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Jeff Immelt pone su sello y reencauza a GE como un conglomerado industrial

Abr 13, 2015

El presidente ejecutivo de la compañía realiza osados cambios que buscan revitalizar el precio de la acción, que acumula una caída de 20% en los últimos 10 años.

(El Mercurio) General Electric (GE) puso en marcha a fines de la semana pasada uno de los mayores cambios estratégicos en sus 132 años al anunciar su salida del negocio bancario para concentrarse en sus operaciones industriales.

Este es el intento más osado del presidente ejecutivo, Jeff Immelt, para reanimar el precio de la acción -que acumula una caída de 20% en los últimos diez años frente a un alza de 73% del Promedio Industrial Dow Jones en igual período- y dejar su impronta en el conglomerado que ha dirigido durante los últimos 13 años.

Immelt está dejando de lado la estrategia que heredó de su predecesor, Jack Welch. El presidente ejecutivo ha reforzado los negocios industriales de GE al hacer grandes transacciones en electricidad, petróleo y gas y se ha desprendido de cerca del 65% de la compañía creada por Welch, incluyendo la venta del grupo de entretenimiento NBC y de la filial de electrodomésticos.

No más banca

El negocio de finanzas (GE Capital) aportaba cerca de la mitad de las ganancias de GE, pero fue muy golpeado en la crisis de 2008. Henry Paulson, el secretario del Tesoro de EE.UU. en esa época, relató en su libro sobre la crisis que se dio cuenta de la gravedad de la situación cuando Immelt llegó a su oficina y le dijo que GE Capital no podía obtener financiamiento por un lapso superior a un día.

Immelt ha reducido el tamaño de GE Capital desde entonces, pero los activos de US$ 500.000 millones de la división la ubican como el séptimo banco de Estados Unidos. Después de desprenderse de GE Capital, un proceso que demorará dos años, un 90% de las ganancias de GE provendrán de sus filiales industriales, incluyendo los motores para aviones, turbinas industriales y servicios petroleros, un alza frente al 58% de 2014. El 10% restante será aportado por algunos negocios financieros que el conglomerado preservará, como el alquiler de aviones y el financiamiento de energía, que respaldan sus operaciones industriales.

«Todos los accionistas quieren que hagamos esto», manifestó una fuente cercana. «Nadie nos quiere en este negocio».

GE trata de dejar atrás el legado de la crisis financiera y su peculiar posición como un coloso industrial que es también una de las instituciones financieras consideradas «sistémicamente importantes» en EE.UU., un estatus que acarrea costos más altos y una supervisión más estricta de los reguladores.

GE apuesta a que la reestructuración valdrá la pena puesto que a menudo las firmas industriales cotizan a valuaciones de mercado más altas que las de finanzas.

GE Capital es rentable y sus finanzas son saludables. Sus ejecutivos lamentan, sin embargo, que las regulaciones impuestas después de la crisis hacen difícil que la empresa logre un retorno sobre la inversión lo suficientemente alto. Permanecer en el negocio bancario «no tiene ningún sentido», recalcó Jeff Bornstein, director de finanzas de GE Capital.

La decisión no despeja, sin embargo, las interrogantes sobre los negocios industriales del conglomerado. La filial de servicios petroleros, por ejemplo, acaba de expandirse y le vendría bien un repunte en los precios de la energía para aplacar las dudas en torno al momento escogido para hacer algunas adquisiciones. Lo que está claro, dicen algunos, es que sin GE Capital de por medio, el desempeño de las operaciones industriales del grupo será puesto a prueba.

Menos ganancias

En la práctica, salir del negocio de finanzas significa que GE renuncia a un tercio de sus ganancias. La empresa amortiguará el impacto sobre las ganancias mediante una recompra de acciones de US$ 50.000 millones que servirá igualmente para disminuir las acciones en circulación entre 15% y 20% hasta 2018.

Immelt añadió que la empresa seguirá contando con un presupuesto anual de entre US$ 3.000 millones y US$ 5.000 millones para hacer adquisiciones industriales.

El conglomerado debe, no obstante, cumplir con metas de ventas y utilidades en un momento en que el negocio de generación eléctrica sigue bajo presión, y el derrumbe de los precios del petróleo amenaza a una filial que representa un quinto de las ventas industriales.

Immelt dedicó US$ 14.000 millones a la compra de empresas de hidrocarburos entre 2010 y 2015 con la esperanza de que la división de petróleo y gas fuera un motor de crecimiento. Sin embargo, la caída de los precios ha obligado a los productores a reducir sus gastos en equipos y GE prevé un descenso en ventas y ganancias en su filial de petróleo y gas de hasta 5% durante 2015. Algunos analistas estiman que las ganancias podrían caer 23%.

Un poco de historia

El negocio financiero fue uno de los motores de GE durante la gestión de Welch y del propio Immelt. El primero invirtió miles de millones en la compra de toda clase de activos, desde edificios de oficinas en California a préstamos de consumo en Japón.

Las actividades bancarias de GE comenzaron en 1905 para proveer financiación a empresas de servicios públicos. El negocio se amplió durante la Gran Depresión al ofrecer créditos para que los consumidores pudieran comprar electrodomésticos.

El negocio creció rápido, ya que GE explotó una particularidad de los mercados. En lugar de recibir depósitos para financiar sus préstamos, aprovechó su calificación de deuda estelar para emitir bonos y obtener crédito a corto plazo. La estrategia funcionó hasta la crisis de 2008, cuando GE recibió fondos de rescate del gobierno estadounidense y redujo su dividendo. Luego, Immelt se mostró arrepentido de haber expandido GE Capital antes de la crisis. «Claramente, en retrospectiva, me equivoqué», reconoció en una entrevista en septiembre.

Bornstein, el director de finanzas de GE Capital, indicó que la salida del rubro financiero le costará a GE unos US$ 23.000 millones. El plan contempla la venta de una cartera de préstamos de US$ 165.000 millones. GE vendió también por US$ 26.500 millones un portafolio de inversiones de bienes raíces.

La reorganización ha hecho que algunos analistas se pregunten cuándo Immelt, de 59 años, dejará el cargo. El ejecutivo no abordó el tema el viernes, durante el anuncio del giro estratégico, pero ha dicho que no contempla ningún cambio.

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