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La mayoría de las empresas desconoce dónde están sus mayores consumos

La mayoría de las empresas desconoce dónde están sus mayores consumos

Por definición, un Sistema de Gestión de Energía (SGE) es el conjunto de elementos de una organización que interactúan entre sí, con el objetivo de asegurar una mejora continua en el uso de la energía, a través de procedimientos y métodos establecidos.

En Chile 27 empresas cuentan con SGE certificados ISO 50001, las que, según información del Ministerio de Energía, han obtenido ahorros energéticos promedio de un 4,5% anual. Dichos ahorros acumulados alcanzan los 6.270 GWh, equivalentes a US$$87.000.000.

Claramente los SGE facilitan el ahorro energético, pues permiten conocer la cantidad de energía que consume cada proceso para, de manera informada, tomar mejores decisiones. Del total de proyectos identificados anteriormente, más del 24% corresponde a mejoras de control operacional, los cuales no requieren de mayor inversión.

Las empresas que implementan SGE pueden ordenar su consumo de energía, y mejorar sus costos de operación de manera directa, pero además mejoran la seguridad operacional al estar más conscientes de la mantención del sistema. Cuando un equipo falla, generalmente tiende a aumentar su consumo energético, pero si el sistema productivo no se detiene o se detiene menos, se puede producir más y a un mayor estándar. Los SGE también contribuyen a reducir el impacto ambiental de las organizaciones.

No obstante sus beneficios, mencionábamos que solo 27 empresas en Chile mantienen su SGE certificado, otras tantas tienen un sistema de gestión a la medida de sus necesidades y nivel de desarrollo, lo cual es muy válido, y otras están implementando medidas de eficiencia energética de manera seria y comprometida. Pero en la mayoría de las empresas del país se desconoce dónde están sus mayores consumos de energía y esta se usa en procesos que no requieren toda la energía que gastan porque en definitiva, carecen de una planificación energética.

Productividad, calidad de vida y competitividad son beneficios que están directamente relacionados con los SGE, pero los tomadores de decisión no los están observando con atención, ya que no basta con negociar buenos contratos o determinadas condiciones de suministro, sino que es preciso considerar a la energía como un activo que hay que gestionar. La Agencia de Eficiencia Energética cuenta con instrumentos de apoyo para que todos los actores energointensivos del país cuenten con SGE para mejorar la productividad, la competitividad y la sustentabilidad en el país e invitamos a las organizaciones a acercarse a nosotros para avanzar juntos en este desafío.

La eficiencia energética como herramienta de productividad

La eficiencia energética como herramienta de productividad

Desde la Agencia Chilena de Eficiencia Energética estamos tratando de promover la eficiencia energética en el sector productivo en base a buenas prácticas, formación de capacidades y a la generación de mecanismos de acompañamiento técnico a empresas; de manera que esta sea considerada como un factor diferenciador, lo que en definitiva se relaciona directamente con un aumento en competitividad.

En este contexto, y bajo la mirada de nuestra línea de Desarrollo de Industria y Minería, observamos que a nivel de implementación de medidas de Eficiencia Energética y de sistemas de gestión de la energía (SGE), las empresas en Chile están cada día más interesadas en usar estas herramientas con el fin de aumentar su productividad; lo que, sumado a las metas que el país se ha autoimpuesto en términos de consumo energético y reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, están empujando la creación de una cultura nacional de eficiencia energética.

Una empresa que considera la Eficiencia Energética como un instrumento estratégico y capaz de agregar valor, incorporará en forma sistemática la gestión de la energía, reduciendo sus costos de operación y mantenimiento y los tiempos perdidos cada vez que deba detener la operación por equipos que funcionan de manera anormal y que, por ende, ven su vida útil reducida. Lo anterior entre tantas otras ventajas, que se materializarán en un aumento de la productividad capaz de entregar mejores márgenes o una mayor cuota de mercado.

El principal salto que el sector productivo debiese dar, es que la totalidad de las instalaciones más energointensivas puedan contar con un sistema de gestión de energía que les permita reconocer y validar a la energía como una de sus variables críticas en lo que se refiere a producción. Ciertamente, para alcanzar el impulso necesario, es preciso reconocer que la energía se tiene que gestionar; más allá de simplemente mirar cómo esta se consume y genera gastos al final de cada mes.

Existen herramientas disponibles para implementar sistemas de gestión de la energía acordes a la realidad de cada organización. El estándar más reconocido son los SGE basados en la norma internacional ISO 50.001. En general, un sistema de gestión de la energía permite a las entidades estructurar la forma de trabajar relevando la variable de eficiencia energética o consumo de energía como un indicador de importancia al momento de la toma de decisiones.

Ahora bien, para que todo esto sea posible es fundamental acortar la brecha que tenemos en materia de formación de capacidades para la eficiencia energética, y en este sentido, no solo necesitamos que existan más y mejores profesionales que trabajen directamente en estas materias, sino también directivos y tomadores de decisión convencidos acerca de los beneficios del uso eficiente de la energía, que además sean capaces de promoverlo y darle continuidad al interior de sus organizaciones.