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Responsabilidad Social Empresarial: El valor compartido en el sector eléctrico

May 6, 2014

Hablar de valor compartido nos lleva sin dudas a abordar desde un nuevo enfoque, más inclusivo y actual, la otrora Responsabilidad Social Empresarial. Los artículos de Michael Porter y Mark Kramer1 quienes han profundizado y aportado al desarrollo de esta teoría, indican que: “El valor compartido solo puede ser el resultado de una efectiva colaboración […]

Hablar de valor compartido nos lleva sin dudas a abordar desde un nuevo enfoque, más inclusivo y actual, la otrora Responsabilidad Social Empresarial. Los artículos de Michael Porter y Mark Kramer1 quienes han profundizado y aportado al desarrollo de esta teoría, indican que: “El valor compartido solo puede ser el resultado de una efectiva colaboración entre las partes.”

Por otro lado, identifican un conjunto de componentes que deberían estar presentes en el quehacer de las empresas, al momento de declarar que su actuar está inspirado en este enfoque. Estos elementos constitutivos hacen referencia básicamente a:

–       Demostrar un comportamiento responsable, garantizando el cumplimiento y la sustentabilidad del proceso productivo.

–       Entregar valor a los proveedores y trabajadores que componen el negocio, además de fortalecer las relaciones con la sociedad civil.

–       Examinar los canales de participación junto a la sociedad y realizar inversiones a largo plazo que beneficien tanto a las comunidades como a los accionistas de la compañía.

–       Preservar el medio ambiente como base del negocio en décadas venideras. Es necesario entender que el futuro de cada empresa está estrechamente unido al futuro del planeta.

Si aplicamos este marco de análisis a lo que hoy ocurre en nuestro país, especialmente en las empresas del sector eléctrico, deberíamos esforzarnos por utilizar este enfoque no solo como una aspiración o un modelo ideal, sino, más bien, preguntarnos cómo es posible diseñar un camino que nos conduzca verdaderamente a crear empresas y/o fortalecer las prácticas de las ya existentes, en el ánimo de un certero y genuino valor compartido.

La primera constatación es que en Chile aún nos falta contar con un acuerdo o consenso básico sobre qué entendemos todos los actores o partes involucradas, sobre demostrar comportamiento responsable garantizando la sustentabilidad del proceso productivo. Esta construcción de visiones consensuadas requiere de la presencia del Estado, de las comunidades afectadas por las faenas productivas y de las organizaciones de la sociedad civil que han desarrollado expertise en materias de sustentabilidad.

Lo mismo debería ser cuando buscamos o exploramos sobre cuáles son o deberían ser los mejores mecanismos, para instalar procesos de participación vinculantes o instancias de participación anticipadas a la implementación o ejecución de los proyectos eléctricos. En este ámbito, como país tenemos una deuda; al parecer nos ha bastado con responder a las reglas vigentes y a los estándares mínimos que están establecidos. Aplicar innovación tanto en la institucionalidad pública como en el desarrollo de mecanismos y canales de participación entre las empresas, las comunidades y la sociedad civil, debería ser un tema de corto plazo.

Parte de la creación de valor compartido se construye desde este espacio de diálogo, conocimiento mutuo y creación de confianza. Así podemos dejar de aspirar a mejores prácticas, sino establecer una trayectoria concreta y aplicable para todas las partes involucradas.

Francisca Rivero, responsable nacional de Avina – Chile

Responsable nacional  de Avina – Chile.

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