Estrategia El incremento en el precio de los combustibles ha sido especialmente robusto en caso de la parafina, al escalar cerca de 28,2% (alrededor de 38 por litro) en lo que va del ejercicio, y 26,3% (30) en términos anuales.
El ministro de Economía, Pablo Longueira, ha manifestado su preocupación por el tema, y reconoció que se evaluarían posibles cambios al mecanismo que suaviza los vaivenes en el valor del carburante.
Cabe considerar, en este sentido, que el sistema que opera para las bencinas (Sipco), no rige para el kerosene, el que sigue sujeto al Fondo de Estabilización de Precios del Petróleo (FEPP). Así lo consigna Patricio Rojas, de Rojas & Asociados, quien sostiene, en todo caso, que ambos instrumentos “son para atenuar las alzas y no evitarlas”. Añade, por tanto, que “si las fluctuaciones fueran transitorias, los fondos ayudarían, pero ante un cambio permanente en las cotizaciones de las gasolinas y de la parafina, es necesario reconocer esas alzas; cambiar aquéllo artificialmente no corresponde”.
La visión es compartida por Cecilia Cifuentes, de Libertad y Desarrollo, quien no estima conveniente “modificar las bandas. Si los combustibles están subiendo en el mundo, lo eficiente es ahorrar”. Agrega que “estudios demuestran que el porcentaje más alto de kerosene lo están consumiendo las clases de ingresos más altos, a diferencia de lo que se cree. Subsidiarlo con el FEPP o con el Sipco, no es lo indicado”.
Y si bien Juan Eduardo Coeymans, de la Universidad Católica, descarta un subsidio, plantea que sí se podría considerar la entrega un bono de invierno a las familias más vulnerables. Afirma, además, que la situación debiera generar incentivos para el ahorro energético y de búsqueda de fuentes alternativas.
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