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Líder de Alstom, de héroe a traidor de Francia

Abr 30, 2014

Siemens también busca comprar el negocio de energía del conglomerado galo, pero ha quedado en segundo plano.

(El Mercurio) Patrick Kron, el presidente de Alstom SA, fue en su momento considerado un héroe del empresariado francés. Hoy es calificado como un traidor.

El ministro francés de Economía, Arnaud Montebourg, dijo el martes que le había solicitado al regulador bursátil del país que Alstom concediera todo el tiempo que fuera necesario y tratara en forma igualitaria los intentos de la estadounidense General Electric Co. y la alemana Siemens AG de comprar el negocio de energía del conglomerado industrial de Francia.

Siemens dijo luego que estaba dispuesta a realizar una oferta formal por Alstom siempre y cuando tuviera pleno acceso a las finanzas de la compañía durante cuatro semanas para realizar el proceso de revisión de libros. La Autorité des Marchés Financiers, el regulador bursátil, le recordó a la junta directiva de Alstom que, en interés de los accionistas, tenía la obligación de explorar todas las propuestas.

Oferta por más de US$ 12 mil millones

La junta directiva de Alstom, sin embargo, aceptó la propuesta de GE para adquirir su filial de energía por más de US$ 12.000 millones en efectivo, dijo una fuente cercana. GE y Alstom no quisieron comentar. El directorio de Alstom se comprometió con GE a no buscar otras ofertas, aunque sí evaluará propuestas que reciba en los próximos 30 días.

La solicitud de Montebourg a la AMF constituye el intento más osado del gobierno para marginar a Kron de lo que se está transformando en una dolorosa batalla por el futuro de Alstom. También ilustra la caída en desgracia de Kron, quien había conducido personalmente la venta de los activos energéticos de Alstom a GE.

Su decisión de negociar con el conglomerado estadounidense a espaldas de la junta directiva y del gobierno del presidente François Hollande ha generado una profunda desconfianza al interior del gobierno socialista, que esta semana se empezó a reunir en forma directa con ejecutivos de GE y Siemens.

En una intervención ante el Parlamento el martes, Montebourg insinuó que Kron le había dado la espalda a Francia.

El locuaz funcionario informó que había conversado varias veces con Kron desde febrero. En todas las ocasiones, relató, el ejecutivo le dijo que Alstom no tenía una alianza en sus planes.

«¿Acaso el ministro de Economía tiene que instalar un detector de mentiras en su oficina cuando vengan los máximos ejecutivos de las principales compañías del país que carecen de un sentido básico de deber cívico de informar a sus gobiernos?, preguntó. Un día antes, Montebourg acusó públicamente a Kron de violar «la ética nacional».

El ejecutivo no ha hecho comentarios públicos desde que regresó a París el jueves de un viaje a EE.UU., donde había estado negociando la operación con el equipo de GE. «Atraviesa una situación complicada. Debe ser difícil para él», manifestó un directivo cercano.

Una portavoz de Kron y de Alstom declinó referirse al tema.

Su silencio representa un giro importante para el ejecutivo de 60 años, quien es conocido por lanzar duras críticas, tanto en público como en privado, y por utilizar incluso groserías en sus comentarios. Su estilo agresivo le ayudó a lo largo de los años en su empeño por apuntalar la credibilidad de Alstom con sus empleados, inversionistas y clientes.

«Es una persona honesta, que reconoce sus errores y no elude responsabilidades o le echa la culpa a otros», señaló Miguel Torvisco, del sindicato izquierdista CGT.

Kron, hijo de inmigrantes polacos que huyeron de la persecución de los nazis, se convirtió en una figura nacional hace una década, cuando Alstom estaba al borde de la bancarrota.

El entonces presidente ejecutivo, Pierre Bilger, demoró en combatir una crisis y fue reemplazado por Kron, su lugarteniente, que en ese entonces era poco conocido fuera de los círculos empresariales.

Un año después de haber asumido la presidencia ejecutiva, Kron consiguió un paquete de rescate del orden de los 4.000 millones de euros, alrededor de US$ 5.500 millones al tipo de cambio actual, liderado por el Estado.

El pacto fue un salvavidas para Alstom, pero no resolvió su problema de fondo: la escasa rentabilidad. Alstom está en un negocio intensivo en capital, que lo obliga a hacer cuantiosas inversiones en grandes proyectos que pueden demorar años en dar frutos.

La crisis de 2008 y la posterior recesión redujeron la demanda de energía y las finanzas de Alstom sintieron el impacto. Kron creó un plan a fines del año pasado para sacar a bolsa el rentable negocio de trenes de la compañía. Cuando los analistas le preguntaron si no era mejor formar un gigante ferroviario paneuropeo, Kron no ocultó su molestia. «Es una idea elegante de pronunciar, pero no deja de ser un disparate», respondió. «Eso no impide que los políticos lo repitan una y otra vez».

El viernes pasado, las negociaciones de Kron con GE se habían hecho públicas y transformado en una verdadera telenovela en la que los políticos y los sindicatos manifestaban sus reparos sobre el destino de Alstom. Kron se reunión con los sindicatos.

«Empezó a hablar en forma muy calmada», cuenta Torvisco, el líder sindical que asistió al encuentro. «Pero lo conocemos desde hace años y sabemos que puede explotar en cualquier minuto».

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