La visita de Evo Morales, que llega hoy al país para participar en la ceremonia que envestirá a Michelle Bachelet como Presidenta de Chile, dilucidará el real alcance de la propuesta presentada el pasado lunes por el Ministerio de Hidrocarburos de Bolivia y que incluye -sorpresivamente- la posibilidad de vender energía al norte chileno. Si bien el Mandatario del país vecino ha dado señales de acercamiento a La Moneda, es un misterio si la iniciativa incluirá el polémico axioma boliviano de “gas por mar” o se trata de una nueva mirada a las relaciones bilaterales.
Ajeno a su anterior cargo como delegado para la capitalización del Gobierno de Carlos Mesa, el físico investigador de la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz, Francesco Zaratti, tiene una mirada positiva al tema, aunque supeditada a la línea conductual de la política de Palacio Quemado y a “gestos” claros en Chile.
-¿Qué le parece la puerta que se abre con la oferta de energética boliviana?
-Es excelente que se pueda avanzar. Ya en el Gobierno de Carlos Mesa, era una de las iniciativas que estábamos apoyando. Había una mentalidad de que a través de las termoeléctricas se podrían abrir canales de diálogo en el campo energético, obviamente acompañado por gestos de buena voluntad de parte de Chile en los problemas geopolíticos pendientes.
La idea no representa grandes volúmenes de gas por lo que no es la solución para Chile, pero es el comienzo de una relación, porque en el fondo Chile necesita energía. Ahora si ésta llega a través de la termoelectricidad… Bienvenida.
-Derechamente, ¿el proyecto es realizable?
Hay dos fases, la primera es hacer un gasoducto hasta Tarija, para instalar ahí una termoeléctrica y desde allá llevar por cable la energía al norte de Chile. Esta parte no es cara porque se paga con el propio proyecto. La segunda fase es la prolongación de ese gasoducto por la zona del salar de Uyuni hacia Oruro, necesita buscar financiamiento, el cual podría obtenerse al asociarse a proyectos mineros.
-Esta segunda fase ¿compete a Chile?
-Podría servir, porque llevando gas más hacia el norte, en cualquier punto se puede poner una termoeléctrica que puede servir a Iquique o Arica.
-En Chile algunos empresarios no han dado señales claras de confianza. Más aún, ronda el fantasma de lo sucedido con Argentina…
-Es verdad. Todavía hay desconfianzas y una de ellas es depender de Bolivia y que se les baje la palanca desde acá.
-En estas páginas usted dijo que Bolivia no hizo a Brasil, lo que Argentina a Chile, asegurando la solidez de la palabra boliviana…
-Es que Bolivia no tiene razón de hacerlo. A diferencia de Argentina, aquí hay abundancia de energía. Más bien habría todo el interés de mantener un cliente como Chile. Pero, a mi criterio, ayudaría mucho que hubiesen gestos de buena voluntad que muestren un camino para avanzar en los problemas pendientes, principalmente de la autoridad. Las condiciones están dadas.
-El canciller chileno, Ignacio Walker, templó la oferta termoeléctrica y dijo que no puede ser “una moneda de cambio” ¿Puede esto frenar la iniciativa?
-Es una manera de decir las cosas. Evidentemente, sí se plantea como moneda de cambio, hay esas reservas, pero si se plantea como proyectos independientes y coordinados, es otra cosa y creo que se puede avanzar. Te repito, la energía es un buen mediador para acercar nuevamente a los dos pueblos.
-¿La política de Evo Morales apunta en ese sentido o sólo son especulaciones?
-Ojalá que sí. Es muy contradictoria en señales, el vicepresidente (Alvaro García Linera) dice ni una molécula de gas a Chile. Yo siempre he sostenido que ni una molécula de gas puede estar bien en este momento, porque está definida como política y hay un referéndum ad portas, pero ni un electrón me parece excesivo. Entonces, las moléculas pueden esperar, pero los electrones pueden estar circulando, por eso pienso que la termoeléctrica es el primer paso para reconstruir una relación energética que necesita tiempo para madurar, pero que de una vez hay que encaminar.
Fuente: La Nación.