La electromovilidad tiene un horizonte prometedor en Chile. Ha experimentado un significativo progreso impulsado, entre otras medidas, por la implementación de la Estrategia Nacional de Electromovilidad que establece objetivos ambiciosos respecto a que el 100% de la venta de unidades sean de cero emisiones a partir de los años 2035, 2040 y 2045, abarcando no solo vehículos livianos, sino también maquinaria, camiones y buses. Sin embargo, como en todo cambio, para abrirse paso a esta tecnología se debe conocer los mitos y las dudas que se levantan en torno a lo nuevo.
En el caso de los camiones, los costos, la infraestructura de carga y la autonomía se suelen mencionar entre las principales inquietudes de las empresas que están evaluando dar el salto hacia esta energía más amigable con el medioambiente. Por ello, el ingeniero de Proyecto y líder de electromovilidad de la gerencia comercial de Camiones Pesados en Salfa, Benjamín Quintana, repasa estos puntos clarificando las virtudes.
El desembolso necesario para adquirir un camión eléctrico y la posibilidad de generar ahorro al ponerlo en circulación es un aspecto crucial. El mecanismo para medir esta ecuación es el TCO (total cost of ownership o costo total de propiedad), que abarca tanto el gasto de capital como el costo de operación. “En vehículos pesados efectivamente existe una diferencia en la inversión de adquisición que se espera se vaya reduciendo con el paso de los años. Ahora bien, los costos operacionales son mucho más bajos que su contraparte en cuanto a combustión. Entre más kilometraje se recorre, más rentable se hace el proyecto y por ende la compra del equipo”, afirmó Quintana.
La disponibilidad de carga es otro aspecto central que genera dudas. “Efectivamente, la infraestructura de carga en Chile es un cuello de botella. Sin embargo, vemos que existe la suficiente madurez en la industria para afrontar este desafío y que los proveedores de IRVE cada vez van robusteciendo más su oferta e implementando planes de acción. Confiamos en que este foco de desarrollo explote en el corto plazo”, apuntó el especialista. Recordó además que las autoridades han manifestado su intención de subsidiar en hasta un 50% proyectos de instalación de cargadores eléctricos en el transporte público.
Respecto a este punto, Salfa Camiones se ha preparado con infraestructura de carga para soportar la atención por servicio de su parque vehicular eléctrico, instalada en colaboración con Enel X. También está preparando planes piloto para una correcta gestión del software que permita programar los regímenes de carga. “Nuestros clientes cuentan con una red de carga robusta que generalmente se encuentra emplazada en los centros de distribución. Además, siempre tenemos una perspectiva de seguimiento consultivo”, agregó Quintana.
Por último, la autonomía es otro de los interrogantes sobre la mesa. Depende de la ruta escogida para un proyecto determinado, es decir, un camino que tenga un perfil topográfico irregular, probablemente requiera una mayor demanda energética. Incide también la temperatura exterior, el peso de carga, la severidad de conducción y el estado del camino. Frente a esto, el experto de Salfa recomienda contar con un régimen de carga ordenado, que permita maximizar la vida útil de la batería. Es importante que la carga y descarga oscile entre un 20% y un 80% del SoC (en vez de llevarla a 100% en todo momento) y alternar entre regímenes de carga lenta y rápida. Sugiere además a los clientes logísticos que sus cargadores tengan un sistema de wake-up.
“Para Salfa Camiones el avance de la electromovilidad representa una enorme oportunidad. Nos hemos preparado tanto de forma operativa como estratégica para afrontar los desafíos que nos depara el futuro”, concluyó Quintana.