(Pulso) Con una mayor percepción de la corrupción y la violencia, y en un año en que se renueva el congreso completo, los desafíos del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, no sólo vienen por el lado político. La reforma energética que abriría a Pemex a inversionistas privados después de 76 años de monopolio estatal ya es una realidad, pero la caída en los precios del petróleo de casi 50% desde su peak el año pasado, ha sido un dolor de cabeza para el sector.
A fines de febrero, Pemex anunció su quinta pérdida trimestral consecutiva, de 76.500 millones de pesos (US$5.800 millones), en gran parte debido a una caída en la producción. Con esto, la empresa sumó pérdidas por más de US$19.816 millones en todo el año
El mandatario firmó la ley de reforma el 20 de diciembre y la respuesta de los inversionistas hasta ahora ha sido favorable. Alrededor de 26 compañías, entre ellas BG, Shell, Chevron y Exxon Mobil, se inscribieron para tener acceso a los datos geológicos, sísmicos, entre otros, para el primer bloque de ofertas y 42 empresas mostraron interés en las licitaciones. “La primera licitación ha sido muy bien atendida, con bastante interés, porque esa es impulsada por grandes empresas de producción. Para ellos es muy importante tener reservas, miran a largo plazo y no están tan afectados por la caída del precio del petróleo”, aseguró Walter Molano de BCP Securities, jefe de investigación en BCP Securities.
Sin embargo, advierte que el otro componente de la reforma, de petróleo de esquisto, se ha visto frenado. “Dado que la mayoría de estas empresas son pymes, muchas están en problemas con la caída del petróleo y no hay muy buenas expectativas para que estas empresas sean agresivas en México”, asegura.
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Los cálculos a largo plazo son optimistas. Al abrir la puerta a empresas extranjeras para la producción, la nueva ley podría impulsar la inversión extranjera en hasta US$20 mil millones al año, según cálculos de Bank of America. Por su parte, el FMI dio a conocer hace unas semanas un working paper que estima que la reforma energética logrará incrementar la producción manufacturera en hasta 3,6%, y el PIB en hasta 0,6%.
Una visión similar es la de Duncan Wood, director del Mexico Institute en el think tank estadounidense Wilson Center. “Mucho depende de las inversiones costa adentro que sigan a las inversiones en exploración y producción y también en la cantidad de recursos humanos nacionales de alto valor agregado que utilicen las empresas petroleras”, planteó Duncan Wood, director del Mexico Institute en el think tank estadounidense Wilson Center. “Mi estimación es que después de 10 años vamos a ver un impacto muy positivo en cuanto a la tasa de crecimiento económico debido a la reforma energética, y seguirá creciendo”, sostuvo Wood.
Pero no todos coinciden con esta visión optimista. Javier Jiménez Espriú, especialista en energía de la Universidad Nacional Autónoma de México, es escéptico sobre los beneficios de la reforma. “Para mí no hay hasta hoy beneficio alguno y sí en cambio muchos perjuicios, agravados por la caída de los precios del crudo: cancelación de plazas de los trabajadores, paralización de los trabajos de mantenimiento de la refinación que trabaja al 68% de su capacidad, pérdida de renta petrolera según indican los modelos de contrato para las licitaciones, incapacidad para vigilar la regulación sobre los nuevos participantes en la industria, y en México seguimos pagando los combustibles como sí el barril de crudo costara US$100”, sostuvo.
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Para el economista mexicano, Jonathan Heath, es muy temprano para hablar de beneficios. “Lo único importante que se ha dado fue una reducción en las tarifas eléctricas al inicio del año, pero fue más una decisión política de imagen que una acción concretada derivada de la reforma. Estimamos que los primeros beneficios concretos empezarán a notarse a partir de 2016”, aseguró. De todas maneras, Heath es cauteloso en cuanto a los efectos de esta reforma dada la incertidumbre por el precio del petróleo. “El gobierno prometió que si se aprobaran las diez reformas, México estaría ya a estas alturas creciendo al 5%. Sin embargo, con todo y reformas, el crecimiento promedio de los dos primeros años de Peña Nieto es 1,7%, menos que el crecimiento promedio del sexenio anterior”, plantea.