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El TLCAN podría hacer de Norteamérica una potencia energética

El TLCAN podría hacer de Norteamérica una potencia energética

(América Economía / Excelsior) Las coincidencias que logren incorporarse en materia de Energía en el TLCAN, beneficiarán a México, pues fomentará la llegada de inversiones y propiciará un mercado integrado entre los tres países.

Especialistas del sector, aseguran que la región de América del Norte podrá convertirse en una potencia energética, y depender lo menos posible de las importaciones de otras partes del mundo.

Destacaron que México, Estados Unidos y Canadá, son energéticamente dependientes entre sí, pues exportan e importan hidrocarburos y combustibles.

Por ello será necesario trabajar en la expansión de los mercados, así como crear economías de escala; atraer inversión privada; reducir los costos de capital; y el de los energéticos para los consumidores.

La firma analista Signum Research menciona que el interés expresado por Estados Unidos en lograr mayor presencia de sus empresas en el sector de energía debe ser aprovechado por el equipo negociador mexicano, para lograr un incremento significativo de las inversiones estadunidenses.

Independencia. Pablo Zárate, experto del centro de estudios de la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos (AMEXHI), mencionó que la región “está muy cerca –a unos años– de tener una producción que exceda su consumo actual».

Norteamérica se está convirtiendo en una potencia energética muy significativa con un consumo energético total menor a su producción”.

Para Juan Acra, presidente del Consejo Mexicano de Energía (Comener), el sector espera que se llegue a un acuerdo que permita a las empresas privadas mexicanas, competir con equidad en el sector.

Confiamos en que el TLC fortalecerá a las tres economías y en que se evitarán actitudes proteccionistas.. Hablar de abasto energético, como América del Norte, es un tema relevante para nuestro país, porque nos vuelve el mercado energético más grande y más importante del mundo».

Miguel Labardini, experto del sector energético y socio de la consultora Marcos y Asociados, coincidió en que lograr un mercado integrado fomentará las inversiones.

Al mismo tiempo, señaló que podrán llegar con mayor facilidad los recursos y tecnologías que reduzcan los costos de producción, lo que en el mediano plazo permitirá reducir las importaciones.

Los costos de México se homologarían con los de EU y seríamos más competitivos en producción de gas. Lo mismo pasa en el caso de combustibles, pues con inversiones y proyectos adecuados.

México podría lograr un equilibrio en el comercio que se tiene con EU y un aumento en la elaboración de combustibles”.

Si Estados Unidos abandona el acuerdo, no habría una afectación significativa en el sector pues México seguirá siendo exportador de crudo e importador de petrolíferos, aunque habría un menor desarrollo, advirtió.

El boom de las baterías podría ser el trampolín para la próxima revolución energética

El boom de las baterías podría ser el trampolín para la próxima revolución energética

(América Economía / El Espectador) La fabricación de baterías (principalmente de ion de litio) es apenas la punta del iceberg en un movimiento industrial que bien podría redefinir el panorama de generación de energía, así como la explotación de minerales como el propio litio, pero también de cobalto, cobre grafito, aluminio, níquel o manganeso.

Por ejemplo, Tesla anunció recientemente la creación de una megafábrica de baterías en Nevada (EE.UU.), que contará con una producción de 25 gigavatios/hora. A los pocos días, la empresa alemana Terra E Holding GmbH subió las apuestas al revelar un proyecto para una nueva instalación en Europa que superaría en nueve gigavatios/hora la meta fijada por Tesla.

Estas son apenas dos de las noticias que tienen a grandes compañías de explotación de recursos fósiles pensando en un lucrativo futuro del lado de energías más limpias.

Hace un par de semanas, Ivan Glasenberg, CEO de Glencore (el mayor exportador de carbón del mundo y uno de los más grandes productores de cobalto), se refirió al tema al decir que “parece que va a ser el área de gran crecimiento, sin duda. Es un área a la que la gente tiene que ingresar definitivamente”.

La paradoja más evidente acá es que buena parte de las expectativas e inversiones de las grandes mineras interesadas en este mercado están del lado de los carros eléctricos, que a su vez absorberán una gran porción de las baterías fabricadas por compañías como Tesla y Terra E.

Se calcula que, en promedio, un carro eléctrico tiene tres veces más cobre que uno con motor de combustión interna. Buena parte de esta diferencia está en la batería, que concentra 38 kilogramos de este metal, así como 11 kilogramos de cobalto y de níquel.

El panorama de los autos eléctricos hoy cuenta con un amplio abanico de participantes, desde las marcas de lujo, hasta modelos de segmento medio. Por ejemplo, el pasado julio, Volvo anunció que todos sus vehículos serán eléctricos desde 2019. En apenas tres años, las ventas de este tipo de carros se han triplicado: en el mundo ruedan más de dos millones de estos dispositivos y sólo en 2016 se vendieron 750.000 unidades, de acuerdo con datos de la Agencia Internacional de Energía.

La expectativa y esperanza que genera este panorama también se ha visto reflejada en la cotización de las materias primas que alimentarán esta suerte de revolución energética. En la Bolsa de Metales de Londres el cobalto ha registrado un alza de 70 % durante el año (frente a 37 % registrado en 2016), mientras que el cobre ha experimentado una subida de 14 %, según datos compilados por Bloomberg.

Ahora, el boom de las baterías eléctricas no sólo está vinculado a la industria automotriz, sino también a la generación de energía en redes con fuentes alternativas, como viento o luz solar.

La idea es que estos dispositivos ayuden a normalizar el flujo eléctrico cuando las plantas eólicas o solares no estén produciendo lo suficiente por razones climáticas o durante mantenimientos programados.

El interés creciente en las baterías impulsa no sólo la producción, sino la investigación de nuevas aleaciones y tecnologías para ampliar la capacidad, pero reduciendo los tiempos de carga de estos dispositivos.

Se trata de una suerte de unicornio industrial que bien podría manifestarse bajo la forma de baterías de estado sólido de iones de litio. En pocas palabras, este desarrollo prescinde de los electrolitos líquidos presentes en celulares y tabletas para reemplazarlos, como su nombre lo dice, con un material sólido.

Esto reduce en gran parte el riesgo de fuego en las baterías y mejora su desempeño en bajas temperaturas, aunque también presenta problemas de conductividad en la corriente eléctrica. Pero la tecnología promete, al menos lo suficiente para que empresas como Honda y Toyota se encuentren fabricando prototipos.

Ahora, el crecimiento en la producción de baterías también trae enormes retos industriales en el reciclaje de estos minerales, así como la mejora en las prácticas de extracción. Se estima que un teléfono celular está compuesto en 40 % por metales. Del total de elementos que hay en este dispositivo, más de 20 % no son reaprovechados en las plantas de reciclaje.

Según un informe de 2016 de Amnistía Internacional, al menos 40.000 niños trabajan en las minas de la República Democrática del Congo, de donde sale 50 % del cobalto del mundo. Este material termina alimentando la cadena de producción de grandes fabricantes de tecnología.

Boom de autos eléctricos triplicará demanda de litio al 2022 y mantendrá alto precio del cobre

Boom de autos eléctricos triplicará demanda de litio al 2022 y mantendrá alto precio del cobre

(El Mercurio) Salió a la venta hace unos días y aunque ha habido algunas cancelaciones en sus pedidos, el Model 3 de Tesla, el primer automóvil eléctrico de esta empresa que vale menos de US$ 40.000 -unos $26 millones-, es uno de los íconos de un cambio en pleno desarrollo en el mercado del transporte mundial, que apunta al declive de los vehículos de combustión tradicional en el largo plazo. Una verdadera revolución en la que Chile puede jugar a ganador. Porque si hay algo que necesitan los autos eléctricos son cobre y litio, minerales donde el país es líder mundial, según coinciden expertos y empresas.

Es que el mundo se está volviendo más eléctrico. Holanda y Noruega apuntan a dejar de vender autos a base de combustibles fósiles desde el año 2025, mientras que a partir de 2040 tanto Francia como Reino Unido los prohibirán. Dinamarca tiene desde hace años incentivos para comprar vehículos no contaminantes y China lanzó un gigantesco plan de infraestructura de transportes (trenes, tranvías y autos eléctricos) para reducir sus emisiones.

Todo eso implica más metal rojo, explica el presidente ejecutivo de Antofagasta Minerals, Iván Arriagada. «Un auto convencional requiere 20 kilos de cobre, pero uno eléctrico necesita 80 kilos», detalla. «Pero además hay que invertir en redes de distribución eléctrica para los autos y casas, todo lo cual es muy intensivo en cobre, por lo cual en menos de 10 años vemos una disrupción en el mercado muy favorable al cobre», agrega.

El experto de CRU Group, Erik Heimlich, sostiene que en el largo plazo la demanda por este factor podría añadir 260 mil toneladas extras de consumo de cobre al 2025. La entidad proyecta que la industria de vehículos eléctricos tendrá un mayor impacto en la demanda por metal rojo en China, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur. Sin embargo, Heimlich acota que CRU Group no estima un efecto significativo en el precio del cobre del mediano plazo, aunque la cotización sí podría verse afectada «con un sentimiento más positivo en el mercado del cobre», dice.

Otro mineral ganador es el litio, que se usa en baterías tanto de híbridos (combustión y eléctrico) como eléctricos. La demanda para esta utilización podría triplicarse o quintuplicarse en las próximas décadas.

«Los países con más potencialidad para suministrar litio para la industria automotriz son Chile, Argentina, Australia y China, además de Bolivia, cuyos recursos, según el Servicio Geológico de Estados Unidos, son los más grandes del mundo», dice Daniela Desormeaux, gerenta general de la consultora especializada Signum Box. «El potencial de Chile es muy grande, puesto que en el Salar de Atacama tenemos las mejores reservas de litio del mundo en términos de calidad del depósito (concentraciones de litio y potasio), así como también de las favorables condiciones ambientales que hacen que el proceso de concentrar litio sea el más competitivo del mundo», explica.

Según SQM, la demanda de este mineral para vehículos eléctricos en 2017 será de 52 mil toneladas de carbonato de litio equivalente. La estimación de crecimiento anual es de entre 24% y 28% entre 2017 y 2022, lo que supone que el consumo podría aumentar a 150 mil y 170 mil toneladas en esos años, es decir, más que triplicarse.
Desormeaux estima que la demanda mundial crecerá 12% por año durante los próximos 20 años, expansión liderada por el uso del litio para baterías para autos híbridos y eléctricos.

Esta consultora es más optimista que SQM y proyecta el consumo actual en 200 mil toneladas «y creemos que hacia el año 2025 alcanzará cerca de 600 mil toneladas para luego superar el millón de toneladas hacia los años 2030-2031», señala Desormeaux.
Entre 40 millones y 70 millones de autos eléctricos habrá al 2025 en circulación
Este cambio se está produciendo a una gran velocidad. En 2016, en el mundo había más de dos millones de autos eléctricos, 100% más que lo que había tan solo un año antes. Hasta hace dos años, Estados Unidos lideraba en la compra de estos vehículos, pero desde el año pasado es China la que más adquiere automóviles «cero emisiones», en parte por incentivos del gobierno asiático, como por los problemas de contaminación.

No solo Tesla está haciendo vehículos eléctricos hoy. La Agencia Internacional de Energía reporta que hay planes para producir este tipo de automóviles de parte de fabricantes tradicionales como BMV, Chevrolet (GM), Daimler, Ford, Honda, Renault-Nissan, Volkswagen y Volvo. Y los fabricantes chinos como BYD, BJEC-Baic, JAC Motors, Great Wall o Geely, entre otros, tienen previsto producir unos 4,52 millones de autos cada año al 2020.

En total, según la AIE, las fábricas tradicionales producirían entre 9 y 20 millones de automóviles eléctricos al 2020. «Podemos tener circulando entre 40 millones y 70 millones de autos eléctricos al 2025», dice la agencia internacional.

Shell se prepara para precios de petróleo «por siempre bajos»

Shell se prepara para precios de petróleo «por siempre bajos»

(América Economía / Reuters) La petrolera anglo-holandesa Royal Dutch Shell se está preparando para un mundo de precios del petróleo «por siempre bajos», dijo el jueves su presidente ejecutivo Ben van Beurden, luego de que las utilidades de la compañía se triplicaron en el segundo trimestre.

La industria de gas y petróleo ha tenido problemas para adaptarse a tres años seguidos de precios débiles del crudo, al tiempo que afronta el prospecto de un estancamiento de la demanda global para fines de la próxima década.

Sin embargo, la mayor compañía energética de Europa pudo impulsar sus ganancias más de lo previsto, elevó su flujo de caja a US$12.200 millones y redujo su deuda gracias a ventas de activos y los fuertes ahorros de gastos implementados cuando se derrumbaron los precios del crudo.

Aún así, la producción de gas y petróleo de Shell bajó frente al trimestre anterior, como resultado de un menor bombeo de una instalación en Qatar.

Van Beurden dijo que ya que los precios del petróleo rondan los 50 dólares el barril y las previsiones apuntan a una recuperación modesta del valor para fines de la década, Shell no tiene planes de detener sus esfuerzos por reducir los costos. Ahora, la firma se prepara para ser rentable en un mundo donde el barril de crudo se negocia en 40 dólares, indicó.

«El entorno de precios externos y los desarrollos del sector energético implican que debemos seguir siendo muy disciplinados», dijo el ejecutivo.

El desempeño de Shell «está comenzando a evidenciar un potencial oculto en su capacidad para generar flujos operativos de caja en el actual ambiente de los precios del petróleo», dijo Brendan Warn, analista de la firma BMO Capital Markets.

Las acciones de Shell cerraron el jueves con un alza de 0,5%, impulsando al segmento de firmas de energía luego de que los resultados de sus rivales Total y Statoil también superaron las expectativas del mercado.

Shell reiteró sus planes de invertir alrededor de US$25.000 millones este año, en la parte inferior de su rango de mediano plazo, pero afirmó que podría seguir recortando la cifra de ser necesario.

La ganancia neta atribuible a los accionistas, basada en el costo actual de suministros (CCS) excluyendo ítems extraordinarios, repuntó un 245% en el segundo trimestre a US$3.600 millones, superando un pronóstico de los analistas de utilidades por US$3.150 millones.

El TLCAN podría hacer de Norteamérica una potencia energética

La gran apuesta de la industria de la energía eólica: turbinas más altas que rascacielos

(América Economía/Reuters) Los operadores de parques eólicos están apostando por una nueva generación de turbinas colosales, que empequeñecerán a muchos rascacielos, mientras buscan seguir siendo rentables después de que los países europeos eliminen los subsidios que han definido la industria verde desde los años noventa.

Los tres principales operadores eólicos del mundo en alta mar -DONG Energy, EnBW y Vattenfall- dijeron a Reuters que se están enfocando en estas megaturbinas para intentar adaptarse a la inminente realidad de la disminución de las ayudas gubernamentales.

De acuerdo a entrevistas con fabricantes de turbinas e ingenieros, al menos un fabricante -Siemens Gamesa- habrá construido un prototipo de megaturbina para el próximo año y los primeros parques podrían estar en funcionamiento en la primera mitad de la próxima década.    Estas grandes máquinas tendrán una altura de 300 metros -casi tanto como el Shard de Londres, el edificio más alto de Europa Occidental- y un rotor de 200 metros que tendrá la longitud de dos campos de fútbol.

El sector de la energía eólica se encuentra en una coyuntura crítica, ya que los subsidios que lo acompañaron desde sus inicios a principios de los años noventa y apoyaron su modelo de negocio desaparecen a medida que los políticos concretan un impulso largamente planeado de hacer la industria más comercialmente viable y capaz de competir con otras fuentes de energía.

Los países que forman el centro de la industria eólica offshore europea -Dinamarca, Alemania, Holanda y Reino Unido- buscan eliminar progresivamente las ayudas durante la próxima década. Esto terminará con una fuente crucial de ingresos para los operadores, ya que en fecha tan reciente como 2014, las subvenciones todavía representaban alrededor de la mitad de los ingresos de los proyectos eólicos europeos.

Teniendo en cuenta esta situación, DONG y EnBW presentaron ofertas sin subsidios incorporados en una licitación en abril para un proyecto alemán planeado para 2024. La subasta marca un hito en la industria, ya que es la primera con subsidios cero, pero planteó la pregunta candente sobre cómo podrán ganar dinero los operadores y sobrevivir mientras ofrecen una alternativa comercialmente atractiva al carbón y la energía nuclear.

La respuesta, según las compañías, son las megaturbinas, que ocuparían un área mucho más grande y aprovecharían más viento, recortando costos por megavatio (MW). Cada una generará entre 10 y 15 MW de potencia, un salto considerable frente a las mayores turbinas actualmente operativas, fabricadas por MHI Vestas, que tienen 195 metros de altura y generan 8 MW.

Sin embargo, las megaturbinas no son una apuesta segura para las compañías. Hay retos en el frente técnico para crear torres monumentalmente altas y aspas ligeras y delgadas capaces de soportar la tensión de vientos huracanados.

Económicamente, también hay dudas entre algunos expertos de la industria sobre si los proyectos eólicos de subsidio cero pueden ganar dinero, incluso pese a la mayor eficiencia de las megaturbinas.

En su opinión, los operadores deben obtener más ahorros en sus negocios, mientras que los precios de la electricidad deben subir significativamente para lograr rentabilidad.

Michael Guldbrandtsen, experto de MAKE, dijo que hay riesgos financieros y técnicos asociados a las megaturbinas, pero que los operadores no tienen otra opción que invertir en una tecnología necesaria para viabilizar proyectos sin subvención.

«Sin un aumento significativo en el tamaño de las turbinas no será posible garantizar un retorno razonable», agregó.