(El Mercurio) Hace unas semanas el Ministerio de Energía se embarcó en la primera de las tres etapas que definió para llevar adelante una de las reformas más complejas de la regulación del sector energético: la modernización de la distribución eléctrica que, al ser la cara más visible para los consumidores finales, es por lejos el más sensible de los tres segmentos que conforman este negocio. El tema es tan delicado que al menos dos intentos anteriores de ajuste a esta normativa fracasaron.
Tras un largo análisis, la autoridad optó por iniciar este ajuste legal con la liberalización del mercado regulado mediante la creación de la figura del comercializador de electricidad, que se incorporará como un cuarto actor en la cadena de suministro junto a la generación, transmisión y distribución. Esto implica que habrá empresas que estarán dedicadas solo a la venta minorista de energía para casi los 7 millones de clientes regulados, la mitad de los cuales corresponden a usuarios residenciales.
«Las empresas deberán competir porque seamos sus clientes. Esto se traducirá en un mejor servicio y menores precios», dice el Ministerio de Energía. La estimación del ministro, Juan Carlos Jobet, es que si el 100% de los clientes regulados migrara a transformarse en un cliente «libre» el sistema tendría ahorros por US$800 millones, mientras que si solo lo hicieran los clientes residenciales -la otra mitad son pequeños comercios, industrias u oficinas-, aquella cifra se reduciría a la mitad. En términos de las cuentas individuales de luz, la estimación apunta a reducciones en promedio de 20%.
La figura del comercializador no es nueva, opera haca varios años, por ejemplo, en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. En algunos mercados ha dado buenos resultados, promoviendo la competencia y con ello precios de energía más bajos, mientras que en otros casos la experiencia ha sido menos alentadora.
El proyecto chileno plantea separar la operación de la infraestructura eléctrica -que quedaría en manos de las actuales distribuidoras- , de la venta de energía, que estaría en manos de estos comercializadores. El debate recién comienza y no será fácil.