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Descarbonización anticipada: buenas intenciones, pero ¡sin apresurarse!

Nov 11, 2020

Se encuentra en tramitación un proyecto de Ley que promueve el cierre de las centrales a carbón para 2025. Por cierto que es una idea bien intencionada y que nos obliga a reflexionar sobre los efectos colaterales que se podrían producir de aprobarse dicha iniciativa en el Congreso. Uno de ellos, no menor, es que […]

Se encuentra en tramitación un proyecto de Ley que promueve el cierre de las centrales a carbón para 2025. Por cierto que es una idea bien intencionada y que nos obliga a reflexionar sobre los efectos colaterales que se podrían producir de aprobarse dicha iniciativa en el Congreso. Uno de ellos, no menor, es que el carbón podría ser reemplazado por diésel. ¡El remedio sería peor que la enfermedad!

Antes de entrar al fondo del asunto, y dando una respuesta basada en los mercados de generación de Energías Renovables No Convencionales (ERNC), podríamos concluir que no es necesaria una ley para una descarbonización acelerada, o al menos antes de 2040.

La primera razón es que, basados en la experiencia, los precios de las  ERNC desde hace algunos años continúan bajando a tasas impensadas, aun para los más optimistas, y donde lo único cierto en las predicciones, es que siempre se han equivocado y que los precios de generación han disminuido más allá de lo pronosticado.

La segunda razón, y una de las principales razones para que las ERNC puedan tener una mayor participación en nuestra matriz energética, son los costos de almacenamiento. Recientes estudios indican que los costos de almacenamiento podría hacer que esta tecnología sea competitiva a 2030. No falta mucho.

La tercera razón dice relación con el tema de la transmisión; en cómo transporto la energía proveniente de las ERNC desde sus puntos de generación a los centros de consumo (nuevamente pienso en la generación solar en el Norte de nuestro país).

Ahora, proponer el fin del carbón a 2025, me parece algo precipitado. Debemos pensar que este no es solo un tema de buenas intenciones, que por cierto lo son, sino que debemos preguntarnos, cuál es el plan B o, dicho de otro modo, cómo reemplazaremos los actuales 5.000 MW de carbón en nuestra matriz, compuesta por 27 centrales que representan un 18,5% de la capacidad instalada y que este año han contribuido con un 38,5% de la generación eléctrica, sin que ello conlleve un aumento en las tarifas.

Las ERNC, de las cuales soy un entusiasta, no disponen hoy de la posibilidad-tecnología de reemplazar al carbono durante las horas nocturnas. Vuelvo a pensar en energía solar con capacidad instalada de 3.224 MW y que representa un 8,6% de la generación de electricidad en lo que va corrido del año.

Una posibilidad podría ser reemplazar el carbón por el gas, que en promedio es un 50% menos intensivo en las emisiones de CO2, y que no tiene los problemas de intermitencia que presentan las ERNC. Sin embargo, para esto necesitaríamos desarrollar capacidad instalada en el gas antes de 2025.  Pese a esto, dudo que un inversionista quisiera invertir en una central a gas a ciclo abierto con una vida útil promedio de 30 años, siendo que antes de este periodo, ya estarían en pleno desarrollo las tecnologías de almacenamiento a precios competitivos y solucionado el tema de la transmisión.

Ahora, lo más importante sería poder tener datos duros. Ya hay algunos en cuanto a los costos en la generación de energía (precio spot) sin el carbón que podrían afectar los contratos existentes para clientes libres y/o regulados, debido a que estos contratos contienen cláusulas que establecen que los cambios regulatorios pueden dejar sin efecto los precios de los mismos, y este sería precisamente un caso.

Se ha estimado recientemente por el Coordinador Eléctrico Nacional que los precios spot podrían llegar por sobre los US$300 por MWh, comparados con los US$37 por MWh de hoy.

Repito: No es que me oponga a la descarbonización de nuestra matriz, por el contario, pero estimo que la propuesta en curso debe fundamentarse en datos rigurosos y no solo ser una expresión de buena voluntad. En todo caso, creo que el mercado y el desarrollo de tecnologías seguirá haciendo su trabajo y podremos dejarnos de pensar en el carbón mucho antes de lo que esperamos.

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