En el constante compromiso hacia la sostenibilidad, Chile se erige como líder regional en eficiencia energética, marcado por la promulgación de nuestra primera ley en este ámbito en 2021. Con metas ambiciosas, como la reducción del 10% en la intensidad energética y una disminución de 28,6 millones de toneladas de CO2 al 2030, esta legislación establece una sólida base para promover un uso racional y eficiente de la energía.
La eficiencia energética se convierte en una responsabilidad compartida entre industrias y ciudadanos. A nivel industrial, la optimización de procesos mediante tecnologías 4.0 y la integración de fuentes renovables, como la solar o eólica, no solo recortan costos operativos a largo plazo, sino que también contribuyen a reducir la huella de carbono y el impacto ambiental empresarial.
En el hogar, la elección de electrodomésticos eficientes con sello A y vehículos híbridos/eléctricos, junto con prácticas como apagar luces innecesarias y desconectar dispositivos en stand-by, representan contribuciones simples, pero impactantes. Un desafío clave a nivel nacional es el consumo intensivo de energía en el sector residencial, donde el 50% del total se destina a la calefacción. Mejorar la aislación térmica de las viviendas es, entonces, un aspecto clave.
Y la pregunta persiste: ¿Cómo lograríamos ser más eficientes? La respuesta radica en la colaboración, la innovación y la acción individual. Chile, en una posición privilegiada, puede liderar esta transformación avanzando no solo hacia un futuro más sostenible, sino generando ahorros económicos y fortaleciendo nuestra competitividad.