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Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático: 23 años de aportes a una economía sostenible y baja en carbono

Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático: 23 años de aportes a una economía sostenible y baja en carbono

La Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC), comité dependiente de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), celebra su vigésimo tercer aniversario. La entidad ha sido pionera en la implementación y certificación de compromisos voluntarios entre las empresas y el Estado, evitando la emisión de más de un millón 900 mil toneladas de CO2 equivalente desde 2012.

Orígenes y Evolución

La ASCC, originada en 1997 como Secretaría Ejecutiva de Producción Limpia, ha promovido la implementación de Acuerdos de Producción Limpia (APL), contribuyendo al desarrollo sostenible de empresas y territorios, así como a la reducción de gases de efecto invernadero. La primera etapa (1997-2000) fue una fase de despegue que requirió un proceso de larga maduración para cimentar el camino hacia la incorporación de la producción limpia en las empresas de Chile.

Hitos en Acuerdos de Producción Limpia

En 1999 se firma el primer Acuerdo de Producción Limpia (APL) con el sector Celulosa en la región del Biobío. Este hito marcó el inicio de una exitosa experiencia en acuerdos voluntarios público-privados. Para 2022, se logró el hito de 200 APL firmados, y a la fecha, suman 208 APL suscritos con distintos sectores productivos. Estos acuerdos han involucrado a 9.263 empresas y 15.758 instalaciones adheridas.

La directora de la ASCC, Ximena Ruz, expresó su orgullo por el camino recorrido en estos 23 años: «La Agencia está desempeñando un papel fundamental en la implementación de la Estrategia Climática de Largo Plazo. Se ha convertido en una importante instancia de diálogo y acción conjunta entre el sector público, las empresas, sus trabajadores, las comunidades y la sociedad civil. Ha enfocado sus esfuerzos en impulsar acciones que contribuyan significativamente a la neutralidad de carbono, la seguridad hídrica, el aumento de la resiliencia climática, la participación temprana en proyectos de inversión y la transformación tecnológica de las empresas».

Evolución de la Producción Limpia

Desde su establecimiento en el año 2000, el Comité de Fomento a la Producción Limpia ha pasado por varias transformaciones. En 2002, cambió su nombre a Consejo Nacional de Producción Limpia, entidad que ha promovido un cambio significativo en el desarrollo de las actividades productivas en Chile.

En complemento al enfoque tradicional de gestión ambiental, se ha enfocado en la aplicación de la Producción Limpia, una estrategia de gestión preventiva que permite minimizar emisiones y residuos, reducir costos y riesgos para las personas y el medio ambiente, e incrementar la eficiencia y la productividad de las empresas.

Normativas y Leyes

Para estandarizar los Acuerdos de Producción Limpia, el Instituto Nacional de Normalización publicó un conjunto de normas relacionadas con los APL. Se publicó la Norma Chilena de Producción Limpia 2796/2003 en marzo de 2003. En 2009, se publicaron normas adicionales para el diagnóstico, seguimiento y control de los APL, así como los requisitos y procedimientos para los auditores.

En 2010 se publicó la Ley 20.416, conocida como “Estatuto Pyme», que otorgó reconocimiento legal a los Acuerdos de Producción Limpia.

Creación de la ASCC

Durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2016 (COP 22) se anunció formalmente la creación de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC). Desde el 1 de enero de 2017, la ASCC ha ampliado las áreas de acción del comité público-privado para impulsar cambios en los sectores productivos y en los territorios. Su objetivo es reducir la contaminación local y las emisiones de carbono, mejorar la eficiencia en el uso de los recursos naturales y aumentar la capacidad de adaptación al cambio climático.

Reducción de emisiones de CO2

En 2012, la ONU reconoció los APL como la primera Acción de Mitigación Nacionalmente Apropiada (NAMA). Esto permitió a Chile ser el primer país en tener un programa público reconocido como una acción de mitigación registrada y reconocida a nivel mundial. Desde 2016, se han reportado públicamente las reducciones de emisiones logradas mediante los APL. Hasta la fecha, los APL han permitido evitar más de un millón 900 mil toneladas de CO2 equivalente. Para el 2022 se calculan 249 mil toneladas de CO2 reducidas, un 60% más que en nuestra historia reciente.

Asistencia técnica y Cooperación Internacional

En 2013, la ASCC fue designada como el punto focal en Chile del Centro y Red de Tecnología del Clima (CTCN), la entidad de implementación del Mecanismo Tecnológico de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Esta designación ha permitido a la ASCC apoyar la articulación y priorización de solicitudes de asistencia técnica, así como gestionar el envío e implementación de las asistencias técnicas que CTCN provee.

Promoviendo el Diálogo en los Territorios

Con el objetivo de contribuir al desarrollo sostenible, la ASCC inició en 2014 el desarrollo de los programas piloto de Acuerdos Voluntarios de Preinversión y Acuerdos Voluntarios para la Gestión de Cuencas. Esta experiencia ha dado lugar a una nueva etapa en la implementación de procesos de diálogo, con los nuevos Acuerdos Voluntarios de Participación Temprana y de Gestión Hídrica.

Contribución a la Economía Circular y otras políticas

La Contribución Nacional Determinada (NDC) reconoció el aporte de los APL a la economía circular. En la misma línea, la Hoja de Ruta para un Chile Circular al 2040 destacó que la ASCC ha implementado al menos 12 APL relacionados con la Ley 20.920 (REP), con una alta participación de empresas a lo largo del territorio nacional. Estos APL han permitido implementar estrategias e indicadores para eliminar los residuos y la contaminación desde el diseño, y especialmente para la generación de planes de gestión para cada producto prioritario.

La Estrategia Climática de Largo Plazo también resalta el papel de la ASCC a través de los APL que abordan temas de economía circular, gestión hídrica, desarrollo y transferencia de tecnología, financiamiento climático y fomento productivo. De igual manera, la Estrategia de Sustentabilidad Agroalimentaria 2020-2030 valora los APL como una iniciativa pública que contribuye a avanzar en todos los ámbitos y pilares de dicha Estrategia.

Al mirar hacia el futuro, la ASCC continúa comprometida con su misión de impulsar una economía baja en carbono, fortalecer la resiliencia climática y fomentar la sostenibilidad en todos los sectores de la sociedad chilena. A medida que enfrentamos los desafíos del cambio climático, el trabajo de la ASCC será más importante que nunca. Con la misma dedicación y compromiso que ha demostrado en las últimas dos décadas, la ASCC está preparada para liderar el camino hacia un futuro más sostenible y resiliente.

 

Guía detalla cómo incorporar el cambio climático en instrumentos de ordenamiento y planificación territorial

Guía detalla cómo incorporar el cambio climático en instrumentos de ordenamiento y planificación territorial

Recientemente se realizó el lanzamiento de la “Guía de Evaluación Ambiental Estratégica para incorporar el cambio climático en instrumentos de ordenamiento y planificación territorial».

Esta guía es parte de la implementación de la Ley N°21.455 Marco de Cambio Climático, específicamente del artículo 43, que indica que “los instrumentos de ordenamiento y planificación territorial incorporarán consideraciones ambientales del desarrollo sustentable relativas a la mitigación y adaptación al cambio climático, las que se evaluarán mediante la Evaluación Ambiental Estratégica”.  

Esta guía tiene un carácter obligatorio y deberá ser utilizada para la elaboración de los instrumentos indicados en el artículo 7 bis de la Ley N° 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente, ello quiere decir: planes regionales de ordenamiento territorial, planes reguladores intercomunales, planes reguladores comunales y planes seccionales, zonificaciones del borde costero y el manejo integrado de cuencas o los instrumentos de ordenamiento territorial que los reemplacen o sistematicen.

Desde el Ministerio de Medio Ambiente indicaron que, en el contexto de cambio climático por el que atraviesa el planeta, tiene especial importancia el ordenamiento de los usos del territorio considerando su carácter estratégico y de largo plazo. Por su parte, la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) es un instrumento de gestión ambiental que posibilita la incorporación de los aspectos ambientales críticos para el desarrollo sustentable, al proceso de formulación de políticas e instrumentos de ordenamiento y planificación territorial.

Esta guía fue elaborada por la Oficina de Evaluación Ambiental junto a la División de Cambio Climático del Ministerio del Medio Ambiente y con la colaboración de la Subsecretaría de Vivienda y Urbanismo, Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo y Subsecretaría para las Fuerzas Armadas.

X versión de ENER se centró en el cambio climático y las tecnologías inteligentes

X versión de ENER se centró en el cambio climático y las tecnologías inteligentes

Mitigando el Cambio Climático y la Vulnerabilidad Energética a través de Tecnologías Inteligentes” fue la temática que abordó la X versión de ENER, el encuentro más importante del país en el área de energías renovables, que reunió en el Campus Curicó de la Universidad de Talca (región del Maule) a reconocidos expertos de la especialidad.

“En la temática de energías renovables año a año van surgiendo nuevos desafíos, nuevas áreas que abordar, lo que nos motiva a ir renovando el enfoque del workshop”, comentó el decano de la Facultad de Ingeniería, Javier Muñoz, en el marco del evento que se efectuó en modalidad híbrida.

El académico destacó que la actividad se ha convertido en un punto de encuentro para investigadoras e investigadores de distintos países, quienes aportan una mirada crítica, analítica, global y multidisciplinaria a dicha temática.

En tanto, el director de Investigación de la casa de estudios, Roberto Jara, señaló que “debemos entender el cambio climático de una manera multidimensional e interdisciplinaria. En este sentido, la Universidad de Talca ha desarrollado variadas líneas de investigación y al respecto, se ha ejecutado proyectos únicos tanto a nivel nacional como internacional”.

En esa línea, recordó que la institución ha obtenido importantes logros tales como la histórica adjudicación de tres proyectos Anillos vinculados a cambio climático.

Se puede mencionar que en el marco de ENER 2023 se realizó el lanzamiento de uno de ellos, “Centro de investigación multidisciplinaria en tecnologías energéticas inteligentes y sostenibles para regiones Subantárticas bajo crisis climática”, iniciativa que se desarrolla junto a la Universidad de Magallanes bajo la dirección de los académicos Leidy García Pérez y Marco Rivera Abarca.

Resiliencia de redes de distribución: un camino de adaptación y resistencia frente al cambio climático

Resiliencia de redes de distribución: un camino de adaptación y resistencia frente al cambio climático

El término resiliencia ha tomado gran protagonismo en los últimos tiempos. Es innegable que se ha convertido en una de esas palabras simples que se aplica a todo y para todo. Resiliencia significa flexibilidad, adaptabilidad, resistencia y capacidad de sobreponerse a las adversidades. A partir de estas referencias el concepto puede ser fácil de asociar a los seres vivos. Pero, ¿puede aplicarse el término resiliencia a objetos inanimados y, en particular, a la infraestructura eléctrica?

Tal como explica Rodrigo Moreno, académico de la Universidad de Chile e investigador del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), la resiliencia se refiere a la habilidad de lidiar con eventos extremos o catastróficos, ya sean causados por la naturaleza o por el hombre. “Desde el punto de vista de la toma de decisiones, estos eventos generan riesgos que pueden mitigarse implementando distintas medidas, las cuales pueden estar enfocadas a evitar un colapso y/o a reponerse de uno de forma efectiva”, señala el experto.

En el ámbito de las energías, mucho se escucha hablar de la necesidad de crear un sistema eléctrico resiliente y, en especial, una red de distribución que contenga tal atributo. Esto significa disponer de una red con la capacidad de mantener y ofrecer un nivel de servicio aceptable, continuo y fluido, ante la ocurrencia de eventos externos que supongan un reto para las condiciones normales.

Como eventos extremos, pueden mencionarse terremotos, nevazones, erupciones volcánicas, temporales, aluviones e incendios forestales, entre otros. Aunque también hay eventos producidos por el ser humano, como es el robo de cables, que también pone en riesgo la estabilidad del servicio y de la red.

Sin embargo, hablando de aquello que no se puede controlar, actualmente Chile enfrenta una oleada de incendios forestales que han afectado sobre todo a las regiones de Ñuble, Biobío y la Araucanía. Y así como los habitantes y los ecosistemas de esas zonas han resultado perjudicados por estos eventos, también las redes de distribución.

Juan Meriches, director de Asuntos Públicos de Empresas Eléctricas A.G. explica que “según la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), Chile cumple con siete de las nueve características que definen a un país como vulnerable frente al fenómeno de cambio climático, por lo que estaremos cada vez más expuestos a una mayor frecuencia de eventos extremos”.

Agrega que hoy más del 90% de las redes eléctricas de distribución del país son aéreas, lo que supone una exposición de las líneas a esas condiciones climáticas, lo que implica un desafío enorme a nivel país.

“En los últimos años las empresas distribuidoras han sido testigos del incremento de eventos naturales de diferente naturaleza, por lo que han ido adaptando y mejorando sus procesos, incorporando nueva tecnología y trabajando con las comunidades. Esto ha permitido enfrentar de mejor manera estos fenómenos, gestionando los tiempos de interrupción de suministro, cuando estos ocurren”, explica Meriches.

Vulnerabilidad de las redes

Según Ramón Castañeda, miembro del CENTRA-UAI, incendios como los que se han visto en el país durante este verano, constituyen una condición ambiental extrema, que sin duda produce un impacto significativo en el sistema eléctrico de distribución. La recuperación de la operación puede incluir la necesidad de una reconstrucción total o parcial según sea el impacto en la infraestructura.

En la opinión de Rosa Serrano, consultora independiente y candidata a PhD, la alta exposición de las redes de distribución “se debe principalmente a la baja altura de los conductores, en comparación con las redes de transmisión, y a la cercanía de vegetación propia de cada zona”.

Recientemente y a raíz de los daños causados por los incendios forestales, CGE, que opera líneas de transmisión y distribución en las zonas afectadas, informó la reconstrucción de más de 33.600 metros de redes eléctricas dañadas por el fuego en Ñuble y Biobío; 102 postes y 9 transformadores.

Además, detallaron en la empresa, “se ha reparado más de 200 empalmes que quedaron inutilizados y, asimismo, la compañía ha dispuesto la atención de su oficina móvil en Tomé, la cual realizó más de 220 atenciones a clientes, como también ha entregado generadores de respaldo a aquellos usuarios que se encuentran en una situación médica complicada”.

Al respecto, Juan Meriches señala que “los esfuerzos de las distribuidoras que operan en esas zonas han estado puestos en recuperar el servicio eléctrico a la brevedad posible, reconstruyendo líneas dañadas donde ha sido posible, reconectando empalmes que permitan iniciar las tareas de reconstrucción”.

¿Qué hacer para proteger las redes de distribución?

De acuerdo con Rodrigo Moreno, en el caso de redes de distribución se pueden considerar medidas a nivel de inversión, operación y mantenimiento. “Puede ser clave enfocarse en la reparación de equipos y líneas para permitir una recuperación eficaz del suministro y de la infraestructura después de la ocurrencia de un desastre”, estima el experto.

Sobre la necesidad de un manejo correcto del entorno, Rosa Serrano recuerda que las líneas de distribución atraviesan vastas zonas, “por lo tanto, es necesario dotar a las empresas distribuidoras de los recursos adecuados para realizar las actividades de poda, tala y despeje, así como también establecer planes de acción que involucren a la comunidad a fin de que puedan colaborar con la identificación de las zonas más complejas y se entreguen las facilidades para realizar las labores de mantenimiento preventivo necesarias”.

Juan Meriches concuerda en que “la preocupación más urgente e inmediata pasa por mejorar la convivencia de las redes aéreas con su entorno, en particular con el arbolado, tanto urbano como rural, debido a la caída de árboles y ramas sobre el tendido eléctrico producto de las condiciones climáticas cada vez más extremas”.

Continúa leyendo este artículo en Electricidad N° 275 (marzo 2023), ingresando desde aquí.