(El Mercurio) Si alguna vez General Electric fue un símbolo del éxito de las compañías estadounidenses, el presente está bastante distante de ello. Este viernes, tras no cumplir con las expectativas de crecimiento por primera vez en dos años y medio y con la caída de un 9,5% en su beneficio neto, respecto de los resultados del tercer trimestre del año anterior, las acciones de la firma bajaron con fuerza al principio de la jornada bursátil en Wall Street, con caídas superiores al 6%, aunque pasadas las horas recuperaron su valor, para cerrar con un alza de 0,7%.
Con la presentación de estos resultados, la compañía durante los primeros nueve meses del año acumula un beneficio neto de US$ 3.604 millones, es decir, un 23,1% menos que hace un año, mientras que su facturación se mantuvo estable en los US$ 90.691 millones en el mismo período.
Las dificultades de GE se han acelerado en los últimos meses, no obstante no son nada nuevo para la firma. Los malos resultados y las críticas a la administración hicieron que su histórico CEO Jeff Immelt -en el cargo desde 2001- renunciara en agosto, medida que parece no haber sido suficiente para cambiar el rumbo de la compañía.
Si bien el nuevo presidente, John Flannery, está disminuyendo los costos y selló la salida de varios puestos directivos, la firma igualmente retrasó la construcción de su nueva sede en Boston, y eliminó los traslados aéreos y en vehículo para los grandes ejecutivos.
Frente a las nuevas malas noticias de la compañía, se espera que Flannery detalle en las próximas semanas nuevas medidas para afrontar la crisis.