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Zona marítima de México-EE.UU. atrae a petroleras

Zona marítima de México-EE.UU. atrae a petroleras

(AméricaEconomía) Las grandes empresas petroleras de Estados Unidos y sus competidoras multinacionales enfocan su interés en la extracción de petróleo y gas situados en el territorio y el mar de la zona fronteriza norte de México. “El Acuerdo Transfronterizo de Hidrocarburos podría marcar el inicio de una asociación energética en un área del Golfo de México que el Departamento del Interior estima que contiene alrededor de 172 millones de barriles de petróleo y 304,000 millones de pies cúbicos de gas natural”, destacó una investigación del Congreso de Estados Unidos.

Este acuerdo, ratificado un día después de aprobada la reforma petrolera en diciembre del 2013, permite a Pemex y a las compañías estadounidenses opciones para el desarrollo conjunto de depósitos de gas y petróleo que están en áreas que se extienden en la frontera marítima de los dos países.

Arturo Carranza, analista de Solana Consultores, coincidió en que las grandes petroleras que operan en la zona fronteriza de Estados Unidos con México buscarán extender sus operaciones del lado mexicano, por su conocimiento geológico en esa franja y por su experiencia sobre pozos en aguas profundas y ultraprofundas.

Entre las compañías con ventajas están Shell, Exxon, British Petroleum, Chevron, Hess y Anadarko.

El gas de esquisto de México captará también la atención de las empresas extractoras, sobre todo en la formación Eagle Ford, que se extiende por Texas y los estados mexicanos de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, según un análisis de BBVA Bancomer.

“Empresas que están familiarizadas y tienen experiencia en Eagle Ford, como EOG Resources, Chesapeake y ConocoPhillips, tienen ventajas comparativas”, informó BBVA Bancomer.

Otras empresas de servicios en yacimientos petrolíferos, como Schlumberger, Baker Hughes, Halliburton y Weatherford International, podrían aportar la tecnología necesaria para la fractura hidráulica y la perforación horizontal.

Noventa compañías son las más contaminantes

(El Mercurio) El 63% de las emisiones de dióxido de carbono (CO {-2} ) en la atmósfera del planeta proviene apenas de noventa compañías, según un estudio del Climate Accountability Institute. En el informe se menciona a empresas como Chevron-Texaco, Exxon y BP, así como a los grandes conglomerados rusos y chinos. «Hay millones de fabricantes de petróleo, carbón y gas en el mundo. Pero si nos centramos en los mayores responsables, posiblemente no llenarían más que uno o dos autobuses», dice el informe.

Pocos expertos proyectaron el boom de la energía de esquisto

(El Mercurio) En los últimos cinco años de historia empresarial, dos eventos han impactado y transformado Estados Unidos. En 2007 y 2008, el mercado inmobiliario se desmoronó y el sistema financiero colapsó, generando pérdidas de billones (millones de millones) de dólares.

En esa misma época, un puñado de desconocidos buscadores de petróleo comenzaron a extraer cantidades significativas de crudo y gas de las formaciones de esquisto en EE.UU. Un país que en algún momento estaba por quedarse sin energía ahora se encamina a convertirse en el mayor productor mundial.

Lo más sorprendente de ambos eventos es la reducida cantidad de expertos que los previeron, y que un grupo de personas externas de alguna forma sí lo hizo. Los presidentes de la Reserva Federal Alan Greenspan y Ben Bernanke no anticiparon el colapso financiero. Los altos ejecutivos bancarios quedaron pasmados e inversionistas líderes como Bill Gross, Jim Chanos y George Soros no advirtieron de lleno la desaceleración.

Los grandes ganadores
John Paulson, un experto en fusiones y adquisiciones que comenzó a estudiar el sector de bienes raíces recién en 2006 y logró una cifra récord de US$ 20.000 millones para su fondo de cobertura figura entre los grandes ganadores. Otro es Jeffrey Greene, un playboy que asistía a las mismas fiestas que Paris Hilton, quien se embolsó US$ 500 millones al predecir las burbujas inmobiliarias.

En 2006, Andrew Lahde era un desempleado de 35 años que vivía en un pequeño apartamento de una sola habitación; después ganó decenas de millones de dólares apostando contra las hipotecas de alto riesgo. Lo mismo hizo Michael Burry, un médico de California con síndrome de Asperger que se convirtió en un inversionista.

Menos conocida, aunque no menos dramática, es la transformación energética de EE.UU., que tomó casi completamente por sorpresa a los gigantes de la industria. A principios de los años 90, Ray Galvin un ambicioso ejecutivo de Chevron formó un grupo para perforar formaciones de esquisto difíciles y comprimidas en EE.UU. Sus colegas se burlaron. Chevron dio por terminado el proyecto.

Exxon Mobil tampoco le prestó la debida atención a estas rocas, a pesar de que su sede en Irving, Texas, se halla directamente encima de una enorme formación de esquisto. A la larga, la empresa pagaría US$ 31.000 millones para comprar una empresa pionera de esquisto. «Les mentiría si les dijera que lo vimos venir, ya que francamente no fue así», reconoció Rex Tillerson, el presidente de Exxon Mobil, el año pasado en una entrevista en el Consejo de Relaciones Exteriores de EE.UU.

El renacimiento de la energía estadounidense provino de un grupo de audaces buscadores de petróleo que descubrieron técnicas de fracturación hidráulica para perforar de forma horizontal el esquisto y otras rocas.

Muchos de estos hombres operaban en los confines de la industria petrolera, algunos de ellos sin títulos universitarios ni mucha experiencia en perforación, geología o ingeniería.

A finales de los años 90, George Mitchell, el hijo de un pastor de cabras griego, dirigía una empresa mediana con sede en Houston con una producción decreciente de gas natural.

El precio de su acción bajaba, la industria estaba postrada y al empresario de 79 años le habían diagnosticado cáncer. Tras casi dos décadas de intentos, su equipo no había sido capaz de extraer suficiente gas natural. Pero en 1998, uno de sus ingenieros descubrió la forma de fracturar el esquisto eficazmente y dio el puntapié inicial a la revolución energética estadounidense.

Harold Hamm creció sin un centavo en un pequeño pueblo en Oklahoma. Comenzaba a ir a la escuela durante la temporada navideña, una vez que hacía demasiado frío para recoger algodón, y empezó su carrera limpiando tanques petroleros. En los últimos seis años, Hamm y su empresa han descubierto tanto petróleo en Dakota del Norte que ahora tiene un patrimonio de US$ 14.000 millones.

Aubrey McClendon y Tom Ward, de Oklahoma, lograron crear el segundo mayor productor de gas de EE.UU.

Charif Souki, un inmigrante libanés que sabía más de comida que de fracturación hidráulica ahora dirige Cheniere Energy, una empresa de Houston que va camino a convertirse en la primera en exportar gas fuera de América del Norte.

Ir contra la corriente siempre es arriesgado, pero la cautela y la complacencia en los negocios también acarrean costos. Para la próxima gran revolución empresarial, sería acertado apostar otra vez a los soñadores tenaces y extravagantes.