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En horas de crisis, los activos brasileños se vuelven baratos

Abr 18, 2016

Petrobras y la minera Vale buscan vender hasta US$ 20.000 millones en activos, lo que es atractivo para inversionistas.

(El Mercurio) Para los inversionistas con abundante efectivo -y nervios de acero-, los vapuleados activos de Brasil se ven atractivos.

Algunas de las empresas más importantes del país, como la estatal Petróleo Brasileiro SA y el gigante del hierro Vale SA, están vendiendo activos a sus precios más bajos en años en medio de la crisis económica y política.

Estas y otras compañías brasileñas luchan para reducir su deuda mediante desinversiones. Petrobras y Vale buscan vender hasta US$ 20.000 millones en activos, lo que hace que Brasil sea atractivo para los inversionistas con perfil de riesgo alto.

«Los inversionistas de private equity ven un país que es bueno para la inversión a largo plazo», dice Fernando Borges, director gerente y codirector de Carlyle Group en Brasil y Sudamérica.

Vale, el mayor productor mundial de mineral de hierro por ingresos, ha sido golpeado por la caída de los precios de esta materia prima. La minera indicó en febrero que consideraría desprenderse incluso de activos estratégicos para reducir su deuda, que llegaba a US$ 25.000 millones al cierre de 2015, a US$ 15.000 millones dentro de 18 meses. Esto se suma a su actual programa de venta de activos no esenciales por entre US$ 4.000 millones y US$ 5.500 millones.

Petrobras, debilitada por un enorme escándalo de corrupción y el derrumbe de los precios del crudo, ha indicado que pretende vender US$ 15.000 millones en activos este año y otros US$ 42.000 millones hasta finales de 2018 para reducir sus altísimos niveles de deuda.

La empresa ha puesto en venta su filial argentina, así como algunas operaciones de distribución energética, parte de un negocio de distribución de gas natural y varios yacimientos petroleros menos atractivos, entre otros activos. La amplia variedad de activos en venta está atrayendo incluso a rivales locales.

«Petrobras tiene activos interesantes que vamos a evaluar», dice Rubens Ometto, presidente de la junta de Cosan SA, fabricante brasileño de azúcar y etanol, y menciona el gas natural como un sector que le interesa a su empresa. Brasil tiene la mayor flota de autos que pueden andar tanto con gasolina como con etanol a nivel mundial y Cosan posee una empresa conjunta con Royal Dutch Shell, que distribuye ambos combustibles en todo el país.

Sin embargo, no son sólo grandes empresas las que se ven obligadas a vender. La economía de Brasil se contrajo 3,8% en 2015, y se prevé que vuelva a retroceder a una tasa similar.

La recesión ha dado lugar a un enorme aumento del número de empresas que solicitan protección bajo la ley de bancarrota. Solamente en el primer trimestre, 409 compañías buscaron alivio, más del doble que en el mismo período de 2015, según la agencia de crédito Serasa Experian.

Los bancos de inversión locales han recibido mucho interés de inversionistas internacionales que consideran realizar fusiones y adquisiciones en Brasil, y es probable que la actividad se acelere hasta fin de año, afirma Alberto Fernandes, vicepresidente de Itaú BBA, división de banca de inversión del gigante Itaú Unibanco Holdings.

El volumen de fusiones y adquisiciones en Brasil alcanzó 109.000 millones de reales (US$ 30.900 millones) el año pasado, frente a 192.700 millones de reales en 2014, según la Asociación Brasileña de Entidades de los Mercados Financiero y de Capitales (Anbima).

Los inversionistas que buscan obtener ganancias rápidas deberían tomar recaudos, ya que incluso a precios de remate, muchos activos podrían demorar años en generar utilidades, dado el actual entorno. «Brasil es para inversionistas que buscan un retorno en un horizonte de 10 años», asevera Martin Escobari, director de operaciones latinoamericanas de la firma de private equity estadounidense General Atlantic.

La volatilidad proviene de varios factores, entre ellos la investigación de corrupción, conocida como Operación Lava Autos, en torno a Petrobras, que está lastrando los vitales sectores del petróleo y la construcción. La economía se está hundiendo tras registrar en 2015 la mayor contracción en 35 años. En tanto, los esfuerzos para destituir a la Presidenta Dilma Rousseff han sido celebrados por los mercados, pero es poco probable que conduzcan a una rápida recuperación económica.

Aunque podría haber un cambio de gobierno, su historial de inmiscuirse en industrias clave de la economía genera dudas en algunos inversionistas. Un buen ejemplo es el sector de energía eléctrica, donde los controles de precios minoristas implementados por el gobierno de Rousseff socavaron a los distribuidores y desalentaron la inversión de las empresas de generación.

Esos controles de precios se han levantado, pero los inversionistas mantienen la cautela. La interferencia estatal ha dado lugar a serias dudas sobre la estabilidad del marco regulatorio, dice Alexandre Furtado, analista de la consultora Lopes Filho & Associados, en Rio de Janeiro.

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