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Brasilia deberá prestar más atención a la debacle del imperio de Batista

Nov 5, 2013

La caída de Batista, en muchos aspectos, el empresario “regalón” del Partido de los Trabajadores (PT) del gobierno de centro-izquierda, plantea interrogantes sobre el futuro de la dirección política.

(Diario Financiero) Debe haber momentos en la vida de todo político que luego lo hacen avergonzarse.

Para la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, un momento como ese seguramente ocurrió en abril del año pasado cuando ayudó al fallido empresario Eike Batista a celebrar el “primer petróleo” de lo que ahora son sus fracasados campos fuera de Río de Janeiro.

La presidenta brasileña ese día elogió a Batista, que era entonces el hombre más rico del país, con una fortuna estimada en más de US$ 30 mil millones invertidos en una red de empresas de petróleo, minería, energía y logística.

Pero probablemente lo más vergonzoso en retrospectiva fue la promoción de una alianza entre su pequeña empresa emblemática de petróleo, OGX, y la gigante estatal de Brasil, Petrobras, una empresa de renombre mundial experta en la exploración en aguas profundas.

Ese fue el peak en la relación entre Batista y el gobierno. Desde entonces, su caída ha sido tan rápida y de tan alto perfil con su declaración de quiebra la semana pasada que Brasilia ha tratado de evitar las consecuencias.

La caída de Batista, en muchos aspectos, el empresario “regalón” del Partido de los Trabajadores (PT) del gobierno de centro-izquierda, plantea interrogantes sobre el futuro de la dirección política. El aumento de Batista dio credibilidad a las afirmaciones del PT de que sus políticas económicas estatistas también fueron favorables al mercado. ¿Su caída hará del PT más o menos intervencionista?
La respuesta será fundamental. El relativo silencio del gobierno en el colapso de Batista ha sorprendido a algunos de los que pensaban que su imperio de negocios “X” era demasiado grande para caer. Probablemente Brasilia se dio cuenta pronto que el castillo de naipes ya no tenía solución.

El colapso fue provocado por OGX, la que admitió que sus campos productores fueron un fiasco. Esto la dejó casi sin dinero para pagar su deuda de US$ 5 mil millones, y en la red de compañías en lo más alto de la estructura corporativa.

Colapso en el gobierno
El gobierno tenía un asiento en primera fila. El Banco de desarrollo de Brasil, Bndes, extendió líneas de crédito al grupo por un valor 10 mil millones de reales (US$ 4.451 millones). El presidente de BNDES, Luciano Coutinho, intentó explicar el colapso como un “accidente de mercado”.

“Los mercados de capital saben cómo diferenciar estas cosas y saben que pueden ocurrir accidentes en cualquier parte del mundo”, afirmó Coutinho.

Guido Mantega, ministro de Finanzas, tomó el mismo enfoque. “Es un grupo privado. No tiene ninguna conexión con el gobierno y, por lo tanto, la solución para OGX provendrá del mercado”.

Sin embargo, si bien la solución podría estar basada en el mercado –en el que los inversionistas han perdido miles de millones de dólares y ahora están enfrentando una difícil reestructuración de deuda ordenada por un tribunal– el gobierno también realizará un análisis.

Una de las fuentes de confianza en OGX era la inferencia que las conexiones de Batista significaban que tenía el apoyo del gobierno. Su padre es un respetado ex ministro de Minas y sus compañías tenían la inversión de Bndes. La administración senior de OGX fue traída desde Petrobras. Regularmente era fotografiado con políticos senior.

La inferencia era que Brasil, dirigido por un gobierno socialista, estaba abierto a los negocios.

Pero desde que Rousseff, sucesora de Luiz Inácio Lula da Silva, asumió su cargo, el gobierno ha sido más intervencionista y más desconfiado del sector privado.

La llamativa forma de capitalismo de Batista ayudó a disfrazar el estatismo del gobierno.

En su defensa, el gobierno lo dejó fracasar. Pero ahora sin la hoja de parra que él suministraba, Brasilia tendrá que decidir. ¿Se puede realmente confiar en los mercados o dejar que los inversionistas se salgan con la suya llevará a más Batistas?
Dado el bochorno de celebrar el primer petróleo de Batista que nunca llegó, es difícil ver a Dilma Rousseff dándole a los mercados el beneficio de la duda.

Fuente / Diario Financiero

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