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Estudio: Chile será líder regional en contaminación si no cambia modelo de expansión eléctrico

Oct 23, 2014

El análisis realizado por la U. de Berkeley en alianza con el National Resources Defense Council (NRDC) de EEUU dice que si por el contrario, se deja de construir centrales a carbón, el costo de la electricidad en Chile crecería en sólo 3%.

(Pulso) Si Chile mantiene su modelo actual de expansión de la matriz energética -dominado por la termoelectricidad y fundamentalmente el carbón- se convertirá en pocos años en el más grande contaminador per cápita en América Latina y se ubicaría por encima de la mayoría de los países europeos, lo que afecta gravemente su competitividad a nivel mundial.

Esa es una de las conclusiones principales del estudio Imaginando un Chile Sustentable, que fue elaborado por investigadores del National Resources Defense Council (NRDC) de EEUU y de Berkeley University.

El trabajo, en el que participa también la Asociación Chilena de Energías Renovables (Acera) y que fue presentado entre martes y jueves de esta semana al CDEC-SIC, CDEC-SING, Comisión Nacional de Energía (CNE) y al Ministerio de Energía, utiliza un sistema de modelación de expansión de capacidad de largo plazo denominado SWITCH, que fue usado en el ejercicio analiza distintos escenarios sobre la evolución de la red eléctrica nacional desde 2011 y hasta 2031.

Según el documento, al que tuvo acceso PULSO, en un escenario sin cambios (BAU, por la abreviación de Business-as-usual) respecto del esquema actual de expansión del sistema eléctrico, Chile verá “un aumento en su perfil de riesgo y el incumplimiento con su compromiso internacional del 20% de reducciones de gases de efecto invernadero para el año 2020”.

En ese panorama, la energía generada por las centrales de carbón subiría del 25% en el 2014 a un 47% en el 2030.

A ello se suma, según los autores, que gran parte de este carbón sería importado, lo que generaría un cuadro tan riesgoso como lo ocurrido con las importaciones de gas natural desde Argentina en la década del 90 “con sus conocidas consecuencias”, se explica.

¿Chile sin carbón?

En un segundo escenario, se plantea que si Chile no instala nuevas plantas de carbón a partir de 2014, los costos del sistema solo subirían un 3% y las emisiones de dióxido de carbono se reducirían a la mitad en comparación con el escenario BAU.

Según la modelación, en ese caso el gas natural y las energías renovables no convencionales se dividirían uniformemente el espacio que deja la generación a carbón, en comparación con el escenario BAU, pero se requerirá un incremento adicional del 70% al 100% de capacidad de gas natural licuado (GNL) para el año 2030 en comparación con los planes de expansión existentes en los dos sistemas principales, SING y SIC.

“En el escenario sin carbón (SC) se impide la instalación de nuevas plantas a carbón, pero permitimos plantas de gas natural y de ciclo combinado para cubrir picos de demanda. Demostramos que la ausencia de este hidrocarburo en la red chilena no causa estragos en el sistema energético”, se concluye.

Si no se instalan nuevas centrales a carbón se requeriría aumentar la capacidad de regasificación de 10 a 15 millones de metros cúbicos día en Quintero y de 5,5 a 8 millones de m3 en Mejillones. Esto, considerando que estas capacidades no son solo para la producción de electricidad, sino también para el uso de gas residencial, comercial e industrial.

Una tercera conclusión se relaciona con la penetración de las energías renovables en la matriz eléctrica nacional. Al respecto se establece que Chile puede instalar hasta 25 veces su capacidad renovable intermitente que existía en el sistema en 2013, siempre y cuando se vea acompañada de la flexibilidad que proveerían las plantas de gas natural, lo que se traduciría en una proporción de 7:1 entre los recursos intermitentes (eólicos y solares) y la capacidad de “respaldo” o flexible.

La intermitencia de las centrales eólicas o solares se supliría con despachos horarios de energía hidroeléctrica, lo que permitiría mantener la confiabilidad del sistema.

Sin embargo, este crecimiento de la participación ERNC depende en alto grado de que la expansión de la red de transmisión no se vea obstaculizada. Ello triplicaría los costos de integración al sistema, creando a su vez una transferencia de riqueza hacia los generadores convencionales, “particularmente aquellos basados en combustibles fósiles, que compensan la falta de expansión de la transmisión con una implementación más extensa y mayores costos operativos y de combustible”, se agrega en el texto.

Además, el trabajo dedica un capítulo especial a la geotermia, recurso sobre el cual se dice que es el recurso más rentable y que una implementación temprana de esta energía permitiría ahorrar hasta US$11 mil millones en 20 años.

Sobre la energía eólica, el estudio agrega que debiera convertirse en la mayor fuente de ERNC en Chile a 2030, con entre 7 y 8,5 GW instalados. La energía solar, en tanto, podría llegar a entre 1.700 y 3.600 MW instalados a 2030, lo que dependerá de las variaciones en los costos y el financiamiento.

«La diversificación de fuentes de energía es fundamental para tener mercados competitivos»

“Nuestros resultados indican que Chile puede prescindir de nuevas unidades en base a carbón y que esto incrementa los costos de sistema en un 3% en los 20 años simulados. Este escenario requiere duplicar la capacidad actual de gasificación en los terminales de GNL, además de incorporar grandes cantidades de energías renovables lideradas por la eólica y seguida por solar y geotermia”, señala Juan Pablo Carvallo, uno de los autores del estudio.

El investigador está en Chile para presentar el análisis a las principales entidades relacionadas con energía, como los CDEC, la CNE y el Ministerio de Energía.

Según Carvallo, el sector eléctrico chileno lleva casi una década de precios altos, alta concentración, suministro restringido, e incertidumbre en el desarrollo de proyectos convencionales de mayor tamaño. Por ello, agrega, la Agenda de Energía elaborada por el gobierno de la Presidenta Bachelet ha reconocido la importancia de que el Estado asuma un rol más activo, de la diversificación de la matriz y de los actores, y de reducir costos.

El sistema

“La diversificación de fuentes de energía es un componente central para conseguir mercados eléctricos competitivos y robustos e incrementar la seguridad energética de un país. Nuestros resultados indican que si Chile sigue una expansión que atienda solamente a una eficiencia en costo y que no atienda a los costos de las externalidades ambientales, sociales, y macroeconómicas, estará produciendo un 47% de su energía en base a carbón hacia el 2030, comparado con un 25% actual”, complementa el investigador.

Añade que en la opinión de los autores, existen diversos riesgos al depender de manera tan fuerte de un único combustible importado. “Se espera que el carbón comience a exhibir volatilidad de precios cada vez más alta en la medida que avanzan las negociaciones para establecer impuestos y/o precios a las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial. Esta misma regulación provocaría que productos y servicios desarrollados con una mayor huella de carbono sean menos competitivos en los mercados mundiales”, plantea.

“La conclusión que un sistema diversificado y más limpio puede bajar los costos. El trabajo ahora es definir reglas de mercado para dar a Chile el futuro energético, estable, limpio y costo-efectivo que merecen los chilenos”, responde Doug Sims, director de Estrategia y Finanzas para de NRDC, entidad que junto con Acera apoyaron la realización de este trabajo.

El estudio fue realizado por los candidatos a doctor Juan Pablo Carvallo, Patricia Hidalgo-González y Daniel M. Kammen, todos ellos de la Universidad de Berkeley.

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