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El desafío de las relaciones interculturales: Pueblos indígenas y proyectos de energía

May 4, 2015

El Convenio N° 169 de la OIT no debe ser visto como una amenaza por los desarrolladores de proyectos, sino más bien se transforma en una oportunidad, pues obliga a generar instancias de diálogo sinceras entre las partes para buscar acuerdos.

Es indudable que nuestro país requiere contar con una mayor capacidad de generación de energía y a su vez, más y mejores redes de transmisión, que en suma permitan reducir o mantener los niveles del costo de la energía. En este contexto, la relación entre los pueblos indígenas y los proyectos de energía, ha sido y será una constante en Chile, dado que gran parte de estos proyectos se emplazan en zonas con alta presencia indígena.

El mayor proyecto de generación construido hasta la fecha, la Central Ralco, situada en plena zona indígena, Alto Biobío, y cuya implementación es considerada por parte importante del pueblo mapuche, como una decisión que no los contempló de forma adecuada. Este proyecto significó la inundación de sitios ancestrales, la relocalización forzada de familias y comunidades indígenas, y un sentimiento de injusticia al percibir que las condiciones de vida no mejoraron como se les prometió, y que el proyecto significó en muchos casos desarraigo y divisiones entre las comunidades.

A esto se suma la falta de reconocimiento y valoración que perciben los pueblos indígenas, respecto de sus culturas, instituciones y territorios, lo que complejiza aún más el desafío de lograr puntos de encuentro que permitan hacer frente a la necesidad de contar con energía suficiente para proyectarnos hacia el futuro.

El desafío es tan evidente que de los 15 proyectos actualmente en consulta indígena, 12 corresponden a energía, y se espera que otros 8 puedan iniciar consultas en los próximos meses. En total estos 20 proyectos suman más de 1.000 MW en proyectos eólicos, 630 MW en hidroelectricidad y 1.100 kilómetros de líneas de transmisión.

En este contexto, el Convenio N° 169 de la OIT no debe ser visto como una amenaza por los desarrolladores de proyectos, sino más bien se transforma en una oportunidad, pues obliga a generar instancias de diálogo sinceras entre las partes para buscar acuerdos. Si bien estos primeros años de implementación no han sido fáciles, ya que aún persiste un sentimiento de desconfianza, el diálogo ha derivado en acuerdos entre los pueblos indígenas, el Estado y las empresas.

Al incorporar a las comunidades indígenas en el diseño de los proyectos, se logran proyectos sustentables, construidos sobre bases sólidas, que serán fortalecidas en el tiempo a través de la implementación de los acuerdos alcanzados. Los pueblos indígenas verán, en este tipo de proyectos, a vecinos respetuosos que valoran y reconocen la importancia de sus tradiciones, abordando necesidades de corto, mediano y largo plazo, que a la vez les permiten alcanzar sus objetivos.

Matías Abogabir

Director ejecutivo de Consultora Local S.A

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