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Sao Paulo enfrentará duro racionamiento de agua por sequía

Ene 28, 2015

Analistas y la oposición critican que el gobierno de Dilma Rousseff no atendió el problema a tiempo. Desde 2014 se venía alertando del bajo nivel del sistema que abastece a los paulistas, pero no se lanzaron campañas para reducir el consumo. 

(El Mercurio) Sin agua no hay fiesta. Unos 48 millones de personas, un cuarto de la población de Brasil, comienzan a sentir la mayor sequía que ha enfrentado el país en 80 años y al menos seis ciudades y municipios han cancelado las celebraciones del carnaval, en febrero. Mientras, Sao Paulo podría sufrir un racionamiento durante cinco días a la semana si es que las lluvias no recuperan las reservas del sistema de embalses de Cantereira, que provee a 6,5 millones de habitantes.

[Apagones en estados de Brasil por peor sequía en 80 años]

Desde el año pasado, el abastecimiento de agua en Sao Paulo se realiza aprovechando las reservas técnicas de Cantareira, que son llamadas «volumen muerto». «Si los organismos reguladores de recursos hídricos concluyen que tenemos que retirar menos agua de lo que estamos haciendo, la solución sería poner en marcha una rotación muy drástica, con dos días con agua y cinco días sin agua», afirmó el director metropolitano de la compañía de Aguas y Saneamiento local, Paulo Yoshimoto.

Algunos estudios sostienen incluso que de no aumentar la cantidad de lluvias y si se mantiene el actual ritmo de reducción, las reservas hídricas que abastecen a Sao Paulo se agotarán en cerca de 130 días, según DPA.

Y si bien la falta de agua golpea especialmente a Sao Paulo, los estados de Minas Gerais y Río de Janeiro -las otras dos principales áreas metropolitanas de Brasil- han comenzado a sufrir también los efectos.

En Río de Janeiro, la reserva de Santa Branca, el segundo del sistema del río Paraíba do Sul, que abastece a ese estado, llegó el domingo a su «volumen muerto». El primero de los embalses de ese sistema, el Paraibuna, ya había entrado a operar su última reserva técnica el 21 de enero.

Los dardos a Dilma

Los analistas, la prensa y la oposición apuntan sus dardos a la falta de previsión de la Presidenta Dilma Rousseff, que, pese a la preocupante situación por la que atraviesa el país, lleva un mes sin dirigirse a los brasileños.

«Aquí hay una conjunción de factores, algunos incontrolables, como el clima, pero otros que deberían haberse previsto, como las crisis hídrica y energética, que ya desde el año pasado se veían venir, y no se quiso hacer nada, por el período electoral, para no afectar las posibilidades de reelección. Lo mismo con el alza de tarifas con el que comenzó el año, que durante la campaña se rechazó; todas esas promesas quedaron a un lado. El gobierno es responsable por la falta de planificación e inversión en la infraestructura y por el descontrol en los gastos públicos que hoy obligan a un ajuste mucho más duro», dijo a La Nación Alexandre Gouveia, experto en Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia.

Con un promedio de 36,8° (y sensaciones térmicas que superan los 45°), este enero es el más caluroso en Río de Janeiro desde 1917. La lluvia fue tan insuficiente, que las cascadas de la Floresta de Tijuca, que bordea la ciudad, están prácticamente secas. En Sao Paulo el escenario es similar o peor: los termómetros llegaron a 36,5° el lunes de la semana pasada, y no hay mar cerca. Para colmo, tampoco hay mucha agua en las cañerías.

Ya desde el año pasado se venía alertando del bajo nivel del sistema de Cantareira, pero no se lanzó una campaña para reducir el consumo, como los especialistas recomendaban. Hoy, la mayor parte de la ciudad sufre un racionamiento escondido, con poca presión en el agua.

«Las restricciones van a profundizarse si no llueve pronto. Para que las reservas de agua se recuperen parcialmente debería llover 50% más de lo normal, pero más de la mitad de la estación lluviosa ya pasó, y no hay pronósticos de mucho más agua en las próximas semanas», indicó el meteorólogo Marcelo Seluchi.

El gobierno de Minas Gerais ya anunció un plan para reducir el consumo de agua, mientras que el de Río hará lo propio pronto. Los productores rurales en la zona sufrieron el impacto, con ganado muerto y cultivos perdidos; por ende, está aumentando el precio de los alimentos.

Sin embargo, el mayor impacto fue en el suministro eléctrico. Casi el 70% de la energía consumida en Brasil proviene de hidroeléctricas, y la mayor parte de ellas, ubicadas en las regiones sudeste y centro-oeste, tienen sus represas llenas en un 17%.

Una falla en las líneas de transmisión, sumada a un máximo de consumo de energía el pasado día 19, provocó un apagón en 11 de los 27 estados de Brasil.

«Con la falta de inversiones en el sector, se tendría que haber empezado un programa de racionamiento de la energía hace tiempo. En cambio, el gobierno impulsó en los últimos años un mayor consumo, con créditos bajos para la clase media emergente que incrementó el número de refrigeradores, televisores y aires acondicionados, y subsidios en las tarifas eléctricas, tanto para los hogares como para las industrias. La situación ahora es crítica», dijo Ricardo Savoia, de la consultora Thymos Energía.

Los economistas creen que la crisis energética repercutirá negativamente en la ya débil proyección del crecimiento del PIB para 2015, estimado en una expansión de 0,3% por el FMI. Y se teme que las alzas a los impuestos anunciadas la semana pasada -en combustibles, artículos importados, transportes y electricidad- profundicen el malestar social ante una inflación que en enero lleva acumulado 6,7%.

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