(Qué Pasa) La semana pasada, el Bureau de la Convención Marco de Naciones Unidas por el Cambio Climático, decidió la postergación de la COP26 que se iba a desarrollar en noviembre de este año en Glasgow, producto de la crisis provocada por el Covid-19. La instancia -presidida por la ministra Carolina Schmidt en su calidad de presidenta de la COP25- no dispuso de una nueva calendarización debido a la incertidumbre mundial que supone la pandemia en estos momentos.
La decisión abrió una serie de interrogantes relacionadas a los compromisos climáticos de los países. Estaba dispuesto que para la COP todos los países actualizaran sus compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, conocidas como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC por sus siglas en inglés), el principal instrumento establecido en el Acuerdo de París. Pero con la postergación quedó en suspenso también si se corría ese plazo, en medio de las complicaciones económicas que supone para el mundo enfrentar el Covid-19.
La semana pasada, Japón se sumó a los pocos países que han actualizado sus NDC, la que fue catalogada derechamente como “vergonzosa” por la sociedad civil al no haber aumentado sus compromisos en relación a lo que presentó en 2015.
En ese contexto de incertidumbre es que el gobierno chileno decidió presentar su propia NDC, la que viene trabajando desde hace más de un año. En octubre se conoció el primer borrador, el que pasó por una consulta ciudadana y por último fue visada por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad y por el propio presidente Sebastián Piñera. El lanzamiento oficial será a las 10:30 de este jueves en un evento que se transmitirá a través del Facebook Live del Ministerio de Medio Ambiente, y contará con, además de Schmidt, la participación de los titulares de las carteras de Energía (Juan Carlos Jobet), Ciencia (Andrés Couve) y la secretaria ejecutiva de la Convención de Naciones Unidas, la mexicana Patricia Espinosa.
El documento todavía no está disponible, pero según pudo averiguar La Tercera con distintas fuentes que conocen su contenido, mantiene las bases establecidas en el borrador e incluso va más allá en términos de ambición, despejando las dudas de si, el estallido social primero, y ahora el coronavirus, iban a afectar los compromisos.
Uno de los anuncios más importantes sería el adelantamiento del año peak de emisiones de gases de efecto invernadero, que pasaría de 2027 a 2025. Esto significa que en cinco años más se producirá el máximo de emisiones del país, para que, a partir de entonces, comience a bajar hasta llegar a la carbono neutralidad en 2050. Esto alineado con el Plan de Descarbonización, que supone el cierre de las 28 centrales termoeléctricas a carbón de aquí a 2040, diez de ellas antes de 2024.
Presupuesto de carbono
Otro punto importante es que se mantendría la metodología del “presupuesto de carbono” que estaba en el borrador. Este es una de las grandes presiones del mundo científico hacia los países, porque tiene que ver con el total de emisiones que faltan para llegar al límite del calentamiento global de 1,5° C que impone el Acuerdo de París. Se trata de una de las principales herramientas para establecer si un país tiene, o no, un objetivo de mitigación acorde con las promesas de París.
La NDC fijaría el cálculo de las emisiones acumuladas de Chile durante la presente década en 1.100 MMt de CO2, y una meta fija de 95 MMt CO2 para el año 2030.
Esto fija un marco de acción para la política climática, evitando futuras incertidumbres al respecto, como pasó en 2015 cuando, en la presentación del primer compromiso, se hizo que este fuera dependiente al crecimiento económico del país. Además, ayuda a una coordinación global para enfrentar la crisis climática.
Junto con el cálculo, el documento incluiría una justificación de porqué tal número supone un compromiso “justo y ambicioso” a la luz de las propias circunstancias del país, tales como contribución mundial al calentamiento global, crecimiento económico, nivel de ingreso per cápita, etc. Es decir, se explicaría cómo el compromiso contribuye a cumplir con el objetivo de estabilizar la temperatura media global del planeta.
En la COP24 de Katowice, se decidió que todos los países debían cumplir ciertas normas para la comunicación de sus NDC que incluían estas justificaciones, pero se obligaba a aplicarlas solo a partir de 2025, cuestión que el equipo chileno que trabajó en el tema decidió hacer antes para demostrar un camino a seguir para otros países en vías de desarrollo.
En octubre del año pasado, la directora del Grupo sobre Gobernanza del Cambio Climático de la Universidad Politécnica de Catalunya, Olga Alcaraz, dijo a La Tercera que un país como Chile no hace diferencia en cuánto reduce sus emisiones o qué tan antes lo haga, debido a que representa un porcentaje muy mínimo de las emisiones globales. “Pero sí pueden dar el ejemplo haciendo esta revisión de compromisos siguiendo las nuevas reglas de Katowice, o haciendo su contribución en base al presupuesto de carbono. Si lo hacen, efectivamente pueden jugar un rol de liderazgo mundial», afirmó entonces.
Entre otras novedades que traería la NDC, estaría una vinculación de los compromisos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, lo que acerca las políticas climáticas a temas como la equidad de género, el cuidado a los recursos hídricos y a la superación de la pobreza.
Respecto al borrador de octubre, también se agregarían compromisos en torno a la planificación estratégica de los recursos hídricos del país y a la inclusión de los humedales y turberas en los objetivos de mitigación.
Uno de los puntos más cuestionados en el proceso de participación ciudadana por la comunidad científica y la sociedad civil fue la relevancia que se le dio a las plantaciones forestales exóticas de pinos y eucaliptus en su rol de captura del CO2 en la atmósfera, por sobre a las de bosque nativo. Esto se mantendría cómo estaba: un compromiso de forestación de 200 mil hectáreas, de las cuales solo 70 mil serían nativas, pese a que las últimas son más efectivas en el cuidado de los recursos hídricos, en el propio secuestro de carbono y en los servicios ecosistémicos que entregan.