La sustentabilidad ha emergido como un componente esencial en la transición energética de Chile. Este concepto, aunque puede definirse de múltiples maneras, se centra en equilibrar el desarrollo económico, el bienestar social y la protección del medio ambiente. En este contexto, Chile y sus diferentes actores hemos tomado medidas significativas para avanzar en su matriz energética, demostrando un compromiso con la sostenibilidad que sirve de modelo para otros países de la región.
Un claro ejemplo de estos esfuerzos es la hoja de ruta para la descarbonización de la matriz energética, liderada por el Ministerio de Energía con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Este instrumento, que permitirá priorizar las acciones del país a 2030, contempla los siguientes ejes temáticos: Modernización de la red y el mercado eléctrico e infraestructura; Reconversión termoeléctrica y combustible de transición, y Transición energética justa y comunidades.
En la construcción de la hoja de ruta, que se publicará próximamente, hemos participado diversos actores del ámbito gremial, del ámbito público y privado; la academia y la sociedad civil. Esta colaboración destaca la importancia de un enfoque inclusivo para abordar los desafíos energéticos.
En GPM también estamos direccionados en esa línea de trabajo, que hemos reflejado tanto en nuestra visión como en las acciones concretas de nuestro gremio, impulsando un mercado eléctrico sostenible orientando a una transición energética respetuosa, inclusiva y justa para todos.
Además de estos esfuerzos internos, Chile ha logrado reconocimiento internacional, como lo demuestra su posición en la reciente versión del Índice Atractivo País para Energías Renovables (RECAI) elaborado por la consultora EY. En esta medición, Chile ocupa el decimoquinto lugar a nivel global, superando a potencias regionales como Brasil. Así, dicho logro subraya la efectividad de las políticas chilenas destinadas a incentivar la inversión en energías renovables y aumentar su capacidad instalada.
Sin embargo, aunque estos avances son prometedores, la verdadera transformación del sector energético chileno dependerá de la capacidad de todos los actores que nos hemos involucrado para trabajar de manera colaborativa y comprometida. La posible implementación responsable de la hoja de ruta y el seguimiento constante de sus objetivos serán cruciales para convertir las intenciones en acciones concretas. Solo a través de un esfuerzo conjunto y sostenido, Chile podrá liderar con ejemplo, asegurándose un futuro energético que sostenible.
La transición energética del país es una oportunidad única para demostrar que el desarrollo económico y la protección del medio ambiente no son objetivos mutuamente excluyentes. Al contrario, pueden y deben avanzar de la mano para construir un futuro más próspero y seguro. A medida que el país avanza en este camino, el compromiso con la sostenibilidad debe ser más fuerte que nunca, asegurando que cada paso dado contribuya de manera significativa a un futuro energético más brillante.