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Eficiencia energética en la ciudad: lo que falta por hacer

Abr 7, 2017

Más que legislar para tener una mejor política de eficiencia, expertos hacen un llamado a realizar acciones concretas que permitan cambiar la cultura cívica de los ciudadanos, para lograr estar en línea con países del primer mundo, quienes lograron desacoplar su desarrollo económico con el consumo de energías menos sustentables.

(Pulso) Cada año la ciudad tiene que enfrentar inviernos crudos, que se hacen sentir sobre todo en los sectores vulnerables y precordilleranos. Expertos aseguran que el Gobierno ha implementado una adecuada política en eficiencia energética, pero estiman que hace falta mayor comunicación para superar barreras desde el punto de vista de educación y cultura cívica.

La creación del Programa País de Eficiencia Energética (PPEE) en el año 2005 y la Agencia Chilena de Eficiencia Energética (ACEE) junto al Ministerio de Energía en 2010, dieron cuenta del interés del Ejecutivo por sumarse a la tendencia mundial que apunta hacia la creación de políticas de sostenibilidad en esta materia, pero en paralelo a los avances desde el punto de vista gubernamental, aún quedan materias por resolver.

“El ministerio de Vivienda, así como el de Energía, Medioambiente y la Agencia Chilena de Eficiencia Energética, han tratado de ir generando incentivos, políticas y subsidios para hacer más fácil el acceso a tecnologías, sistemas de climatización y de aislación que permitan que las viviendas en Chile sean más eficientes, sin embargo, todavía culturalmente no se le ha dado la importancia que tiene este tema”, manifiesta Pablo Allard, decano de la Facultad de Arquitectura de la UDD.

Así, el académico explica que más que una falta de iniciativa del gobierno, se trata de un desconocimiento del tema por parte de la población. “Hay muchas más barreras desde el punto de vista de educación y de cultura cívica, más que económicas, para que las familias efectivamente cambien sus hábitos”, asegura Allard.

Datos de la Comisión Nacional de Energía muestran que para el año 2016 el aumento en la demanda energética de clientes regulados con respecto al año anterior fue de 1,94%, mientras que el promedio para los cinco años previos fue de 5,13%.

“Esto puede atribuirse en gran parte a la política adoptada para el reemplazo de ampolletas incandescentes”, comenta Jorge Lira, investigador del Programa Económico de LyD.

Desde este organismo aseguran que uno de los mayores desafíos está en diferenciar el crecimiento económico con el aumento del consumo eléctrico, que es una de las principales características de los países desarrollados que han tenido éxito en la implementación de políticas de eficiencia energética.

“Aún tenemos una brecha considerable en términos de intensidad energética con respecto a los países más desarrollados, por lo que el desafío es seguir desacoplando el crecimiento económico del consumo eléctrico”, dice el investigador de LyD.

Desde la ACEE manifiestan que si bien el rol del Estado en esta materia es muy relevante, no se puede dejar toda la responsabilidad relacionada con este tema a una política gubernamental, asegurando que las personas y organizaciones tienen un rol en esto y son las que deben dar el punto de partida.

“El hecho de que hoy la eficiencia energética no sea un factor cultural incorporado en nuestras conductas habituales; más allá de si esto es responsabilidad del Estado, de sus ciudadanos, empresas u organizaciones, nuestra visión es que todos tenemos un rol que jugar para que esto ocurra”, manifiesta Diego Lizana, director ejecutivo de la ACEE.

Desde este organismo aseguran que, si bien existen proyectos que apuntan hacia un mejoramiento de la eficiencia energética de la ciudad, hacen faltan regulaciones gubernamentales para ordenar las iniciativas.

“Hoy el país cuenta con una política energética, que incluye consideraciones de eficiencia, pero no cuenta con un paraguas que ordene las diversas iniciativas que se están realizando y en este sentido, avanzar en una ley de eficiencia energética será clave para lograr ese ordenamiento”, explica Lizana.

Para el investigador de LyD esto no tiene que ver con la creación de una ley que regule las políticas y acciones de eficiencia energética, sino que está en línea con la generación de un cambio en la cultura a través de acciones particulares.

“Solemos acostumbrarnos a hacer las cosas de una determinada manera sin ver que existen oportunidades de eficiencia energética que nos pueden llevar a mejorar nuestras condiciones en términos de competitividad, productividad, sustentabilidad y finalmente calidad de vida. Para lograrlo no necesitamos una obligación por ley, podemos comenzar desde ya a generar este cambio cultural a través de nuestras propias acciones”, manifiesta Lira.

Reemplazo por energías eficientes

Históricamente la leña ha sido una de las fuentes de energía preferidas para la calefacción de los hogares chilenos. Su alta disponibilidad y bajo costo la convierten en una de las opciones más comunes en la zona central y sur del país.

Por este motivo, el Ministerio de Energía llevó a cabo la caracterización de la utilización de leña a nivel nacional. Los datos obtenidos arrojaron que este combustible se emplea para calefacción en el 33,2% de los hogares del país, concentrándose en la zona sur, donde la Región de Aysén es la que cuenta con el mayor volumen de consumo, mientras que el Biobío es la que tiene la mayor cantidad de casas que utilizan esta fuente de energía, con 420.041 viviendas.

“La relevancia que tiene la leña dentro de la matriz energética nacional queda más que clara. En temas de calefacción, es la principal fuente de energía en siete de las once zonas donde se efectuó el estudio. Contar con información detallada permite generar mejores estrategias su uso, así como el de sus derivados, y ahí radica la relevancia de esta investigación”, indicó Cristián Yáñez, Gerente del Área Eficiencia Energética y Construcción Sustentable de la CDT.

Así, los expertos recomiendan incentivar el uso de energías más eficientes como la eléctrica para la calefacción de los hogares y también recomiendan su utilización en otros sectores. “El Gobierno ha hecho un tremendo esfuerzo en comunicar, fomentar el cambio a ampolletas eficientes, también ha hecho un aporte a la mayor adopción de la electricidad como energético y yo creo que hay una cosa donde todavía se puede ganar, por ejemplo, en movilidad eléctrica”, asegura Claudio Seebach, director ejecutivo de la Asociación de Generadoras de Chile.

El experto asegura que cuando se reemplazan otros combustibles por electricidad, se gana en eficiencia: “Un auto a bencina pierde en calor cerca del 80% de la energía que contiene en el estanque y solo 15% o 20% se transforma en movimiento, mientras que un motor eléctrico convierte entre 60% y 80% directamente en fuerza, entonces hay una gran ganancia en eficiencia energética”, explica Seebach.

Para la ACEE los desafíos más grandes tienen que ver con contar con una política de eficiencia energética que sea valorada por toda la sociedad: “No hemos logrado mostrar los beneficios absolutos de la eficiencia energética, que ésta se entienda más allá del ahorro de energía, como un factor que genera una serie de beneficios en términos de productividad, competitividad, sustentabilidad y calidad de vida”, dice Lizana.

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