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Miguel Galuccio, el encargado de reanimar el sector energético argentino

Ene 8, 2014

Con la extracción de crudo y gas desde el yacimiento de Vaca Muerta, en sociedad con Chevron, el ejecutivo pretende convertir el país en una potencia internacional de la producción de energía.

(El Mercurio) Miguel Galuccio consiguió un trabajo de ensueño en 2012 al pasar a encabezar una empresa energética importante que controla unos de los mayores recursos no convencionales de gas y petróleo en el mundo. Pero hay un detalle: el principal accionista de la empresa es el gobierno populista de Argentina.

Afable y de voz suave, Galuccio asumió la presidencia y gerencia general de YPF SA, la mayor empresa de energía de Argentina, después de que el gobierno la expropiara a la española Repsol en 2012. Las instrucciones para el ejecutivo son enderezar el rumbo de una compañía que serviría para reactivar el sector energético del país tras un descenso de una década en la producción de petróleo y gas.

Su éxito, dicen los expertos, depende en gran medida de la disposición de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de revertir las políticas energéticas que provocaron los problemas en primer lugar. Estas políticas incluyen la imposición de topes a los precios que impulsaron el crecimiento económico al crear algunas de los combustibles más baratos del mundo pero que, según analistas, también convirtieron a la inversión energética en un negocio no rentable.

Argentina tiene mucho en juego. El alza de la demanda y el declive de la producción convirtieron al país en un importador neto de energía en 2011. La factura anual que el país debe pagar por las importaciones energéticas -que asciende a unos US$ 13.000 millones- aumenta alrededor de 25% al año, a pesar de que el país cuenta con la segunda mayor reserva de gas de esquisto y la cuarta más importante de petróleo de esquisto del mundo, según la Administración de Información Energética de Estados Unidos.

Para Galuccio, el trabajo no es solamente una oportunidad profesional. «Ofrecía la oportunidad de ayudar a Argentina a recuperar su independencia energética,» expresa.

Galuccio, ex ejecutivo de la empresa de servicios petroleros Schlumberger, ha logrado algunas victorias. Ayudó a persuadir al gobierno para que eleve los precios de los nuevos hallazgos de gas natural a US$ 7,50 por millón de unidades térmicas británicas, el triple de lo que recibía YPF. También subió varias veces los precios de la gasolina en las 1.500 estaciones de la empresa. Esto es crucial ya que estas ventas financian hasta 80% de su presupuesto de producción y exploración.

Estas medidas permitieron que YPF casi duplicara sus niveles de inversión a unos US$ 3.000 millones y registrara un alza interanual de 11% en sus ganancias netas durante los primeros nueve meses del año pasado a cerca de US $500 millones.

Su mayor logro es haber jugado un papel clave para conseguir que el gobierno respaldara un plan para pagar US$ 5.000 millones a Repsol por la expropiación de YPF, según fuentes con conocimiento del asunto. El acuerdo podría facilitar el camino para que YPF se financie en los mercados de capitales y ayude a Argentina a captar inversiones en la industria.

El proyecto Vaca Muerta
El puesto de Galuccio lo posiciona en la carrera global para reproducir la revolución energética que transformó a EE.UU. en el principal productor de petróleo y gas del mundo. Galuccio, de 45 años, quiere crear un auge similar en Argentina extrayendo crudo y gas de Vaca Muerta, una antigua formación de esquisto.

Las concesiones de YPF de petróleo y gas cubren alrededor del 40% de Vaca Muerta, que se extiende por las provincias de Neuquén y Mendoza, en el oeste de Argentina. Chevron Corp., la segunda mayor petrolera privada del mundo, acordó en julio financiar la mayor parte de una operación conjunta de US$ 1.500 millones con YPF para desarrollar Vaca Muerta.

«YPF tiene un futuro brillante en Argentina, y tiene la oportunidad de liderar el desarrollo de la energía no convencional en América Latina», afirma Galuccio.

Sin embargo, para aumentar la producción a escala masiva, Argentina necesita tecnología nueva e inversiones de miles de millones de dólares al año. Obtenerlas podría ser difícil: los analistas dicen que los topes a los precios, las barreras comerciales y la prohibición del envío de ganancias al exterior son algunos de los factores que desalientan la inversión.

Los analistas señalan que la forma en que Argentina trata a las empresas también ha desincentivado la inversión. Juan José Aranguren, presidente de la filial argentina de Royal Dutch Shell PLC, ha sido amenazado con cárcel por cuestionar las políticas energéticas, y la petrolera ha sido multada en repetidas ocasiones. Aranguren no quiso comentar para este artículo.

Galuccio ha establecido buenas relaciones con Kirchner. «La presidenta comprende la importancia del papel de YPF en la recuperación de nuestra soberanía energética, y ha respaldado nuestra gestión de manera incondicional», resalta Galuccio, cuya carrera ascendía rápidamente en Schlumberger, antes de asumir en YPF. «En Schlumberger, estaba constantemente involucrado en negociaciones extremadamente complejas, tanto con clientes como con gobiernos», indica Andrew Gould, ex presidente ejecutivo de Schlumberger. «Cuenta con una red muy amplia de contactos internacionales que desarrolló en Schlumberger. Y a medida que YPF busca encontrar socios, esto le servirá mucho», añade.

Previamente, con 29 años administraba los pozos de YPF en Indonesia, empresa que dejó en 1999 para ir a Schlumberger.

Su regreso fue difícil. En 2011, los sindicatos declararon una huelga de unos 90 días exigiendo mejores sueldos. Las huelgas redujeron la producción de YPF en 30%. En su primer día de regreso, les dio a los líderes sindicales su número de celular y les dijo que lo llamaran cuando quisieran. «Tenemos una excelente relación», apunta Guillermo Pereyra, secretario general del Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa.

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