Chile acaba de contratar a la British Gas para que se encargue de desarrollar la planta de regasificación que necesita para recibir GNL (o gas natural líquido), por barcos, desde ultramar. Aunque la infraestructura estará recién en funcionamiento en 2009, esta decisión complica, o aleja un poco al menos, otro mercado del gas para Bolivia.
Los especialistas saben que sería muy fácil venderle gas a Chile de inmediato, por lo demás, un consumidor natural. Bastaría con mejorar y reforzar el oleoducto que actualmente está tendido entre Sica-Sica y Arica, y enviar gas por él. El costo de estos trabajos se calcula en apenas tres millones de dólares. La cantidad de gas que se podría transportar por semejante procedimiento sería pequeña, pero suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de la minería y las pequeñas ciudades del norte de Chile. Santiago seguiría siendo abastecida por Argentina, pero con menos sobresaltos que ahora. Y entonces podría pensarse, con calma, en proyectos más ambiciosos.
Se trata de una idea sencilla desde el punto de vista técnico, pero de gran costo político, que sólo un gobierno como el de Evo Morales podría absorber. Por haber cabalgado siempre en el proverbial “anti-chilenismo” del occidente del país y en las ideologías anticapitalistas en auge, no habría quién sospechara de él si autorizara una venta del hidrocarburo. No habría acusaciones de “entreguismo” ni de “claudicación”.
Sin embargo, nadie sabe si el gobierno puede dar este paso, y si lo da, qué pediría a cambio exactamente. Sin duda, de hacerlo tendría problemas de suministro. Las empresas petroleras, en disputa con las autoridades bolivianas por sus contratos, y enfrentadas a una ley de hidrocarburos dura e incoherente, no quieren incrementar la cantidad de gas que se produce actualmente (la necesaria para honrar los compromisos bolivianos y abastecer el mercado interno) para no tener que hacer nuevas inversiones. Al menos así ocurre con la mayoría de ellas. De modo que, pese a la sencillez técnica del proyecto y a la capacidad política de las actuales autoridades, la venta de gas a Chile parece tan remota como siempre.
Fuente: La Nación.