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¿Es o no es burbuja? Precios de las acciones tecnológicas son difíciles de justificar

Mar 17, 2014

La existencia de ingresos reales explica la espuma en las acciones tecnológicas, pero no la hace racional.

(La Tercera) En el mundo de las acciones tecnológicas, es febrero de 2000, al menos si uno lo mide por el Nasdaq, el índice preferido por los inversionistas en firmas de tecnología. La semana pasada alcanzó un nivel superado sólo durante el mes final de locura puntocom antes del estallido de esa burbuja, en marzo del 2000.

Para los escépticos, esa es una señal de espuma. Empresas como Facebook, Twitter, Arm Holdings, Tesla y el sector de biotecnología se transan a niveles difíciles de comprender. Facebook pagó US$ 19.000 millones por WhatsApp o US$ 345 millones por empleado. El número de empresas de alta valuación, cotizadas a más de 20 veces las utilidades esperadas y más de 10 veces las ventas y el valor libro, es el más alto desde el colapso puntocom.

Hay acuerdo en cuanto a la explicación: años de debilidad económica han dejado a los inversionistas sin las fuentes usuales de crecimiento del ciclo económico, así es que el optimismo creciente se dirigió, en cambio, a la nueva tecnología.

Las esperanzas se enfocan en redes sociales, biotecnología, pagos/retail online y un puñado de tecnologías disruptivas, en particular los autos eléctricos de Tesla, los procesadores baratos de Arm y la impresión 3D.

Esto no es, dicen sus accionistas, una repetición de los años de la burbuja puntocom. Entonces, las empresas cotizadas que añadían .com a sus nombres anotaban en 10 días una ganancia promedio de 74%, según un estudio posburbuja. En contraste, las de hoy tienen ingresos reales y crecen a expensas de actores existentes lentos y agobiados por modelos de negocios anticuados. La pregunta es si las acciones conseguirán utilidades suficientemente grandes de la disrupción o si los inversionistas están, una vez más, sobreexcitados.

El caso contrario es bastante simple. El dinero fácil ha animado la especulación. Los mercados emergentes fueron los primeros beneficiarios. Las acciones de nuevas tecnologías son simplemente la última moda.

Muchos gestores están abandonando las herramientas tradicionales de valuación, “adivino-estimando” cuánto de un mercado total puede conseguir una empresa en una década, en lugar de mirar las tasas de crecimiento o las utilidades.

Las valuaciones asumen que las nuevas acciones de tecnología crearán una enorme disrupción en las empresas tradicionales, que los actores existentes no responderán de modo efectivo y que no habrá otros emprendimientos que afecten los nuevos modelos de negocio (como Facebook con otras redes sociales previas). Algunas de estas acciones pueden ser el Google del retail o los autos, otras serán tan valiosas como un boleto de lotería sin premio.

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