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Cambio Climático: «Corremos el riesgo de necesitar más aún las centrales térmicas»

Cambio Climático: «Corremos el riesgo de necesitar más aún las centrales térmicas»

“El sector energía aporta un 77,4% de las emisiones de GEI totales del país (excluyendo cambios en uso de suelo), debido mayoritariamente al consumo de carbón mineral y gas natural para la generación eléctrica». Con este antecedente, Francisca Jalil, académica de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, plantea la urgencia de avanzar en «mitigación y adaptación” frente al cambio climático que afecta al país, mencionando la necesidad de retirar las centrales a carbón y a gas.

La académica sostiene a ELECTRICIDAD la necesidad de avanzar también en la descarbonización de servicios energéticos, como transporte y el calor industrial y residencial.

¿Cuáles son a su juicio las urgencias en materia de energía para combatir el cambio climático?

Según el sexto reporte del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change = Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), es inequívoco que la actividad humana ha impactado en el aumento de temperatura media de la atmósfera, tierra, y océanos. Esto se debe principalmente al incremento en emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), causados principalmente por la combustión de combustibles fósiles. Todos los escenarios evaluados en este reporte prevén que la temperatura media de la tierra continuará aumentando hasta al menos el 2050. Además, se prevé que el aumento rebasará los 1.5-2°C (con respecto a niveles pre-industriales) en la segunda mitad del siglo, a menos que se logren reducciones globales profundas de GEI en las próximas décadas.

Si bien Chile es un país pequeño con poca injerencia en las emisiones de GEI a nivel global, en este reporte también se indica que cada tonelada emitida (o no) de GEI importa, ya que mayores emisiones conducirán a incrementos de temperaturas aún mayores, con sus consiguientes efectos en el planeta. Por esto, Chile, al igual que todos los países, tiene un rol importante que jugar en la reducción rápida de GEI para la mitigación de los efectos del cambio climático (CC). Por otro lado, también tendrá desafíos en términos de adaptación al CC.

¿Cómo evalúa en este escenario al sector energético local?

El sector energía aporta un 77,4% de las emisiones de GEI totales del país (excluyendo cambios en uso de suelo), debido mayoritariamente al consumo de carbón mineral y gas natural para la generación eléctrica, seguidos por el consumo de combustibles líquidos (mayormente gasolina y diésel) para el transporte terrestre, el uso de combustibles en la industria y minería, y finalmente el uso de combustibles en el sector residencial.

Por lo tanto, tenemos urgencias en términos de mitigación y de adaptación. En términos de mitigación, debemos por un lado descarbonizar la matriz eléctrica (lo que implica retirar las centrales a carbón y gas) y, por otro, descarbonizar los otros servicios energéticos como transporte y calor industrial y residencial. Para lo primero, se deben incrementar las energías renovables, lo que implica no solamente mayor capacidad de generación, sino que mayores desafíos en términos de transmisión y almacenamiento. Para lo segundo, una alternativa es electrificar los servicios, lo que solo es efectivo si es alineado a la descarbonización de la matriz eléctrica. Además, la electrificación de todos estos servicios energéticos conllevaría a una demanda eléctrica mucho mayor que la actual, por lo que tiendo a pensar que la descarbonización de los servicios energéticos de calor y transporte debiera incluir otras alternativas como el uso de biocombustibles, uso del hidrógeno o combustibles sintéticos, energías renovables como termo-solar y geotérmica, medidas de eficiencia energética térmica, etc.

A esto se suman las urgencias en términos de adaptación. Uno de los efectos del cambio climático en el país es el aumento de las sequías. Además, Chile es un país que importa un porcentaje importante de su energía primaria. Por lo tanto, lo que está ocurriendo es que, debido a sequías continuadas, las centrales hidroeléctricas no tienen caudales o reservas suficientes, por lo que se han tenido que reabrir centrales a carbón.

En otros lugares del mundo y en ciudades costeras, se prevé que aumentarán las marejadas y eventos climáticos extremos, lo que potencialmente podría interrumpir las rutas de importaciones de combustibles.

Por lo tanto, en términos de adaptación, creo que una de las urgencias es aumentar la autosuficiencia para incrementar la resiliencia del sistema ante situaciones climáticas extremas, que serán cada vez más frecuentes.

¿Cuáles serían los principales impactos del cambio climático para la industria energética?

De acuerdo al IPCC, los principales impactos del CC en Chile serán el aumento en frecuencia y severidad de las sequías, aumento de temperaturas medias (con riesgos mayores de incendios), derretimiento de glaciares y permafrost en la cordillera, y reducción en el caudal de los ríos. Las implicancias en la industria energética son directas: hoy el 26-27% de la electricidad en Chile se genera en centrales hidroeléctricas. La sequía implica que la generación hidroeléctrica disminuirá, y corremos el riesgo de necesitar más aún las centrales térmicas, llevando a mayores emisiones de GEI, mayores precios, e incluso potencialmente a racionamientos de energía. Por lo tanto, las acciones para la mitigación y adaptación al CC deben ser inmediatas y rápidas.

También existen otros impactos indirectos que son más difíciles de predecir. Por ejemplo, un aumento en las temperaturas medias puede llevar al aumento en las demandas por aire acondicionado. O como mencioné previamente, el aumento de efectos climáticos extremos en otros lugares del mundo puede afectar las cadenas de suministro de energéticos.

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¿Qué le parece las medidas que se están tomando en el sector para revertir esta situación?

Me parece que apuntan en la dirección correcta, pero que en muchos casos son insuficientes. Por ejemplo, creo que la ley de eficiencia energética apunta en la dirección correcta, así como las medidas que han permitido mejorar la competitividad de las tecnologías de generación renovables. Me parece también interesante la Estrategia de Transición Energética Residencial, y estoy expectante a ver en qué instrumentos se traduce.

Con respecto al retiro de las centrales a carbón, me parece un paso necesario, que probablemente debiera acelerarse.

El impuesto al carbono es un instrumento que, si bien apunta en una dirección correcta, tiene ciertos problemas. Por un lado, está el problema de las compensaciones que muchas veces deben pagar las ERNC a las fuentes fijas de mayor tamaño, traduciéndose en que las ERNC terminan pagando un impuesto al carbono que no generan. Por otro lado, varios modelos muestran que el impuesto al carbono en Chile es bajo para el objetivo buscado.

Finalmente hay medidas que me parecen francamente incompresibles, como el proyecto de ley de reducción al impuesto de los combustibles, que apunta en una dirección totalmente opuesta a lo que se requiere hoy.

¿Cuánto puede contribuir la generación distribuida a la carbono neutralidad?

Creo que tiene un rol importante en la descarbonización de la matriz eléctrica. Un estudio reciente del ISCI (Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería) encontró que el sistema eléctrico nacional podría integrar de manera costo-efectiva altos niveles de generación y almacenamiento distribuido, con niveles de penetración cercanos a un 40% de la nueva capacidad instalada de generación a lo largo del país, en un horizonte entre hoy y el 2040 (para un escenario base).

Además de proveer las ventajas de las energías renovables (como independencia de la importación de combustibles fósiles y descarbonización de la matriz), la generación distribuida provee otras ventajas como modularidad, adaptabilidad, y resiliencia, por estar cerca de los consumos, estar adaptados a las condiciones locales, estar distribuidos espacialmente, y contar con elementos distribuidos de almacenamiento. Todos estos factores les permiten hacer frente a desastres naturales de mejor forma que los sistemas centralizados. En este estudio se hace referencia también a otras externalidades positivas de la generación distribuida, como generación de industria y empleo local complejo, y nuevos modelos de negocios, entre otras.
Es importante recalcar que para que esto ocurra, debe haber un marco de políticas públicas que permitan o incentiven estos niveles de penetración, junto con desarrollos en esquemas de control y coordinación en redes.

¿Qué le parece el plan de retiro de centrales a carbón?

Me parece un piso mínimo, aunque probablemente debiera acelerarse. El problema radica en tener capacidad suficiente en su reemplazo, asegurando la resiliencia del sistema.

¿Qué desafíos debe considerar la industria minera y energética en Chile a revertir esto?

Hay dos desafíos primordiales. El primero es descarbonizar la matriz eléctrica, incorporando más energías renovables, lo que conlleva a mayores desafíos en términos de flexibilidad, como el almacenamiento y la capacidad de transmisión.

El segundo desafío es el cambio de energéticos para descarbonizar parte de las demandas térmicas y de transporte, tanto industriales como urbanas. Por ejemplo, se debiera evaluar el uso de hidrógeno verde, combustibles sintéticos, biocombustibles, y energías renovables como termo-solar y geotérmica, resguardando que las cadenas de suministro completas sean bajas en carbono y sustentables (lo que no siempre ocurre). En este sentido, es muy importante que las evaluaciones contemplen siempre los sistemas y ciclos de vida completos, para no intercambiar un problema ambiental o climático por otro.

Clasificadora de riesgo ICR destaca potencial de crecimiento de industria chilena del litio por la electromovilidad

La clasificadora de riesgo ICR emitió un informe en el que analiza el impacto que tendrá el avance de la electromovilidad en el desarrollo de la industria chilena del litio.

Es así como en el reporte se destaca que, a pesar del efecto general de la pandemia sobre la economía global y las limitaciones consecuentes en el comercio, turismo y el desplazamiento, la adopción global de vehículos eléctricos (EVs, por sus siglas en inglés) se disparó en 2020, con un crecimiento total del 43%, resultando en un total de 3,24 millones de unidades vendidas, según la información publicada por EV Volumes.

Gran parte de esta actividad fue impulsada por el mercado europeo, el cual por primera vez en cinco años sobrepasó a China como líder en compras de vehículos eléctricos. En Noruega, actualmente, circulan por sus calles más autos eléctricos que los de cualquier otro tipo, estableciendo un récord mundial y marcando un precedente importante tanto para esta industria actual como para su futuro. Un 54,3% de todos los vehículos nuevos vendidos dentro de ese país fueron de batería eléctrica, explicado en parte por la política del país escandinavo de dejar exento de impuestos a cualquier venta de EVs.

Demanda por carbonato de litio y efecto en la industria

El informe consigna que la demanda global para el Carbonato de Litio Equivalente (LCE) –una de las dos principales formas de litio utilizadas para batería empleadas por vehículos eléctricos– tiene un crecimiento proyectado superior a un millón de toneladas para 2026, según Roskill. Como comparación, la demanda global fue de 204 mil toneladas en 2016 y de 323 mil toneladas en 2019.

Este crecimiento se sustenta en gran parte por el uso del litio dentro de baterías recargables, efecto que ya está siendo patente: entre 2016 y 2019 el consumo agregado de litio en autos eléctricos de pasajeros pasó de un 18% a un 32%, según datos de Cochilco. Se puede deducir, entonces, que dadas las proyecciones existentes en relación con el crecimiento de la industria de electromovilidad, dicha tendencia continuará al alza, con varias estimaciones estableciendo que sobre el 65% de consumo de litio será explicado por la electromovilidad, consigna el reporte.

Profundizando en el ámbito chileno, se puede ver que la industria efectivamente ha reaccionado a las expectativas de la demanda: la cartera de proyectos de litio ha alcanzado su mayor nivel, con iniciativas que representan inversiones por US$1.807 millones.

Además, según Cochilco, la producción actual se duplicaría para 2024, alcanzando cerca de 250.000 toneladas de LCE, siendo fuertemente fomentada por el auge esperado en la demanda dentro de la industria de electromovilidad.

SQM, por su parte (la principal productora chilena), indica que sus proyecciones de demanda muestran un rango entre 800 mil y 1 millón de toneladas de LCE a 2025, y que este monto superaría los 2 millones de toneladas hacia 2030 bajo ciertos escenarios y supuestos, con un crecimiento anual promedio cercano a 20%.

Como comparación, la demanda global de litio llegó aproximadamente a 330 mil toneladas en 2020, logrando un aumento del 6% con respecto a 2019. Todo lo anterior sugiere que en los próximos años el valor de las exportaciones de litio chilenas podría llegar a ser comparable con otros sectores más consolidados, como el vitivinícola.

Además, se espera un impacto positivo en la demanda de vehículos eléctricos en 2021 por la recuperación pospandemia, que conduciría a un déficit ligero de la oferta global de litio en el corto plazo, teniendo implicancia en un eventual aumento de los precios.

También se proyecta que este desbalance se estabilice en el mediano plazo, para que nuevamente (hacia la segunda mitad de la década) se observe una tasa de crecimiento de la oferta menor a la demanda. La escasez de baterías de ion-litio frente a una demanda exponencial durante la próxima década también será tendencia.

Clasificadora de riesgo ICR destaca potencial de crecimiento de industria chilena del litio por la electromovilidad

La clasificadora de riesgo ICR emitió un informe en el que analiza el impacto que tendrá el avance de la electromovilidad en el desarrollo de la industria chilena del litio.

Es así como en el reporte se destaca que, a pesar del efecto general de la pandemia sobre la economía global y las limitaciones consecuentes en el comercio, turismo y el desplazamiento, la adopción global de vehículos eléctricos (EVs, por sus siglas en inglés) se disparó en 2020, con un crecimiento total del 43%, resultando en un total de 3,24 millones de unidades vendidas, según la información publicada por EV Volumes.

Gran parte de esta actividad fue impulsada por el mercado europeo, el cual por primera vez en cinco años sobrepasó a China como líder en compras de vehículos eléctricos. En Noruega, actualmente, circulan por sus calles más autos eléctricos que los de cualquier otro tipo, estableciendo un récord mundial y marcando un precedente importante tanto para esta industria actual como para su futuro. Un 54,3% de todos los vehículos nuevos vendidos dentro de ese país fueron de batería eléctrica, explicado en parte por la política del país escandinavo de dejar exento de impuestos a cualquier venta de EVs.

Demanda por carbonato de litio y efecto en la industria

El informe consigna que la demanda global para el Carbonato de Litio Equivalente (LCE) –una de las dos principales formas de litio utilizadas para batería empleadas por vehículos eléctricos– tiene un crecimiento proyectado superior a un millón de toneladas para 2026, según Roskill. Como comparación, la demanda global fue de 204 mil toneladas en 2016 y de 323 mil toneladas en 2019.

Este crecimiento se sustenta en gran parte por el uso del litio dentro de baterías recargables, efecto que ya está siendo patente: entre 2016 y 2019 el consumo agregado de litio en autos eléctricos de pasajeros pasó de un 18% a un 32%, según datos de Cochilco. Se puede deducir, entonces, que dadas las proyecciones existentes en relación con el crecimiento de la industria de electromovilidad, dicha tendencia continuará al alza, con varias estimaciones estableciendo que sobre el 65% de consumo de litio será explicado por la electromovilidad, consigna el reporte.

Profundizando en el ámbito chileno, se puede ver que la industria efectivamente ha reaccionado a las expectativas de la demanda: la cartera de proyectos de litio ha alcanzado su mayor nivel, con iniciativas que representan inversiones por US$1.807 millones.

Además, según Cochilco, la producción actual se duplicaría para 2024, alcanzando cerca de 250.000 toneladas de LCE, siendo fuertemente fomentada por el auge esperado en la demanda dentro de la industria de electromovilidad.

SQM, por su parte (la principal productora chilena), indica que sus proyecciones de demanda muestran un rango entre 800 mil y 1 millón de toneladas de LCE a 2025, y que este monto superaría los 2 millones de toneladas hacia 2030 bajo ciertos escenarios y supuestos, con un crecimiento anual promedio cercano a 20%.

Como comparación, la demanda global de litio llegó aproximadamente a 330 mil toneladas en 2020, logrando un aumento del 6% con respecto a 2019. Todo lo anterior sugiere que en los próximos años el valor de las exportaciones de litio chilenas podría llegar a ser comparable con otros sectores más consolidados, como el vitivinícola.

Además, se espera un impacto positivo en la demanda de vehículos eléctricos en 2021 por la recuperación pospandemia, que conduciría a un déficit ligero de la oferta global de litio en el corto plazo, teniendo implicancia en un eventual aumento de los precios.

También se proyecta que este desbalance se estabilice en el mediano plazo, para que nuevamente (hacia la segunda mitad de la década) se observe una tasa de crecimiento de la oferta menor a la demanda. La escasez de baterías de ion-litio frente a una demanda exponencial durante la próxima década también será tendencia.

Clasificadora de riesgo ICR destaca potencial de crecimiento de industria chilena del litio por la electromovilidad

Clasificadora de riesgo ICR destaca potencial de crecimiento de industria chilena del litio por la electromovilidad

La clasificadora de riesgo ICR emitió un informe en el que analiza el impacto que tendrá el avance de la electromovilidad en el desarrollo de la industria chilena del litio.

Es así como en el reporte se destaca que, a pesar del efecto general de la pandemia sobre la economía global y las limitaciones consecuentes en el comercio, turismo y el desplazamiento, la adopción global de vehículos eléctricos (EVs, por sus siglas en inglés) se disparó en 2020, con un crecimiento total del 43%, resultando en un total de 3,24 millones de unidades vendidas, según la información publicada por EV Volumes.

Gran parte de esta actividad fue impulsada por el mercado europeo, el cual por primera vez en cinco años sobrepasó a China como líder en compras de vehículos eléctricos. En Noruega, actualmente, circulan por sus calles más autos eléctricos que los de cualquier otro tipo, estableciendo un récord mundial y marcando un precedente importante tanto para esta industria actual como para su futuro. Un 54,3% de todos los vehículos nuevos vendidos dentro de ese país fueron de batería eléctrica, explicado en parte por la política del país escandinavo de dejar exento de impuestos a cualquier venta de EVs.

Demanda por carbonato de litio y efecto en la industria

El informe consigna que la demanda global para el Carbonato de Litio Equivalente (LCE) –una de las dos principales formas de litio utilizadas para batería empleadas por vehículos eléctricos– tiene un crecimiento proyectado superior a un millón de toneladas para 2026, según Roskill. Como comparación, la demanda global fue de 204 mil toneladas en 2016 y de 323 mil toneladas en 2019.

Este crecimiento se sustenta en gran parte por el uso del litio dentro de baterías recargables, efecto que ya está siendo patente: entre 2016 y 2019 el consumo agregado de litio en autos eléctricos de pasajeros pasó de un 18% a un 32%, según datos de Cochilco. Se puede deducir, entonces, que dadas las proyecciones existentes en relación con el crecimiento de la industria de electromovilidad, dicha tendencia continuará al alza, con varias estimaciones estableciendo que sobre el 65% de consumo de litio será explicado por la electromovilidad, consigna el reporte.

Profundizando en el ámbito chileno, se puede ver que la industria efectivamente ha reaccionado a las expectativas de la demanda: la cartera de proyectos de litio ha alcanzado su mayor nivel, con iniciativas que representan inversiones por US$1.807 millones.

Además, según Cochilco, la producción actual se duplicaría para 2024, alcanzando cerca de 250.000 toneladas de LCE, siendo fuertemente fomentada por el auge esperado en la demanda dentro de la industria de electromovilidad.

SQM, por su parte (la principal productora chilena), indica que sus proyecciones de demanda muestran un rango entre 800 mil y 1 millón de toneladas de LCE a 2025, y que este monto superaría los 2 millones de toneladas hacia 2030 bajo ciertos escenarios y supuestos, con un crecimiento anual promedio cercano a 20%.

Como comparación, la demanda global de litio llegó aproximadamente a 330 mil toneladas en 2020, logrando un aumento del 6% con respecto a 2019. Todo lo anterior sugiere que en los próximos años el valor de las exportaciones de litio chilenas podría llegar a ser comparable con otros sectores más consolidados, como el vitivinícola.

Además, se espera un impacto positivo en la demanda de vehículos eléctricos en 2021 por la recuperación pospandemia, que conduciría a un déficit ligero de la oferta global de litio en el corto plazo, teniendo implicancia en un eventual aumento de los precios.

También se proyecta que este desbalance se estabilice en el mediano plazo, para que nuevamente (hacia la segunda mitad de la década) se observe una tasa de crecimiento de la oferta menor a la demanda. La escasez de baterías de ion-litio frente a una demanda exponencial durante la próxima década también será tendencia.

Cambio climático: Los riesgos que comparten la industria minera y la automotriz

Durante la realización del “Seminario Cambio Climático: riesgos y oportunidades” en el marco de Cesco Week Stgo 2021, la organización de conservación del medio ambiente, WWF, abordó cuáles son algunos de los riesgos del cambio climático, a los que se ve enfrentado el sector minero y automotriz.

Sin duda, el primero y –probablemente- más notorio, es el riesgo por la escasez hídrica. “De acuerdo a un trabajo realizado en 2020, vemos que el escenario de riesgo hídrico crece en el ámbito de la minería”, afirmó Tobias Kind- Rieper de WWF.

“También voy a mencionar otro concepto que es el riesgo físico, hemos visto en empresas del ámbito automotriz donde hay limitaciones de producción por la falta de agua”, añadió.

Asimismo, sostuvo que había que considerar los riesgos regulatorios y el reputacional.

[VEA TAMBIÉN: Dos tercios del crecimiento de la demanda mundial de cobre refinado irían a energías renovables y vehículos eléctricos]

Dentro del mismo contexto, comentó que “el sector automotriz ha estado desarrollando y luchando por la sustentabilidad. Es importante también considerar cuáles son los límites, los umbrales en cada sector. Si hay un problema, por ejemplo, ya sea asociado a seguridad o a cambio climático o si hay una compañía que va a realizar trabajos de explotación de cobre tiene que tener en consideración todos los riesgos que hay en ese sector”.

Agregó que “hay que establecer, siempre es un mínimo, por ejemplo, un desde en término de las emisiones  y hay que aunar los esfuerzos en los trabajos. También tenemos que considerar a las comunidades que hay detrás, todos nuestros stakeholders”.

A su vez, abordó un punto que también fue tratado en este seminario por otros expositores. «Tenemos que saber de dónde vienen los commodities que estamos utilizando. No podemos ver el impacto social y ambiental desconociendo el origen de esas materias primas. Y el consumidor, abajo en la cadena de suministro, cuál es el origen de los commodities», enfatizó.

Además, señaló que había que considerar todo lo que comprende la economía circular: “Por ejemplo, en el ámbito automotriz por podemos ver que hay una gran cantidad de tonelaje que se pierde, desechos, etc.»