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Elevados precios de la electricidad

Mar 7, 2013

Por Francisco Aguirre Leo, académico del Magíster en Economía Energética de la USM y socio de Electroconsultores Ltda.

En el siglo pasado Chile estaba entre los países de menores precios regionales de electricidad, pero los consumidores chilenos de este siglo han estado y estarán largo tiempo soportando precios que, comparativamente a otros países, muestran cifras no solo altas, sino desmedidas respecto de los reales costos de producirla.

En efecto, por una parte, y conforme a estudios comparativos de organismos internacionales, nuestro país muestra cifras de precios medios de electricidad mayores al doble de países vecinos como Argentina, Colombia y Brasil y al triple de casos como Perú, Ecuador y Bolivia.

Peor aún es el caso de los costos marginales de producción, es decir el costo variable del generador más ineficiente que abastece la demanda marginal, que en la región oscilan entre US0 y US0por MWh y que a grandes rasgos Chile triplica al utilizar diésel y GNL contratado originalmente a precios de petróleo, cifras que llegan a superar los US00 por MWh, aunque en el SING los valores de los últimos meses han mostrado ocasionalmente cifras en el rango de los países vecinos, ya que la incorporación de nuevas unidades a carbón han reducido fuertemente costos de GNL y diésel, lo que no sucede en el SIC.

Variadas causas elevan nuestros precios, partiendo por el incumplimiento de los contratos de largo plazo para compra de gas natural argentino, que hacia 2004 ocupaba más de un tercio de nuestra matriz eléctrica. La tardanza de reacción de las grandes generadoras para incorporar oferta eficiente provocó un necesario desarrollo de respaldo con diésel y luego terminales regasificadores de GNL, pero esta vez a precios de petróleo.

En esta situación las empresas generadoras reaccionan rápido, modificando por las buenas o por las malas, importantes y grandes contratos de suministro, traspasando así a los clientes finales, los riesgos inherentes al negocio eléctrico, para colmo aumentados por la aparición de una presión social ideologizada que entraba el desarrollo de nuestro recurso hidroeléctrico, del complemento termoeléctrico eficiente con carbón y además con opinión desinformada respecto a qué energías eólicas y solares son solo complementos pero no sustitutos de las fuentes tradicionales y que encarecen aún más los precios ya distorsionados.

El resultado de todo esto es que Chile queda equivalente a una isla abastecida eléctricamente a precios de petróleo, con un sector responsable del desarrollo de la oferta que ya no tiene mayores apremios ni presiones económicas como las que sostuvieron el modelo marginalista del Chile pionero del siglo pasado, ya que los sobrecostos que encarecen el suministro fueron traspasados hacia los consumidores.

Para remate, toda inversión en generación de electricidad se hace hoy con preventa de instalaciones, lo que exige que los propios grandes consumidores sean los que definen su propia oferta, lo que en mi opinión nos está devolviendo a la prehistoria del mercado eléctrico chileno cuando la central eléctrica era parte íntima del propio proyecto industrial o minero y no un servicio competitivo y confiable prestado por terceros desde un sistema eléctrico predesarrollado adaptadamente en generación y transporte, como fuera a fines del pasado siglo.

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