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EEUU levanta la prohibición para las exportaciones de petróleo

Dic 21, 2015

Los 40 años de prohibición han canalizado las rentas hacia las refinerías y han limitado el suministro de capital para la industria petrolera estadounidense.

(Diario Financiero) No hay nada tan permanente como un programa temporal de gobierno, dijo Milton Friedman. Rara vez resulta falsa esta sentencia. La decisión del Congreso de EEUU de levantar la casi completa prohibición que regía sobre las exportaciones de petróleo es una largamente demorada victoria para la cordura económica.

Los 40 años de prohibición han canalizado las rentas hacia las refinerías y han limitado el suministro de capital para la industria petrolera estadounidense. También ha dañado la credibilidad del apoyo de Estados Unidos al libre comercio. En una era de cinismo justificado sobre la capacidad del Capitolio para entregar una política productiva, el acuerdo demuestra lo que se puede hacer. Paul Ryan, el recientemente elegido portavoz republicano, merece el crédito por liderar a una Cámara de Representantes crónicamente dividida.

Sin embargo, el impacto de la decisión no debe exagerarse. Con los precios globales del petróleo por debajo de US$ 40 por barril, levantar la prohibición no es una varita mágica para la asediada industria petrolera estadounidense. Tampoco va a crear algo parecido a 1 millón de nuevos puestos de trabajo, como proclamó Ryan.

Su poder radica en el largo plazo a medida que hace que los mercados sean más eficientes. La prohibición era una reliquia de la respuesta de EEUU al embargo que impuso la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en los años ’70 que no servía para nada más que para subsidiar a las refinerías estadounidenses. Al ayudar a mantener los precios a un nivel artificialmente bajo también ha impulsado el consumo y reducido los incentivos de la industria para invertir. Ryan eligió un buen momento para presionar por ello. Los consumidores estadounidenses están pagando menos de US$ 2 por galón (3,7854 litros) en algunas partes del país, lo que amortigua cualquier daño que pudiera causar, aunque en el corto plazo se espera que el impacto sobre los precios minorista sea muy bajo.

Al levantar la prohibición también debería haber efectos positivos para los mercados en otros lugares. Países como India, que importa casi en su totalidad de los países de la OPEP, lleva mucho tiempo esperando que EEUU abra su suministro doméstico a la exportación. Cualquier paso que profundice en la eliminación de la dependencia de países como Rusia o Arabia Saudita debe ser aplaudido.

Los críticos dicen que el acuerdo envía una señal incorrecta pocos días después de que se firmara un acuerdo global sobre el cambio climático en París. Sus temores están fuera de lugar. Con la eliminación del subsidio para el consumo doméstico, se acelerará el cambio hacia vehículos con mayor eficiencia de combustible. Por otra parte, las compensaciones que permitiron el acuerdo incluyen una extensión de cinco años en los créditos fiscales para la energía eólica y solar. En ausencia de un precio para el carbono en EEUU, las exenciones de impuestos son una forma legítima de nivelar el campo de juego. Los créditos incluyen límites sensatos que ayudarán a poner a las renovables en el camino hacia la viabilidad.

El acuerdo también envía una señal política alentadora. El Congreso ha merecido sus cada vez más bajos índices de aprobación en los últimos años. En términos de producción legislativa, desde 2010 ha sido el período menos productivo de su historia. Esto podría cambiar ahora que ambos partidos muestran una renovada capacidad de compromiso.

Puede ser demasiado pronto para declarar un nuevo amanecer para la política constructiva en Washington, que todavía se ve como una fantasía. Pero tras años de política suicida, un retorno al desordenado toma y daca antiguo, contaría como progreso.

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