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La desconfianza y el castigo por fracasar son los grandes enemigos de la innovación en Chile

Ene 17, 2013

(Estrategia) En conversación con Estrategia, el gerente general de INNSPIRAL indicó que en los últimos diez años ha habido un cambio de consciencia respecto a este crucial concepto en nuestro país. —¿Qué es, a su juicio, innovación? —La definición que más me gusta es transformar conocimiento disponible en valor. No se necesita inventar una tecnología, […]

(Estrategia) En conversación con Estrategia, el gerente general de INNSPIRAL indicó que en los últimos diez años ha habido un cambio de consciencia respecto a este crucial concepto en nuestro país.

—¿Qué es, a su juicio, innovación?

—La definición que más me gusta es transformar conocimiento disponible en valor. No se necesita inventar una tecnología, se puede utilizar lo que está disponible. La innovación se liga mucho a la creatividad y eso es sólo una parte. Lo más importante, más allá de las ideas, es su implementación, concretar un producto o servicio que verdaderamente le genere valor a alguien.

—¿Cómo podríamos medir los avances al respecto en nuestro país?

—Es un poco injusto que se mida sólo el gasto en I+D que las empresas y el sector público realizan. Es cierto que es una convención internacional, sin embargo, hay muchas empresas que están haciendo innovaciones en el modelo de negocios, en productos y servicios, que no calzan en términos de I+D, así que la propuesta es medir la intensidad de innovación como porcentaje del resultado de la empresa que proviene de productos emanados de este esfuerzo.

—¿Cómo es posible facilitar la innovación para las Pymes dada sus desventajas frente a las grandes empresas?

—Si bien cuentan con jerarquías más flexibles, las Pymes tienen un problema en cuanto a los recursos para poder hacerlo. Ahí lo más importante es no hacer todo sólo, sino que vincularse a otras empresas.

—¿Cómo evalúa, en este sentido, la concentración que existe en algunos sectores económicos clave del país?

—El proceso de concentración que estamos viviendo entre ciertas industrias, mientras el consumidor esté protegido, es positivo, porque hoy día el mercado no es Chile, sino el mundo. Entonces comienza un proceso de internacionalización que permite a toda nuestra industria pasar a competir en mercados más atractivos.

—¿Cuánto realmente se ha ampliado la innovación en Chile?

—Llevo 10 años en esto, y cuando empecé llamaba la atención, pero en la práctica no se hacía mucho. Hoy las empresas están tomando conciencia de que esto, más que una moda, es un imperativo para el crecimiento y el desarrollo sostenible. Así, el tema se ha vinculado a la estrategia corporativa, y se está dando espacio a la creatividad de las personas. En ese sentido, el gobierno está jugando un rol muy bueno, lo que ha permitido que los conceptos salgan de una determinada élite.

—¿Cuáles son esos conceptos?

—Lo primero es que no hay que ser un genio para innovar, sino que cualquier persona con un propósito claro, con un método y herramientas correctas, lo puede hacer. Segundo, romper el mito de que las empresas son sólo para ganar dinero, sino que deben crear valor para toda la ciudadanía. Y tercero, es ver que el gobierno está dando un impulso real, este año con más de US.000 millones, por lo que no es sólo un discurso.

—¿Cuáles son las limitantes culturales en Chile para este desarrollo?

—Una es la desconfianza, hay mucha gente que no cuenta sus ideas porque creen que se las van a robar, algo muy nuestro; el temor al fracaso es otra, pero esto deriva del castigo al fracaso. Innovar implica un riesgo, y si yo me arriesgo y después no resulta y me echan, es una pésima señal para el resto de la organización.

Fuente / Estrategia

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