «uno de los principales aportes de la AgenciaSE fue la visión pragmática de las necesidades de los usuarios. Primero, potenciando la construcción de herramientas para organismos como GOREs y municipios de forma tal que las soluciones tecnológicas a las brechas CORFO no solo se informen, sino que sean parte del desarrollo y planificación de las ciudades. Segundo, quisimos dar una visión holística en términos de coordinación de actores necesarios para el desarrollo de la electromovilidad en el país. Un punto interesante es que se incorporó la participación del coordinador eléctrico nacional para construir una cadena de actores que piense el futuro de la movilidad no como una carga al sistema eléctrico sino que como una oportunidad en la descarbonización de la matriz».

Ampliando horizontes

Además del despliegue nacional, el consorcio CASE considera la electromovilidad no solo en el transporte terrestre. Como explica el Dr. Lorenzo Reyes, académico del Instituto de Electricidad y Electrónica de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería quien dirige el Núcleo de Investigación Innovative Energy Technologies (INVENT) de la Universidad Austral de Chile «se considera que la electromovilidad no solamente se refiere al transporte terrestre, sino que también al transporte marítimo, donde existe un gran mercado para la conversión o hibridación de embarcaciones, como también el desarrollo tecnológico local con la industria naval en el sur de Chile. Esto además significó el ser apoyados por empresas tecnológicas de la zona sur austral, instituciones públicas como el Gobierno Regional de Los Ríos e instituciones público-privadas como la Corporación de Desarrollo Productivo de Los Ríos»

La propuesta del consorcio CASE considera un portafolio inicial de 20 proyectos aproximadamente, los cuales se centran en diversas temáticas relacionadas en electromovilidad y también, en diversos territorios del país, debido a la participación de actores tanto a nivel regional como nacional, donde destacan Ernst & Young, Capital Creativo SPA, Metbus, Sisercom, SURA, Engie LATAM S.A., IGT Chile, 30 de mayo SPA, ENEL, SAESA, Salmo & Boats S.A., Generadoras de Chile y Empresas Eléctricas A.G. Sebastian Tolvett, director de la Escuela de Mecánica y encargado del Programa de Ingeniería Concurrente de la VTTE, indica que “el Centro para la Electromovilidad en Chile es un proyecto estratégico porque es la principal iniciativa del país en relación a la electromovilidad y permitirá generar investigación, fomento y la puesta en marcha de un futuro sostenible en las calles de nuestro país”.

Cámara de Diputados aprobó informe que establece responsabilidades por la crisis de los medidores

Cámara de Diputados aprobó informe que establece responsabilidades por la crisis de los medidores

Por 98 votos a favor, 26 en contra y 15 abstenciones, la Sala de la Cámara de Diputadas y Diputados aprobó el informe de la comisión especial investigadora encargada de analizar la problemática surgida en torno al recambio de medidores eléctricos.

Según lo informado por la Corporación, «la instancia recabó los antecedentes relativos a la participación y actuaciones del Ministerio de Energía, la Comisión Nacional de Energía y la Superintendencia de Electricidad y Combustibles, respecto del proceso de reemplazo de los medidores domiciliarios en el servicio de distribución de energía eléctrica, así como su impacto en el costo final para los usuarios».

El documento emanado por el grupo parlamentario y aprobado por la Sala alude a la responsabilidad, tanto de exautoridades del sector energía como a las empresas distribuidoras, en la implementación de una política pública “deficiente” y “poco transparente”.

El texto apunta a dos personeros de la administración del segundo gobierno de Michelle Bachelet: el exministro de Energía, Andrés Rebolledo, y el exsecretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía (CNE), Andrés Romero, tanto por el diseño del plan, como por la negligencia en la elaboración del informe tarifario por parte del organismo.

Asimismo, en el documento se acusa que el proyecto de ley que se aprobó en el Congreso y que sustentó el plan de recambio de medidores, no abarcaba este tema, sino que fue agregado posteriormente por parte del Ejecutivo.

Otra conclusión del escrito es que hubo un aprovechamiento del desorden normativo por parte de algunas empresas distribuidoras para instalar medidores inteligentes, aún sin existir las especificaciones técnicas de los equipos. “Enel y otras empresas cobraron impropiamente a los usuarios el coste del recambio de medidores, aumentando sus cuentas de forma inesperada y abusiva”, se especifica.

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Otras conclusiones

El informe aprobado también responsabiliza a la exministra de Energía de Sebastián Piñera, Susana Jiménez, por no haber abordado la crisis de manera adecuada, “debido a que el Gobierno se mostró impreciso, contradictorio y errático en las decisiones que tomaron”.

El informe propone que se avance en una mayor participación ciudadana, con el objeto de que situaciones de esta naturaleza no vuelvan a registrarse.

Además, recomienda que las obligaciones de implementación de los sistemas de monitoreo no recaigan solo en las empresas distribuidoras y que, efectivamente, es necesario la implementación de los medidores, pero con plazos realistas.

Cabe recordar que uno de los temas que detonó la crisis de los medidores y que dio origen a esta investigación fue el anuncio, hecho en 2018, en el que se mencionaba que el recambio tecnológico de estos aparatos tenía un costo aproximado de mil millones de dólares, a costo de los propios usuarios a través de un alza de tarifas, a pesar de que el nuevo medidor sería igualmente de propiedad de la compañía distribuidora.

Luis Ávila es confirmado por Alta Dirección Pública como titular de la SEC

Luis Ávila es confirmado por Alta Dirección Pública como titular de la SEC

Luis Ávila fue nombrado por el Presidente Sebastián Piñera como superintendente de Electricidad y Combustibles, por lo que ejercerá su tercer periodo a cargo del organismo público hasta 2023, luego de que el Consejo de Alta Dirección Pública lo nominara.

El personero es ingeniero comercial, ejerciendo como titular de la SEC desde abril de 2011. En su trayectoria se ha desempeñado en la empresa Shell, para después pasar a ser gerente general de la Asociación de Distribuidores de Combustibles (Adico).

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Según lo informado por el Ministerio de Energía, el proceso para proveer este cargo se inició en marzo pasado con la publicación de la convocatoria, donde se recibieron 138 postulaciones a través del Sistema de Postulación en línea y otras 11 realizadas mediante una búsqueda especializada.

«A partir de los resultados de la evaluación de los candidatos, el Consejo de Alta Dirección Pública entrevistó a ocho postulantes, tras lo cual en mayo se envió al Presidente de la República la nómina de candidatos elegibles, para que se efectuará el nombramiento», se señaló.

El momento del hidrógeno

Generalmente reconocido como insumo industrial en la producción de otros elementos químicos, el hidrógeno hoy está viendo proyectada su importante característica de combustible. No es la primera vez, sin embargo, que aparece en el horizonte energético global. Otros intentos de impulso se dieron en el extranjero, con distinto énfasis, en las décadas de los ‘70, ‘90 y comienzos de este siglo, todos los cuales estuvieron muy determinados por el mercado del petróleo/gas y donde empezaba a tener relevancia el aspecto climático, pero mayormente focalizados en la industria del transporte y automóviles, y que finalmente no despegaron por la estabilización de precios del petróleo/gas y encontrarse estos combustibles ampliamente disponibles.

Asimismo, otros factores tuvieron influencia, como el desarrollo tecnológico de los autos eléctricos a batería. Esos intentos tuvieron escaso eco en Chile. Habiendo estado involucrados en la industria energética por más de 20 años, somos testigos de eso. ¿Cuáles son los atributos y factores que hacen el cambio y despiertan ahora renovado impulso e interés?

El H2 es un combustible liviano, almacenable, tiene un alto contenido de energía por cada unidad de masa y puede ser producido a escala industrial. Permitirá que energía de bajas emisiones pueda suministrarse a grandes distancias y también almacenar electricidad. Pero también hay factores extrínsecos que han sido claves en su potente resurgimiento.

El cada vez más patente efecto del calentamiento global en el cambio climático ha hecho que muchos países adopten  se comprometan con los objetivos de la Agenda de Desarrollo Sustentable 2030, uno de los cuales implica tomar acciones urgentes para combatir el cambio climático y sus impactos. Así, los países miembros acordaron limitar el calentamiento global a menos de 2 C° con respecto a los niveles de la era pre-industrial y realizar esfuerzos para limitar el incremento hasta 1,5 C°. En concreto, el gobierno de Chile ha actualizado su contribución determinada nacional (NDC) en abril y ha incluido como meta la carbono neutralidad para el 2050 en el proyecto de ley Marco de Cambio Climático, lo que implica el desafío de disminuir drásticamente las fuentes de emisiones
más contaminantes.

El significativo y rápido avance en el desarrollo de tecnologías y reducción de costos que han experimentado las fuentes de energías como la solar y eólica, hacen que su participación en el parque generador aumente cada día, lo cual es muy positivo pero exige al mismo tiempo enfrentar el desafío de su variabilidad de producción. Como el H2 se puede almacenar, una parte de la electricidad generada por fuentes renovables se puede convertir en H2 y ser utilizado en períodos en que las plantas renovables no puedan generar.

Por otra parte, las ventajas de las ERNC referidas antes también permitirán la instalación de plantas de electrólisis necesarias para producir escala, el mismo hidrógeno a gran ya que tecnologías disponibles y costos decrecientes en energías renovables, derivan en costos menores de hidrógeno verde que estaría disponible para otros usos industriales y de transporte o electromovilidad vía FCVs.

Esto es particularmente atractivo en el caso de nuestro país, ya que fomenta a su vez el desarrollo de otra tecnología de alto impacto, desalación complementaria y disponible en el territorio: la desalación y que proveerá de la otra materia prima requerida, el agua.

Un tercer factor relacionado, comprende los beneficios que pueden emanar del fomento y uso del hidrógeno como herramienta de política económico-social, no solo como elemento descontaminante, sino que como factor de seguridad energética, desarrollo económico y facilitador de acceso a energía limpia para zonas y grupos vulnerables.

Es así como el gobierno ha declarado dentro de sus objetivos en la estrategia energética, el fomento de las actividades de exportación de hidrógeno. Pero esto no está exento de desafíos. En efecto, un importante trabajo en la implementación de políticas y regulaciones serán necesarias para incentivar la llegada de inversionistas y financiamiento, tarea en la que la participación del Estado será fundamental, en especial en el desarrollo de la infraestructura necesaria y habilitante, permitiendo una alianza público-privada.

Ya se conocen casos en desarrollo de otros países. Un consorcio de empresas japonesas y australianas se encuentran implementando la primera planta de producción de H2 desde carbón y su posterior liquefacción para exportación en transporte naviero también impulsado por el mismo gas (J-Power). En definitiva, el cambio se explica por la ampliación y profundidad de alternativas de uso del H2 y el entusiasmo y consenso político-económico alrededor del globo por disminuir drásticamente las emisiones de CO2.

En este sentido, celebramos que el gobierno no haya adoptado una posición neutra en su estrategia de largo plazo, sino que tomara como suya la meta de incorporar este combustible en la matriz energética y se encuentre trabajando en la definición de los principales componentes, a algunos de los cuales nos referiremos más adelante.

En su calidad de portador de energía, el hidrógeno tiene similitudes con la electricidad. Ambos pueden producirse por medio de diferentes tecnologías y fuentes, ambos pueden tener diversas aplicaciones y no generan residuos, partículas, ni gases contaminantes. Pero tienen una diferencia que hace del hidrógeno especial y más versátil: está compuesto de moléculas y no de electrones.

Eso permite que pueda ser almacenado y transportado por largos períodos en forma estable, además de poder ser mezclado con otros productos, o de ser quemado directamente. El hidrógeno no es tóxico, es incoloro e inodoro. Sin embargo, es altamente inflamable y su llama casi invisible a la simple vista humana, haciéndolo más complejo para el manejo de fugas e incendios, pero esto no es algo nuevo para la industria de la energía, en especial GLP y GNL, por lo que sólo se requerirían protocolos y capacitaciones de seguridad adecuados.

Aparte de las celdas de combustible eléctrico para automóviles, ejemplos de otros usos para el hidrógeno encontramos en la producción de hierro y acero, su quema directa en turbinas de generación termoeléctrica y el almacenamiento en metano vía la transformación de electricidad, lo cual permitiría utilizar las múltiples instalaciones ya existentes de gas natural y GNL.  En estas transformaciones siempre debe considerarse cierto factor de pérdidas del energético en todo caso.

En particular, cabe hacer mención del posible uso del H2 en la mezcla o sustitución completa del gas natural para uso industrial, comercial y domiciliario, aprovechando la amplia red de transporte, distribución y almacenamiento disponible y en actual desarrollo en nuestro país, lo que requeriría ciertas inversiones para la conversión de algunos equipos e instalaciones y estaría obviamente sujeto a la disponibilidad de suministro del combustible a precios que hagan justificable el cambio.

Desde el punto de vista regulatorio, el análisis efectuado por el Ministerio de Energía sobre la suficiencia normativa actual, concluyó que era necesario ajustar dos órdenes de materias, primero incluir el hidrógeno como un energético combustible sujeto a la competencia regulatoria del Ministerio, y segundo complementar la normativa requerida para fijar las condiciones adecuadas de seguridad del nuevo combustible en toda su cadena de almacenamiento, transporte y manipulación.

En lo primero, se presentaron modificaciones legales a la ley orgánica del Ministerio y otras normas que regulan el tratamiento de los combustibles. Para el segundo, se definieron 20 reglamentos y normativa técnica que será necesario crear o modificar, por recomendación de un estudio realizado por el reconocido instituto GIZ. En este estudio, se plantean horizontes de corto (hasta 2024), mediano (hasta 2028), y largo plazo (desde 2029) para la dictación de las distintas normativas, en función de la priorización del catálogo de proyectos en desarrollo u operación, identificados en el mismo informe.

Al respecto, nos permitimos hacer un par de alcances. Con el fin de ampliar el universo de futuras inversiones, sugerimos incluir alguna norma técnica que facilite y regule el tratamiento de instalaciones eléctricas que operen “en isla” u “off-grid”, ya que es previsible que algunos proyectos se estructuren como instalaciones dedicadas. En el mismo sentido, sugerimos incorporar al H2 como fuente de generación de medios ERNC para efectos del mercado eléctrico (lo que conforme a la actual legislación sólo requiere una resolución fundada de la CNE), de modo que pueda acreditarse para los efectos de las obligaciones de retiro ERNC.

El momento del hidrógeno

El momento del hidrógeno

Generalmente reconocido como insumo industrial en la producción de otros elementos químicos, el hidrógeno hoy está viendo proyectada su importante característica de combustible. No es la primera vez, sin embargo, que aparece en el horizonte energético global. Otros intentos de impulso se dieron en el extranjero, con distinto énfasis, en las décadas de los ‘70, ‘90 y comienzos de este siglo, todos los cuales estuvieron muy determinados por el mercado del petróleo/gas y donde empezaba a tener relevancia el aspecto climático, pero mayormente focalizados en la industria del transporte y automóviles, y que finalmente no despegaron por la estabilización de precios del petróleo/gas y encontrarse estos combustibles ampliamente disponibles.

Asimismo, otros factores tuvieron influencia, como el desarrollo tecnológico de los autos eléctricos a batería. Esos intentos tuvieron escaso eco en Chile. Habiendo estado involucrados en la industria energética por más de 20 años, somos testigos de eso. ¿Cuáles son los atributos y factores que hacen el cambio y despiertan ahora renovado impulso e interés?

El H2 es un combustible liviano, almacenable, tiene un alto contenido de energía por cada unidad de masa y puede ser producido a escala industrial. Permitirá que energía de bajas emisiones pueda suministrarse a grandes distancias y también almacenar electricidad. Pero también hay factores extrínsecos que han sido claves en su potente resurgimiento.

El cada vez más patente efecto del calentamiento global en el cambio climático ha hecho que muchos países adopten  se comprometan con los objetivos de la Agenda de Desarrollo Sustentable 2030, uno de los cuales implica tomar acciones urgentes para combatir el cambio climático y sus impactos. Así, los países miembros acordaron limitar el calentamiento global a menos de 2 C° con respecto a los niveles de la era pre-industrial y realizar esfuerzos para limitar el incremento hasta 1,5 C°. En concreto, el gobierno de Chile ha actualizado su contribución determinada nacional (NDC) en abril y ha incluido como meta la carbono neutralidad para el 2050 en el proyecto de ley Marco de Cambio Climático, lo que implica el desafío de disminuir drásticamente las fuentes de emisiones
más contaminantes.

El significativo y rápido avance en el desarrollo de tecnologías y reducción de costos que han experimentado las fuentes de energías como la solar y eólica, hacen que su participación en el parque generador aumente cada día, lo cual es muy positivo pero exige al mismo tiempo enfrentar el desafío de su variabilidad de producción. Como el H2 se puede almacenar, una parte de la electricidad generada por fuentes renovables se puede convertir en H2 y ser utilizado en períodos en que las plantas renovables no puedan generar.

Por otra parte, las ventajas de las ERNC referidas antes también permitirán la instalación de plantas de electrólisis necesarias para producir escala, el mismo hidrógeno a gran ya que tecnologías disponibles y costos decrecientes en energías renovables, derivan en costos menores de hidrógeno verde que estaría disponible para otros usos industriales y de transporte o electromovilidad vía FCVs.

Esto es particularmente atractivo en el caso de nuestro país, ya que fomenta a su vez el desarrollo de otra tecnología de alto impacto, desalación complementaria y disponible en el territorio: la desalación y que proveerá de la otra materia prima requerida, el agua.

Un tercer factor relacionado, comprende los beneficios que pueden emanar del fomento y uso del hidrógeno como herramienta de política económico-social, no solo como elemento descontaminante, sino que como factor de seguridad energética, desarrollo económico y facilitador de acceso a energía limpia para zonas y grupos vulnerables.

Es así como el gobierno ha declarado dentro de sus objetivos en la estrategia energética, el fomento de las actividades de exportación de hidrógeno. Pero esto no está exento de desafíos. En efecto, un importante trabajo en la implementación de políticas y regulaciones serán necesarias para incentivar la llegada de inversionistas y financiamiento, tarea en la que la participación del Estado será fundamental, en especial en el desarrollo de la infraestructura necesaria y habilitante, permitiendo una alianza público-privada.

Ya se conocen casos en desarrollo de otros países. Un consorcio de empresas japonesas y australianas se encuentran implementando la primera planta de producción de H2 desde carbón y su posterior liquefacción para exportación en transporte naviero también impulsado por el mismo gas (J-Power). En definitiva, el cambio se explica por la ampliación y profundidad de alternativas de uso del H2 y el entusiasmo y consenso político-económico alrededor del globo por disminuir drásticamente las emisiones de CO2.

En este sentido, celebramos que el gobierno no haya adoptado una posición neutra en su estrategia de largo plazo, sino que tomara como suya la meta de incorporar este combustible en la matriz energética y se encuentre trabajando en la definición de los principales componentes, a algunos de los cuales nos referiremos más adelante.

En su calidad de portador de energía, el hidrógeno tiene similitudes con la electricidad. Ambos pueden producirse por medio de diferentes tecnologías y fuentes, ambos pueden tener diversas aplicaciones y no generan residuos, partículas, ni gases contaminantes. Pero tienen una diferencia que hace del hidrógeno especial y más versátil: está compuesto de moléculas y no de electrones.

Eso permite que pueda ser almacenado y transportado por largos períodos en forma estable, además de poder ser mezclado con otros productos, o de ser quemado directamente. El hidrógeno no es tóxico, es incoloro e inodoro. Sin embargo, es altamente inflamable y su llama casi invisible a la simple vista humana, haciéndolo más complejo para el manejo de fugas e incendios, pero esto no es algo nuevo para la industria de la energía, en especial GLP y GNL, por lo que sólo se requerirían protocolos y capacitaciones de seguridad adecuados.

Aparte de las celdas de combustible eléctrico para automóviles, ejemplos de otros usos para el hidrógeno encontramos en la producción de hierro y acero, su quema directa en turbinas de generación termoeléctrica y el almacenamiento en metano vía la transformación de electricidad, lo cual permitiría utilizar las múltiples instalaciones ya existentes de gas natural y GNL.  En estas transformaciones siempre debe considerarse cierto factor de pérdidas del energético en todo caso.

En particular, cabe hacer mención del posible uso del H2 en la mezcla o sustitución completa del gas natural para uso industrial, comercial y domiciliario, aprovechando la amplia red de transporte, distribución y almacenamiento disponible y en actual desarrollo en nuestro país, lo que requeriría ciertas inversiones para la conversión de algunos equipos e instalaciones y estaría obviamente sujeto a la disponibilidad de suministro del combustible a precios que hagan justificable el cambio.

Desde el punto de vista regulatorio, el análisis efectuado por el Ministerio de Energía sobre la suficiencia normativa actual, concluyó que era necesario ajustar dos órdenes de materias, primero incluir el hidrógeno como un energético combustible sujeto a la competencia regulatoria del Ministerio, y segundo complementar la normativa requerida para fijar las condiciones adecuadas de seguridad del nuevo combustible en toda su cadena de almacenamiento, transporte y manipulación.

En lo primero, se presentaron modificaciones legales a la ley orgánica del Ministerio y otras normas que regulan el tratamiento de los combustibles. Para el segundo, se definieron 20 reglamentos y normativa técnica que será necesario crear o modificar, por recomendación de un estudio realizado por el reconocido instituto GIZ. En este estudio, se plantean horizontes de corto (hasta 2024), mediano (hasta 2028), y largo plazo (desde 2029) para la dictación de las distintas normativas, en función de la priorización del catálogo de proyectos en desarrollo u operación, identificados en el mismo informe.

Al respecto, nos permitimos hacer un par de alcances. Con el fin de ampliar el universo de futuras inversiones, sugerimos incluir alguna norma técnica que facilite y regule el tratamiento de instalaciones eléctricas que operen “en isla” u “off-grid”, ya que es previsible que algunos proyectos se estructuren como instalaciones dedicadas. En el mismo sentido, sugerimos incorporar al H2 como fuente de generación de medios ERNC para efectos del mercado eléctrico (lo que conforme a la actual legislación sólo requiere una resolución fundada de la CNE), de modo que pueda acreditarse para los efectos de las obligaciones de retiro ERNC.