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Andrés Concha: «Si HidroAysén sigue el camino de Castilla, Chile enfrentaría un problema mayor»

Sep 3, 2012

El presidente de la Sofofa plantea sus reparos a la decisión de la Suprema de rechazar la termoeléctrica, critica las campañas ambientalistas y reconoce un déficit comunicacional del mundo privado. Concha cuenta que en Alemania se acaba de inaugurar una central similar a Castilla, con la misma tecnología.

(La Tercera) La decisión de la Tercera Sala de la Corte Suprema de rechazar la construcción del segundo mayor proyecto energético del país, la Central Castilla, remeció el ambiente empresarial esta semana. Los altos costos de la energía en Chile, la incertidumbre acerca de cómo reemplazar el aporte futuro de la fallida central y las duras declaraciones de unos de los propietarios del proyecto termoeléctrico, el empresario brasileño Eike Batista, son el menú de una polémica que podría prolongarse.

“No entendemos bien el raciocinio de la Suprema para concluir que Castilla es contaminante”, dice con cierta desazón, el presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), Andrés Concha, quien asegura que la oposición de una parte de la ciudadanía a este tipo de proyectos llegó para instalarse.

¿Cuál es su posición frente a la decisión de la Suprema de revocar el proyecto Castilla?
Los fallos de la Suprema son los fallos de la Suprema, pero será duro en cuanto a su efecto económico, principalmente en las actividades mineras de la II Región, y controvertido en su interpretación de la legislación ambiental.

– Usted respeta la decisión de la Suprema, pero da señales de discrepancias…
No entendemos bien el raciocinio de la Suprema para concluir que Castilla es contaminante, si sus emisiones no van a generar contaminación. Una central termoeléctrica, al igual que un automóvil o una estufa a leña, en sí pueden ser objetos que emiten, pero no causan necesariamente contaminación si la calidad del aire no representa ningún riesgo para la salud de las personas. En el caso de Castilla, el modelo predictivo utilizado muestra que, en los puntos de mayor concentración, la calidad del aire no alcanzaba ni siquiera el estado de latencia, mucho menos de saturación. Por eso obtuvo una autorización denominada Resolución de Calificación Ambiental (RCA) emitida por la Comisión de Evaluación (ex Corema). Sin embargo, el fallo la declara contaminante conforme a una Ordenanza de urbanismo y construcción de los años 60.

– ¿Ese procedimiento está obsoleto?
Está tácitamente derogado por la Ley 19.300, del año 1994, que define el concepto de contaminación en función del medio en el cual está instalada la fuente emisora. En este caso, se trata de una localización en donde la densidad poblacional es baja, son áreas muy abiertas y los espacios de dispersión de las emisiones son muy amplios, y eso hace que en los puntos de mayor concentración los niveles de calidad del aire sean compatibles con el desarrollo de la vida humana y la naturaleza.

– ¿Entonces la decisión de la Suprema fue poco rigurosa?
No calificamos el juicio que pueden haber tenido los jueces, pero nos llama la atención que en Chile se rechace construir una central de 2.100 MW, mientras en Alemania, reconocido por su conciencia ambiental, hace sólo dos semanas se inauguró otra de 2.200 MW en Colonia, prácticamente con la misma tecnología. Además, hay otras 23 que están en construcción.
– ¿Esto significa la lápida para los proyectos futuros de carbón en Chile?
No diría que significa una lápida para el carbón, porque en las aprobaciones de proyectos eléctricos en Chile ha habido problemas con distintas tecnologías. Ha habido dificultades con algunas hidroeléctricas, con eólicas y también con térmicas. No me extrañaría que en el futuro haya dificultades con algunas solares. Hay una mayor participación de las comunidades en cada uno de estos proyectos, hay cuerpos de abogados muy capacitados que están asesorando a las comunidades y están interponiendo recursos con el propósito de paralizar los proyectos o bien obtener mitigaciones en favor de esas comunidades.

– ¿La población chilena se ha vuelto más ambientalista?
Es indudable que la gente empatiza mucho con esta causa, pero no siempre esta bien informada. Un ejemplo de esto es lo sucedido en Coronel, donde se acaba de construir la central térmica a carbón Bocamina II, que está aledaña a Bocamina I. Bocamina I emitía 117 toneladas/día de material particulado. Hoy las dos emiten 2,2 toneladas/día gracias a las nuevas tecnologías incorporadas. De esto se sabe poco.

Efecto comunicacional
– ¿Ha habido una falla en la comunicación del mundo empresarial respecto de los beneficios y la urgencia de tener centrales eléctricas?

Hay una asimetría entre la información que entregan los proyectos de inversión y las campañas que surgen en contra de estos proyectos. Por otro lado, la ciudadanía aprecia y valora la existencia de servicios tales como la electricidad y los teléfonos, pero se opone la construcción de centrales eléctricas y la instalación de las antenas telefónicas.

Entonces, frente a la caída de un proyecto como Castilla, mucha gente piensa que con esto se está protegiendo mejor el cuidado del medioambiente y no tiene mucha conciencia que al caerse un proyecto de esta naturaleza estamos dejando de generar una actividad que creará empleo y potenciará el desarrollo de muchos otros proyectos. Al caerse Castilla, estamos dejando en una posición muy vulnerable el desarrollo importante que tiene toda una región del país.

– Pero le insisto, ¿falta comunicar mejor la importancia de tener este tipo de proyectos eléctricos?
Producto de esta asimetría, tenemos un déficit comunicacional en el tema eléctrico que hacemos esfuerzos por revertir. Hay que tratar de llegar a la gente con lenguajes más simples en materias que son muy técnicas.

– ¿Los ambientalistas han ganado la lucha comunicacional?
Los ambientalistas han invertido mucho en la parte comunicacional. En Chile hemos tenido una campaña millonaria en contra del desarrollo de energías que son limpias y amigables con el medioambiente como la energía hidráulica de la zona sur. El mundo crece y se expande con generación eléctrica que proviene de todas estas fuentes: carbón, gas natural, hidroelectricidad, energía atómica y en menor grado, las Energías Renovables No Convencionales (ERNC). Parece que en Chile este tipo de oposiciones son mayores que en el resto del mundo.

– ¿Qué implica esta decisión para el abastecimiento eléctrico futuro?
Lo que surge a primera vista es que toma más importancia la interconexión norte-sur (Sing-SIC), lo que permitiría transmitir energía generada con centrales a gas natural en el norte.

– ¿Qué podría reemplazar a Castilla? ¿Se está dando más viabilidad a los proyectos a gas?
Existe circunstancialmente en el norte capacidad instalada ociosa. Pero hay que construir una línea de 600 kilómetros que podría costar unos US$ 700 millones. Esto ayudaría al abastecimiento, pero a otro precio. El gas es hoy día, en Chile, más caro que el carbón. Si estimamos que por lo menos el mayor precio de esta energía va a ser de US$ 20 por MW, en un año tenemos unos US$ 300 millones anuales de mayor costo, tomando como referencia una central de 2.000 MW, que los deberán enfrentar los compradores. El problema es que estamos recurriendo a energías más caras.

Si no tenemos un sistema eléctrico capaz de generar energía a precios competitivos internacionales, estamos dando una ventaja gigantesca a otros países. Hoy Perú es capaz de ofrecer energía a un tercio o a la mitad de lo que se está ofreciendo acá en Chile. ¿Va a ser Chile un país capaz de ser competitivo en materia de energía o sencillamente estamos fuera de competencia? Esta respuesta es clave para definir el futuro de muchas actividades en Chile, entre otras, de la industria.

Batista
– Eike Batista, dueño de Castilla, dijo que invertir en Chile se está volviendo “imposible” a raíz del fallo de la Suprema. ¿Qué le parece esa declaración?

Es una declaración dura, pero comprensible de parte de un inversionista extranjero que ha hecho grandes esfuerzos por dar pleno cumplimiento a las exigencias legales que se la han impuesto en Chile. El proyecto Castilla originalmente se presentó por un valor de US$ 4.400 millones, pero el costo final, dados los cambios que hubo que introducir a petición de la autoridad ambiental y de sus acuerdos con la comunidad, alcanzaba a US$ 5.000 millones. Realmente estamos hablando de mejoras, compensaciones, y mitigaciones valorables en torno de US$ 600 millones.

– De alguna manera usted entiende su grado de ofuscación.
Objetivamente a Batista se le hizo “imposible”. Por otro lado, hoy no existe proyecto eléctrico, sea grande, mediano o pequeño, hidroeléctrico, térmico a carbón o a gas, eólico, biomasa, de cualquier tecnología, que no tenga algún grado de oposición de parte de alguna comunidad o de algún actor vinculado a estos proyectos. Es una realidad que tenemos que reconocer en toda su magnitud, que está retrasando la entrada en servicio no solamente de nuevos proyectos en generación, sino que también la construcción de las nuevas líneas de transmisión.

– ¿Qué le parece que esta decisión de Castilla, de Barrancones y otros problemas que han enfrentado proyectos eléctricos se estén dando en este gobierno?
Es una paradoja que en este gobierno, que puso la norma más estricta del mundo para centrales térmicas y una nueva institucionalidad ambiental recientemente instalada, sucedan estas cosas. Pero lo que muestra esta oposición masiva a los proyectos de inversión es que ella parece no haber llegado de visita, sino más bien a instalarse de manera permanente. Es posible que esta actitud de oposición permanente a los proyectos de inversión comience en algún momento a experimentar un desgaste.

– ¿Qué implica esta decisión para HidroAysén?
Desde un punto de vista de abastecimiento, HidroAysén es hoy más necesario que ayer. Sin embargo, si eventualmente sigue la suerte de Castilla, nuestro país enfrentaría un problema mayor.

Fuente / La Tercera

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