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El gas de esquisto no basta para animar el sector fabril de EE.UU.

Mar 22, 2013

El precio del gas natural es uno de los factores que consideran los fabricantes a la hora de buscar un lugar para instalar sus plantas. Sin embargo, el apogeo del gas shale, que mantendría bajos los precios de la electricidad, no significa que EE.UU. "vaya a convertirse en el taller del mundo".

(El Mercurio) La energía barata que ha surgido del auge del gas de esquisto en Estados Unidos a menudo se celebra como un cambio «revolucionario» para el sector manufacturero. Sin embargo, a pesar de los beneficios del menor costo de la energía, la situación no ha cambiado mucho para la mayoría de las empresas del sector fabril estadounidense.

Debido a los abundantes recursos nacionales, es probable que en las próximas décadas, los precios del gas natural en EE.UU. ronden los US$ 4 y US$ 5 por cada 1.000 pies cúbicos, menos que los US$ 10 y US$ 13 pagados recientemente en Europa, o los US$ 15 y US$ 20 del noreste de Asia, señala Robert Ineson, jefe de investigación de gas natural en Norteamérica en la firma de investigación económica IHS Global.

Esta ventaja es «un enorme viento de cola» para la economía de EE.UU., apunta John Faraci, presidente ejecutivo de International Paper Co., fabricante de papel de EE.UU. con una gran presencia en América Latina.

Aun así, el precio del gas natural es sólo uno de los factores que los fabricantes consideran cuando deciden dónde instalar sus plantas. Los impuestos, costos y calificación de la mano de obra, las regulaciones e incentivos del gobierno también figuran en la decisión. Quizás el factor más importante es la demanda a largo plazo por los productos. Todavía se espera que el mayor crecimiento en la demanda se vea en China, India y otros mercados emergentes. Las empresas globales normalmente procuran ubicar su producción cerca del mayor número de clientes.

La estrategia de International Paper ilustra la lógica de muchas multinacionales. La empresa gasta aproximadamente US$ 1.000 millones al año en energía para sus 32 fábricas en todo el mundo, o cerca de 10% de sus costos totales de producción. Como un gran consumidor de energía, International Paper anticipa beneficiarse de los precios menores del gas, en gran parte porque el combustible más barato estimularía toda la economía de EE.UU., incrementando la demanda por los empaques.

Parte de los beneficiados
Para algunas empresas, los bajos precios del gas están dándole vuelta al marcador. Esto incluye a fabricantes de petroquímicos (cuyas materias primas incluyen el gas natural) y productores de materiales y equipos utilizados en la producción y exploración de energía. Por ejemplo, U.S. Steel Corp. se ha beneficiado de un alza en las ventas de las tuberías que se emplean en la distribución y producción de gas de esquisto. El apogeo del gas de esquisto también podría mantener los precios de la electricidad bajos en EE.UU. y reducir los costos del transporte.

BNSF Railway Co. recientemente afirmó que planea probar el gas natural en vez de diesel en sus locomotoras. FedEx Corp., la empresa de envíos, dijo que seguramente usará gas natural en muchos de sus camiones en la próxima década, lo que impulsaría la inversión en nuevos tipos de motores.
Hasta ahora, sin embargo, las cifras de comercio no muestran una mejora general en la competitividad de EE.UU. Pero los economistas prevén que la perspectiva de la manufactura mejorará en el futuro por varias razones. Conforme los sueldos en China aumentan rápidamente, las ventajas de la mano de obra barata se han reducido en ese país. Al mismo tiempo, a las empresas estadounidenses les preocupa perder el control de la propiedad intelectual, con el uso de plantas en el exterior, y depender de largas cadenas de suministro en el exterior que pueden ser interrumpidas por desastres naturales.

Ahora, el auge del gas de esquisto ofrece otro motivo para que las empresas de manufactura consideren fabricar en EE.UU., al menos para abastecer el mercado de América del Norte, indica Dave Sievers, director de Hackett Group, una firma consultora.

«Pero no va a cambiar toda la dinámica», Sievers aseveró. «No es que EE.UU. se vaya a convertir en el taller del mundo».

Fuente / El Mercurio

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