Un nuevo estudio de la consultora Bain & Company señala que las compañías están acelerando sus medidas para reubicar estratégicamente sus operaciones y cadenas de suministro más cerca de sus mercados de origen.
El informe, basado en una encuesta a 166 altos ejecutivos de empresas globales, muestra que el 81% de los consultados planea acercar sus cadenas de suministro a los mercados, un aumento significativo desde el 63% en 2022.
Las turbulencias geopolíticas y presiones para una mayor sostenibilidad y una menor huella de carbono, junto con el objetivo pospandémico de ofrecer una mayor resiliencia en las cadenas de suministro, han alterado la lógica comercial anterior de los centros de fabricación offshore de bajo costo, inclinando la balanza hacia operaciones más cercanas a los mercados locales.
Marcial Rapela, director y responsable por la oficina de Bain & Company en Santiago, explicó que “las múltiples disrupciones a las que se han enfrentado las empresas desde la pandemia han incidido en que los líderes de las compañías ya no tengan el foco en reinventar las cadenas de suministro, sino en cómo lograr que sus operaciones sean más competitivas en términos de costos, resilientes, sostenibles y ágiles para responder a los mercados en evolución y las necesidades de los clientes”.
El análisis de Bain indica que la relocalización también se ve reforzada por las tendencias de desglobalización, y las aparentes preocupaciones por la disociación de los bloques económicos. Esto ha contribuido a un aumento de más del 25% en la proporción de empresas que buscan reducir su dependencia de China. La proporción de compañías que informan de medidas para trasladar sus operaciones fuera de China ha aumentado al 69% en 2024, desde el 55% en 2022.
En Estados Unidos, donde tienen su sede el 39% de las empresas encuestadas, los resultados también indican que la relocalización se ha visto estimulada aún más por la Ley de Reducción de la Inflación de 2022 (IRA, por sus siglas en inglés), que ofrece a las compañías estadounidenses subsidios y créditos fiscales para incentivar la relocalización y la deslocalización cercana y así impulsar la fabricación nacional y la creación de empleo, en particular en mercados sensibles, como los de semiconductores, tecnologías de energía limpia como paneles solares y turbinas eólicas, y cadenas de suministro de vehículos eléctricos.
La Ley Chips de Estados Unidos también ha intensificado los esfuerzos por relocalizar la fabricación de semiconductores, estableciendo incentivos fiscales y 52.000 millones de dólares en financiación para estimular la producción nacional de chips a nivel local, así como la creciente demanda de unidades de procesamiento gráfico (GPU) impulsadas por la IA.